Capitulo 32

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Mientras tanto:

“¿Quién es ese maldito con quien salió?”
- Ya saben que hacer, vayan informado en caso que regrese.

En el hospital:

(Escuchen- Hoist the Colours, Hans Zimmer)

Miraba al hospital donde había salido Nahir con el hombre, pasé mi atención al frente viendo como se alejaba el auto en que se habían ido, abrí la puerta de mi auto bajándome de el. Levanté mi mirada de nuevo hacia el edificio del hospital, empujé con fuerza la puerta escuchándose cerrar, acomodé mi saco estiré las mangas de mi camisa quedando un poco visibles hacia afuera. Me puse los guantes de piel en color negro, había frío. Levanté mi mano viendo la hora, puse el cronómetro que por cualquier cosa pudiera suceder, así que tenía medido el tiempo.

Caminé dando pasos normales, subí los escalones, el guardia de la entrada me miró empujando la puerta, agradecí asintiendo con la cabeza, sentía un dolor debajo la quijada, la cirugía aun estaba reciente, pero era hoy o nunca podré saber a que venía Nahir a este lugar.

- Buenas tardes, la señorita Nahir Belov siempre viene a este hospital.

Enfermera: Si, señor. Viene a visitar a su padre en la casa de asistencia.

- ¿Casa de asistencia?

Enfermera: si, está enfermo.

- Pobre de mi prima, sabía que mi tío estaba en buenas manos cuando me dijo que estaba en el hospital no lo podía creer, me imagino que el señor tiene habitación aparte.

Enfermera: Si, es la 1223.

- Puedo pasar a visitarlo, me comentó Nahir que saldría y podía cuidarlo un rato.

Enfermera: claro, es en el ala 1 a la izquierda, del segundo pasillo hasta la 23.

- Le agradezco mucho.

La enfermera, gentilmente me había sacado de mi duda, ahora entendía que ella no es que trabajara aquí, más bien venía a visitar a su padre, ¿así que tu padre está enfermo? Negué con la cabeza, caminando hacia donde me habían indicado. Visualizaba los números de los pasillos, entré en el segundo donde me habían dicho.

Seguí el paso tranquilo, hasta el momento ni una sola alerta removí mi cabeza un poco, el dolor era demasiado intenso, pero ya estaba aquí. Las puertas de las habitaciones de este lugar estaban enumeradas, se veían muy bien además que el lugar bastante limpio.

19, 21 y 23.

Me quedé frente a la puerta, tomé la perilla abriéndola, la enfermera que estaba en este momento se dio la media vuelta mirándome.

Enfermera: Buenas noches. ¿Se ha perdido?

- No, buscaba a mi tío. Nahir me dijo que podía pasar a visitarlo.

La enfermera levantó una hoja negando con la cabeza. Rápido saque mi arma apuntándola.

Enfermera: SEÑOR!!!

FUZ!!!!

La mujer cayó al piso, sin tener la oportunidad de hablar ni gritar, miré ambos lados, me aseguré que nadie estuviera por el lugar, escuché pequeñas risas entrando de inmediato a la habitación, cerré con mucho cuidado la puerta, me acerqué al cuerpo de la mujer.

Padre: Nahir, hija. ¿Eres tú?

La tomé de los brazos mirando al padre, se sentó en la cama, negó con la cabeza recostándose de nuevo, me habían dicho que estaba enfermo, pero lo veo muy bien. Empecé a jalar el cuerpo hacia el baño de la habitación, me estaba matando el dolor, metí por completo el cuerpo, la solté empujando sus pies con los míos, le puse seguro cerrando la puerta.

Tomé la ficha clínica del señor, empecé a leelo, levanté mi mirada hacia el hombre, tenía los ojos abiertos.

Padre: No sé quien sea, ni lo que le ha hecho a mi hija, la escuché caer.

- Nahir se fue con un hombre. De seguro es otra que anda de hombre en hombre por que ella andaba con uno llamado Ciccio.

Padre: La maldad está aquí.

Levanté una ceja rodando los ojos, apreté un poco mi barbilla, el dolor iba en aumento, pasé mi mano por la herida que aun estaba reciente viendo un poco de sangre en mis dedos.

Padre: La justicia Divina es quien se encargará de todo el mal que alguien puede hacer.

- Parkinson y Alzheimer (negando con la cabeza) Un peso enorme para su hija de apenas 22 años.

Padre: Dios, en tus manos me encomiendo. Dígale a mi hija Nahir, que es el orgullo de mi vida, siempre será mi hija en vida y después de la muerte.

Miraba al hombre, no lograba entender como Nahir soportaba todo esto ella teniendo una vida por vivir, ¿Por qué tener que venir todos los días y en cada momento?

Dejé la ficha clínica en la mesita, me acerqué al hombre, sus manos temblaban, sonreí viendo que no era por miedo.

Le di un ligero golpe con mi dedo en su cabeza. Él trataba de sentir quien lo había tocado.

- BUUU…

Padre: aléjese de mi. Enfermera, enfermera…

Tomé la almohada dejando encima de su rostro, el hombre batallaba para que se la quitara, presioné mi mano justamente encima de su rostro, para estar muy enfermo como dice ese expediente tenía mucha fuerza, sostuvo con fuerza mi mano tratando de removerla, con la otra jalaba la almohada, saqué mi arma detrás de mi pantalón, la puse sobre la almohada.

- Nahir se va enterar de sus ultimas palabras, se lo aseguro.

FUZZZ!! FUZZZ!!

Quité mi mano encima de la almohada. Guardé mi arma detrás de mi pantalón, acomodé nuevamente mi saco, aparté la almohada, viendo como manchaba la sangre la almohada de abajo. Bajé mi cara persignándome, ante todo la creencia. Saqué una navaja abriendo la hoja del filo, la pasaba sobre la piel de su brazo, levanté mi mirada, él ya no sentía nada. Había terminado el mensaje.

“NADIE SE METE CON SANTINO CARLUCCI”

Pasé de un lado la navaja con sangre sobre la sabana de la cama, luego del otro lado dejando limpia en su totalidad, la guardé mirando que todo tenía una explicación y prefería hacerle entender que la vida nada es lo que parece ante los ojos de los demás.

Caminé hacia la puerta, abrí saliendo, miré por ambos lados, cerré empezando a caminar, el mismo paso que tuve para llegar a la habitación, tendría que dar la cara y no ser de esos cobardes que no lo hacen.

Pasé del lado de varios médicos así como de varias enfermeras que caminaban de un lado y del otro, ya lo que pasara después ya no era asunto mío.

Enfermera: No esperará a la señorita Nahir.

- No, me acaba de avisar que vaya por ella.

La enfermera levantó su mano despidiéndose, lo mismo hice correspondiendo el saludo tan amable, tomé la perilla jalando hacia adentro, el de seguridad me miró asintiendo con la cabeza, le devolví el gesto, salí bajando los escalones lentamente, el aire que se presentaba en esta tarde noche, era de lo mejor, levanté mi mirada, las ramas de los arboles se movían de un lado y del otro, caminé hacia mi auto, desactivé la alarma abriendo la puerta, me subí quitándome los guates, cerré la puerta encendiendo mi auto, levanté mi brazo deteniendo el cronómetro.

- Demasiado rápido.

Miré el edificio del hospital, sonriendo con la maldad que llevo muy dentro de mi, esto era el principio de conocer con quien se habían metido todos los que tuvieron que ver con mi desgracia. Empezando con las personas que no tienen nada que hacer aquí. Pisé el acelerador avanzando a una velocidad…

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Capitulo sin censura Robando VidasWhere stories live. Discover now