En los cielos oscuros de Rocadragón, un rugido estremecedor sacudió el aire. La isla, con sus picos volcánicos y su atmósfera cargada de fuego y cenizas, era el hogar de los dragones más feroces que jamás hayan existido. Allí, entre las cavernas que nadie osaba explorar, habitaba un dragón conocido por su ferocidad y su hambre insaciable: Valkar, el Devorador de Almas.Lucenya había tomado una decisión. No solo quería recuperar a Jaehaera; quería demostrarle al mundo, a su madre, a Aegon y al propio destino, que no era una mujer a la que podían arrebatarle todo sin enfrentar consecuencias. Había perdido a Drakar, su primer dragón, en la batalla del Gaznate, pero no perdería su propósito.
Rhaenyra la observaba desde la distancia mientras Lucenya se preparaba.
—Hija, no tienes que hacerlo —le dijo, con preocupación en los ojos—. Valkar no es como los otros dragones. Es una bestia indomable. Ningún jinete ha sobrevivido a reclamarlo.Lucenya, con la mirada fija en el horizonte, respondió:
—No soy como los otros jinetes, madre. Si no puedo reclamar a Valkar, entonces no merezco la sangre Targaryen que corre por mis venas.Jacaerys la tomó del brazo, su voz llena de preocupación.
—Lucenya, por favor. Ya te he perdido una vez. No quiero perderte de nuevo.Lucenya tocó suavemente su mejilla, sus ojos llenos de determinación.
—No me perderás, Jace. Pero necesito hacerlo. Por mí, por Jaehaera, por todo lo que hemos perdido.Lucenya se adentró en las profundidades de Rocadragón, donde la temperatura aumentaba con cada paso y el aire era tan denso que parecía quemar en sus pulmones. Finalmente, llegó a la cueva donde Valkar dormía. Sus escamas negras brillaban con un tono azulado bajo la luz de la lava cercana. Su tamaño era imponente, incluso mayor que el de Vhagar, y sus ojos, rojos como la sangre, se abrieron lentamente al sentir su presencia.
—Valkar —susurró Lucenya, aunque su voz temblaba ligeramente.
El dragón la observó con curiosidad, pero también con un destello de desafío en sus ojos. Rugió con fuerza, enviando una ráfaga de calor que habría asustado a cualquiera. Pero Lucenya no retrocedió. Levantó la cabeza, dejando que la sangre Targaryen en sus venas hablara por ella.
—¡Zaldrīzes buzdari iksos daor! —gritó, su voz resonando en la caverna—. ¡Los dragones no son esclavos!
Valkar rugió nuevamente, pero esta vez Lucenya dio un paso al frente, extendiendo una mano hacia él. Su corazón latía con fuerza, pero su mirada estaba llena de fuego.
El dragón inclinó la cabeza, como si evaluara a la mujer que tenía delante. Finalmente, y para sorpresa de todos los que observaban desde una distancia segura, Valkar permitió que Lucenya lo tocara.
Cuando Lucenya emergió de la caverna, montada en el lomo de Valkar, el aire en Rocadragón cambió. Su silueta, recortada contra el cielo rojo por la lava, parecía la de una reina invencible. La leyenda del Devorador de Almas tenía un nuevo capítulo, y Lucenya era su protagonista.
Rhaenyra la recibió con lágrimas en los ojos, mientras Jacaerys, aunque aún preocupado, no podía evitar sentirse orgulloso.
—Ahora nadie se interpondrá en mi camino —dijo Lucenya, sus palabras llenas de determinación—. Recuperaré a mi hija.El rugido de Valkar resonó en los cielos mientras Lucenya volaba sobre la fortaleza, dejando claro que el poder de los dragones estaba de su lado. Las noticias llegaron rápidamente a King's Landing. Aegon, al enterarse, sintió una mezcla de emociones. Por un lado, estaba feliz de saber que Lucenya seguía viva y fuerte. Por otro, sabía que su regreso con un dragón como Valkar no era solo un gesto simbólico. Era una declaración de guerra.
El consejo verde se reunió de inmediato para discutir la amenaza, pero Aegon permaneció en silencio. Su mente estaba en Lucenya, en lo que su regreso significaría no solo para él, sino para Jaehaera y para el futuro de la guerra.
Lucenya, montada en Valkar, miró hacia el horizonte. Su corazón aún latía con fuerza por Jacaerys, pero sabía que los días por venir estarían llenos de sangre y fuego.
—Los Targaryen no lloran —murmuró para sí misma, recordando las palabras que había tomado como su lema personal—. Los Targaryen se vengan.Y con eso, emprendió el vuelo, lista para enfrentar el destino que la esperaba.
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Crowns Of Fire
Science FictionUna historia de dolor, redención y el futuro de la Casa Targaryen. En medio de la guerra y la traición, Lucenya debe encontrar la paz para su corazón dividido, mientras el destino de su familia y su legado penden de un hilo.