Él sonrió acercándose hacia mi, mi cuerpo se sumergió saliendo a la superficie, sus manos me tenían acorralada.
Nahir: No dudes de lo que siento por ti, no quiero que tengas la necesidad de acudir a los demás para saber lo que me pasa. Quiero que recurras a mi, que me escuches, que comprendas mis miedos, que comprendas esa parte de mi vida donde solo estás tú y nadie más.
Se acercó acortando la distancia… Una de sus manos se metió bajo el agua rodeando mi cintura, me atrajo hacia él podía sentir como esta excitado.
Santino: Me fui al centro, pedí por una mujer en el privado.
Bajé mi mirada negando con la cabeza, me removí, pero me sostuvo con fuerza.
Santino: No pasó nada. No pude ni tocarla, no tenía buen aroma, mi cuerpo no reaccionó para desear estar con otra persona. En todo momento, solo estuviste tú, mi cuerpo solo reacciona así CONTIGO.
Sostuvo su mano bajando hacia su miembro apretando contra él. Entreabrí mis labios al sentir su respiración sobre mi rostro, la cercanía tan corta teniendo la necesidad de apretar más.
Santino: ahhg…
Nahir: (susurrando) Te recuerdo amor que se quieres hacerme infiel., recuerda que yo también puedo y para mi es más fácil, mientras tú buscas, Yo elijo.
Santino: Me puedo quedar sin nada y aun así volver a conseguirlo todo. Así de peligrosa es mi mentalidad.
Los dos sonreímos, él no cedería, yo mucho menos.
Santino: Eres mía, y ahora llevas un hijo en tu vientre que también es nuestro. Hijo de nuestro amor.
Nahir: entonces tendrás que cuidarnos a ambos, por que si vuelves hacer lo que hiciste hoy… No habrá segunda oportunidad.
Sonrió asintiendo con la cabeza, atrajo mi rostro hacía el de él, sus labios rosaron con los míos, mis manos estaban en el botón de su pantalón. Mordió mi labio inferior, una de sus manos me alzó haciendo que enredara mis piernas en su cintura. Mi vestido se subió dejando al descubierto mi trasero. Lo apretó con fuerza apartándose de mi.
Me miraba fijamente, tragué saliva…
Santino: Existe una historia. Una hermosa historia, que creo que va de acuerdo hacia nosotros.
Apartó la tanga, apretó mi trasero deslizándose dentro de mi, entrecerré mis ojos disfrutando como empezaba a estocar suavemente, ahora que tenía a su hijo dentro de mi, dudo que lo quisiera despertar.
Sus pequeños besos estaban por mi cuello dejando marcas que para mi eran su marca de decir que “Nahir, mi esposa, me pertenece”
Nahir: AAAhhh…
Abrí mis ojos juntando nuestras frentes, lo hacía lentamente, dejando cada centímetro bien marcado en mí.
Santino: Cuenta una pequeña historia: Cerraba los ojos buscando respuestas y casi siempre se encontraba con más preguntas. Sabía que no sería fácil, que el miedo se apoderaría de ella en algunas ocasiones y que tendría que exigirse más de la cuenta; pero, valía la pena cada paso para encontrarse. La chica dijo:
-El café cargado y con una cucharada de azúcar, por favor- dijo, mientras miraba fijamente al mesero. Nunca había ido sola a un café y eso la atemorizaba un poco, pero aquella mañana se había decidido a intentar muchas cosas que no había hecho antes. Comenzó a jugar con el borde de una servilleta mientras esperaba, y después giro su cabeza hacia la ventana -¿Qué rayos hago aquí?- pensó -parecerá que me han dejado plantada. Quizá la idea de quedarme en casa era mejor-
Era mediodía del sábado y regularmente aprovechaba para ordenar su habitación, resolver algunos deberes o dormir toda la tarde hasta perder noción del tiempo. Pero ese día no quiso esperar a que se armara algún plan con sus amigas o darse cuenta de que se sentía vacía al caer la noche. Ya llevaba algunas semanas pensando en cambiar algo, aunque no sabía qué; no es fácil encontrar la raíz del problema cuando estas muy enredado entre las ramas. Habló la chica:
-A ver, tranquila- se dijo -estás aquí para ordenar tus ideas, para consentirte un poco y vencer este tipo de absurdos miedos-. El reflejo del mesero en el cristal la hizo salir de sus pensamientos y giró hacia su café ya en la mesa. -¿Espera a alguien, señorita?- preguntó él. Ella negó con la cabeza mientras daba un sorbo -Vine a despejarme un momento, a veces hace falta-. El mesero la miró por unos segundos y dijo -he visto a algunas personas llegar solas aquí, pero generalmente es entre semana y sólo pasan rápidamente en busca de algún bocadillo para luego continuar con la rutina- entonces se marchó.
Ella continúo tomando su café mientras miraba por la ventana y se detuvo en la última palabra que mencionó el mesero -Rutina... claro- y su mente comenzó a divagar mientras su mirada se llenaba de autos deteniéndose en el semáforo de la esquina, de pasos apresurados recorriendo las banquetas, de rostros desconocidos llenos de historias y atrapados por ella, por la rutina. La rutina que a veces nos hace olvidar quiénes somos y qué queremos, qué merecemos y de qué somos capaces.
Entonces intentó recordar la última vez en que se había dedicado tiempo a sí misma, tiempo de verdad, así fuesen un par de horas. ¿Cuándo fue la última que se detuvo en el espejo y se brindó un cumplido? ¿Cuándo fue la última vez en que no necesitó de nadie para pasar una tarde agradable? ¿Cuándo fue la última vez en que la rutina no le hizo olvidar los pequeños detalles que sacan mil sonrisas?
Los minutos pasaron veloces y era como si su café se hubiese evaporado. Los pensamientos inundaron su cabeza e iban tomando forma. -Para la otra, tendré que traer un lápiz y un cuaderno- pensó, y después se asombró al darse cuenta de que el miedo se había ido e incluso se sentía muy cómoda. -¿Pasará igual con todos los temores?- se preguntó, y de pronto se sintió ansiosa por vencer a todos y cada uno de ellos. El mesero se acercó para preguntarle si deseaba algo más -La cuenta, por favor-. Al volver, el mesero le preguntó -¿Y qué tal señorita? ¿logró despejarse?- ella le respondió con una sonrisa -Planear una cita con uno mismo, es muy necesario de vez en cuando. Debería intentarlo, se asombrará.