Nahir:
(Escuchen- Infinite White, Steven Jablonsky)
** CASARME CON SANTINO CARLUCCI**
Negué con la cabeza era imposible, corrí desesperada hacia la puerta. Mis manos empezaron a golpear con fuerza la puerta.
Nahir: NO, NO, NO, SAQUENME DE AQUÍ. NO, NO ME QUIERO CASAR CONTIGO SANTINO, ESO NO, NUNCA…
Mis lagrimas empezaban a caer por mis mejillas, ahora si eran lagrimas de desesperación, no, eso si que no lo iba a concebir, en mis planes no estaba en casarme y menos con el hombre que me tomó a la fuerza.
Tomé la perilla de la puerta intentando abrir, daba fuertes patadas al a puerta, no pienso ceder en algo de esa magnitud…
Nahir: NO ME VOY A CASAR A CONTIGO… ¿ME ESCUCHAS? NO ME PUEDES OBLIGAR… SANTINOOOOO.
Todos mis esfuerzos eran inútiles en querer abrir la puerta. Corrí hacia el gran ventanal que tenía en vez de pared, pasaba mis manos buscando alguna salida, no me importaba así tuviera que huir de este hombre y luego ser encontrada para que me matara, pero mi vida no la ataría a alguien que no tiene compasión ni piedad.
Mis manos se lastiman en querer abrir la puerta. Miré por todo alrededor viendo una de las sillas del tocador, corrí hacia ella arrastrándola, pesaba un poco, así que si rompía el cristal era todo por culpa de él.
La alcé como pude arrojándola hacia la ventana, pero solo causé que se rompiera la silla, negué con la cabeza… no me podía estar pasando esto a mí, no me tenía la culpa de lo que Loana le había hecho, menos por culpa de ella sin saber lo que realmente había pasado.
Me acerqué de nuevo hacia el ventanal, dejé reposar mi frente en el cristal, estaba completamente encerrada sin poder pedir ayuda. Me dolía mi corazón, el anhelo de volver a tener mi vida como era antes de cruzarme por su camino de estas personas.
Abracé mi cuerpo dando la vuelta, me sentía sola, me sentía completamente sola, sin nadie que me pudiera ayudar. Miré por ambos lados. Por ningún lado había un inalámbrico. ¿Cómo iba a salir de esta? Negaba con la cabeza, mis lagrimas no paraban de caer.
Nahir: Papá… Papá ayúdame… Dios. ¿Por qué a mí?
No pensaba quedarme de brazos cruzados, miré el reloj de pared que marcaban las 5: 55 pm, estaba a una hora de cavar mi propia tumba y todo por que un maldito hombre creía que era de su propiedad.
Miré de nuevo hacia el ventanal visualizando que habían entrado varias camionetas negras, estaba atenta de quien se pudiera tratar.
Nahir: si es Gerard, debo decirle al juez lo que había sucedido y la manera que me iban a obligar.
Mi mirada estaba fija hacia afuera viendo como se aparcaban las camionetas, las puertas se abrieron, donde bajó un hombre con barba y el otro era Gerard. Empecé a golpear con fuerza el ventanal.
Nahir: aquí… aquí… Ayuda… escuchenme maldita sea. SE LOR RUEGO. AYUDA… AYUDA.
Ellos o se hacían o no lograban escucharme, Santino salió a recibirlos estrechando su mano y dando pequeñas palmadas.
Nahir: AYUDAAAAAA….
Sostuve uno de los pedazos de la silla, empezando a darle al ventanal, solo podía sentir como hasta me cimbraba en mis manos por los fuertes golpes que daba… me sentía perdida.
Nahir: AYUDAME PAPÁ… HAS UN MILAGRO.
Negué con la cabeza, solté el pedazo de madera, volviendo a dar fuertes palmadas, pero ellos ya estaban entrando. No había ya nada que hacer. Cerré mis ojos volviendo abrirlos, la habitación era completamente silenciosa, caminé por la habitación, presionaba mis manos en las paredes, quería buscar cualquier cosa que me pudiera ayudar a escapar, pero esto si era toda una misión suicida.