El cielo sobre el estrecho estaba teñido de rojo por el fuego de los dragones y el humo de los barcos en llamas. Los rugidos de las bestias y el clamor de las espadas se mezclaban con los gritos de los hombres que luchaban por sus reinos, sus juramentos, y sus familias. En medio del caos, dos figuras volaban hacia un enfrentamiento inevitable.A lomos de Sunfyre, Aegon intentaba alcanzar a Lucenya mientras Valkar, herido, tambaleaba en el aire. Su corazón latía con fuerza, no por la batalla, sino por el dolor de lo que estaba a punto de suceder.
-¡Lucenya! -gritó desde lo alto-. ¡Escúchame! ¡Por favor!
Lucenya, con el rostro endurecido, giró ligeramente la cabeza para mirarlo.
-¡No hay nada más que decir, Aegon! ¡Elegiste tu bando y yo elegí el mío!
Aegon se adelantó con cautela, intentando bloquear a Valkar sin atacar.
-¡No quiero luchar contra ti! ¡No puedo hacerlo!
Lucenya apretó los labios, sus manos firmes en las riendas de su dragón.
-Ya no tienes elección, Aegon. ¡Si no te apartas, te haré a un lado yo misma!
Sunfyre rugió, pero Aegon no dio la orden de atacar.
-Lucenya, lo único que quiero es proteger a Jaehaera. ¡Es mi hija también! ¡No puedo entregártela para que viva bajo la sombra de la guerra de tu madre!
Los ojos de Lucenya brillaron con furia. -¿Y crees que está segura contigo, enredada en las intrigas de Alicent? ¿Dónde estaba tu protección cuando mataron a Baelor? ¡Tu amor no es suficiente, Aegon!
Esas palabras lo atravesaron como una espada. Por un momento, bajó la mirada, y Sunfyre pareció reflejar la vacilación de su jinete. -Lucenya...
Ella aprovechó su duda, y con un movimiento rápido, Valkar arremetió contra Sunfyre. Aegon apenas logró esquivar el golpe, pero no contraatacó.
-¡No quiero hacerte daño!
-¡Entonces retírate! -gritó Lucenya, mientras Valkar lanzaba un torrente de fuego oscuro hacia Sunfyre.
Aegon no se movió. Su corazón estaba dividido entre el amor y el deber, pero entendía que en esta guerra no había espacio para ambos.
No muy lejos, Aemond y Jacaerys se enfrentaban en una batalla feroz. Vhagar, inmensa y aterradora, volaba como un coloso, mientras Vermax zigzagueaba con rapidez, evitando las fauces de la legendaria dragona.
-¡Bastardo! -gritó Aemond desde las alturas, su voz resonando como un trueno-. ¡Tu linaje terminará hoy!
Jacaerys no respondió con palabras, sino con acción. Vermax rugió y ascendió rápidamente, lanzándose hacia la cabeza de Vhagar con una ferocidad inesperada.
Aemond rió, aunque sus ojos reflejaban la concentración de un guerrero entrenado. -¡Valiente, pero estúpido!
Vhagar abrió sus fauces, lanzando un torrente de fuego hacia Vermax. Jacaerys giró en el aire, esquivando por poco la llamarada, pero las corrientes de aire caliente sacudieron su montura.
-¡No permitiré que sigas destruyendo a mi familia, Aemond! -gritó Jacaerys, mientras Vermax se lanzaba hacia un costado de Vhagar, tratando de morder una de sus alas.
Aemond sonrió con frialdad. -¡Tu familia murió el día que traicionaron la verdadera sucesión de los Targaryen!
Los dragones se enredaron en un torbellino de garras y fuego, y los cielos se llenaron de rugidos ensordecedores.
Mientras Aemond y Jacaerys luchaban en un duelo de sangre y orgullo, Aegon y Lucenya continuaban su danza mortal. Aegon finalmente entendió que Lucenya no retrocedería. Cada golpe de Valkar era una declaración de que el amor que alguna vez compartieron ya no era suficiente para salvarlos.
Con lágrimas en los ojos, Aegon levantó su espada, pero sus manos temblaban.
-No puedo hacerlo, Lucenya. No puedo luchar contra ti.
Lucenya, con el rostro endurecido, respondió con frialdad. -Entonces muévete de mi camino, Aegon. Porque yo sí puedo.
Con un rugido desgarrador, Valkar arremetió contra Sunfyre una vez más. Pero esta vez, Aegon no intentó esquivar. Simplemente dejó que el destino decidiera.
La batalla en los cielos continuaba, los rugidos de los dragones resonando como ecos de un amor perdido y un odio eterno. Lucenya y Aegon, Aemond y Jacaerys, todos atrapados en una guerra que consumía sus almas tanto como sus cuerpos.
El fuego y la sangre marcaban el camino de los Targaryen, y el final de este enfrentamiento prometía cambiar el curso de la historia para siempre.
ESTÁS LEYENDO
Crowns Of Fire
Fiksi IlmiahUna historia de dolor, redención y el futuro de la Casa Targaryen. En medio de la guerra y la traición, Lucenya debe encontrar la paz para su corazón dividido, mientras el destino de su familia y su legado penden de un hilo.