capítulo 70: Perro Castigado

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- Las dejaste escapar. Huiste de mí, tenías prohibido salir. -La voz era totalmente diferente a la que conocía el can, era gruesa, firme, y claramente molesta.

No pudo evitar verle aterrado mientras comenzaba a llorar, temeroso de lo que pueda hacerle el contrario, cerrando sus ojos asustado, pero aún así, no pudo evitar sonreír igualmente para luego mirarle.

- Amas más a ese supuesto Dios que a mí... ¿Verdad?... -Preguntó con dolor en sus palabras, viendo que ya estaba frente suyo, habiendo apagado un momento su humo rojo. - si es así... ¿Por qué no me has matado ya...?

Cuestionó aún con esperanza, extendiendo su mano temblorosa al rostro del gran felino, el cual al inicio se alejó un poco, pero después permitió que le tocase mientras sus pupilas poco a poco volvían a ser blancas.

- Yo aún te sigo amando, Catnap... Snif.. Jeje... Puedo amarnos por los dos... -Afirmó entre lágrimas al lograr sujetar las mejillas del contrario, sintiendo que colocaba su cabeza en su pecho, así que trató de abrazarle aún alerta.

- Si me amaras, NUNCA ME HUBIERAS ABANDONADO. -Habló con firmeza de la nada, empujando bruscamente al contrario quien gritó adolorido, para luego sentirse mareado debido al humo rojo que comenzaba a inhalar, comenzando a ver todo a su alrededor como si estuviera en una verdadera pesadilla.

- N-No quería hacerlo... Solo quería... Recuperarte... -Habló con temor pero verdad mientras lloraba, viendo inevitablemente todo.

Tan oscuro y tenebroso, con una forma bestial que nunca pensó ver a su ser amado, hasta que no aguantó más el dolor y el humo, cayendo desmayado, despertando con dolor nuevamente, notando que estaba colgado, con sus manos encadenadas.

Solo pudo quedarse llorando un rato, manteniendo su sonrisa al no poder creer el porqué seguía sufriendo aquello, el porque nunca pudo ayudar realmente a quien amaba... Nunca sabría lo que sufrió el contrario, pero quiso pensar que de alguna forma le mostraba lo que pasó.

- (Si hubiera preguntado más... Pensé que... Si no recordaba su pasado, todo estaría bien... No hubiera caído en los engaños de un falso salvador...) -pensaba mientras lloraba, hasta que escuchó unos pasos cercanos, mirando alerta hacia fuera de la celda acolchada en la que estaba.

- .....No hagas ruido.... No quiero que sepa que sigues vivo... -Habló bajo el felino, teniendo sus orejas bajas, aún su sonrisa pero con un mirar vacío. - El prototipo es mi Dios, mi guía.... Pero tu eres mi primer amigo... Mi primer amor... Y ahora debo de asegurarme de que nunca puedas huir, porque sino mi Dios descubrirá que sigo amando a un... Hereje.

Afirmó con cierta molestia mientras se acercaba al can, quien le miraba con los ojos llorosos aunque también temeroso, sintiendo que sujetaba con cuidado sus mejillas para acariciarlas en un intento de limpiar sus lágrimas.

- si lo descubre, no podré quedarme contigo... Porque tendría que entregarte o yo me entregaría en tu lugar... Pero si me rindo... ¿quien te protegería? -Dió su punto de vista, acercándose a darle un beso tranquilo, aún sintiendo el cuerpo temeroso del de pelaje naranja. - Mi séquito te vigilara, si te portas bién, consideraré volver a reconstruirte, ahora tómalo como un castigo por haberme prohibido asesinar a esas entrometidas.

- C-Catnap... -Habló aún asustado el Can, sintiendo como le daba cortos besos para relajarlo, lo cual no funcionaba del todo.

- Si no confías en el prototipo, confía en mí... Solo eso te pido, DogDay... -Pidió seguido por expulsar su humo rojo para que el contrario descanse del dolor- Buenas noches... Te amo...

En pocos momentos, el can cayó dormido ante el humo, despertando al escuchar un ruido no tan lejano, nuevamente estaba perdido, sin saber cuánto había pasado. Pero sabia que de vez en cuando aparecía el felino, ya no tan herido como las otras veces, pero se le veía descuidado, con distintas cicatrices en su cuerpo.

- Ten, no has comido nada -Le habló cada vez que iba a verle, traía siempre una comida diferente, a veces postres, y le daba de comer con cuidado en la boca- Eso, muy bien... Eres un buen cachorro.

Decia siempre, pero el Can no podía evitar llorar mirando preocupado al contrario, y siempre le rogaba que le dejase saber lo que sucedía o lo que había ocurrido con sus amigos, con los niños, pero nunca le contestaba. Habían veces, en las que solamente lo callaba otorgándole cortos besos en un intento de relajarlo, o incluso le abrazaba con cuidado ronroneando en su hombro para relajarlo, aquello pocas veces funcionaba, pero al mismo tiempo provocaba que ya no llorara, aunque eso no evitara que se sintiera vulnerable, asustado e imponente.

-A-ah... C-catnap... -quiso quejar algunas veces, debido a que le revisaba la herida y apretaba un poco las correas. - S-solo ayudame y... Escapemos juntos... Veamos una forma de solucionar esto... Por favor...

- No se puede huir de mi Dios, tiene puntos ciegos, pero siempre nos terminará encontrando, y el ayudar a un hereje me hace un traidor -Explicó con tranquilidad aunque con un tono serio, luego meramente se acercó a besar al Can, separándose sin dejar de verle con cariño. - Si no desobedeces, nadie te hará nada... Y cuando todo acabe, podremos ser felices juntos, me encargaré de tener todo limpio para cuando aquello suceda

Le quiso animar acariciando sus mejillas ronroneando levemente, para luego irse de allí volviendo a su forma monstruosa una vez que estuvo lejos de la vista del Can, quien quedó solo un largo rato, con la mirada perdida, cansado.

Reaccionando cuando pudo reconocer un olor diferente al de su Catnap, viendo que se asomaba por delante de su celda, logrando reconocerlo al recordar lo que había hablado con la muñeca.

- Tú... Tú eres el Ángel de Poppy...

El minuto que cambia todo (Catnap x DogDay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora