Mundburgo

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— ¡Aragorn! — Gritó Legolas, alarmado. El rubio elfo aferraba entre sus brazos el ligero cuerpo de Érewyn, completamente relajado ahora.

El desvanecimiento de Érewyn pilló desprevenido a Éomer, y corrió junto a ella lo más rápido que pudo, igual que Aragorn, quien se apresuró a reconocer a la joven, temiendo encontrar en la muchacha las mismas señales del Hálito Negro que había encontrado antes en Éowyn.

El rohirrim contuvo el aliento mientras el montaraz tomaba el pulso de la muchacha. Éomer no cesó de acariciar la palma de la mano de su hermana en silencio. El mismo silencio que de repente se había apoderado de la estancia.

El miedo de Aragorn desapareció. Cerró los ojos y suspiró tranquilo, al comprobar que el antiguo mal no era lo que la afectaba.

Legolas le observaba mientras sujetaba el frágil cuerpo de Érewyn con delicadeza, como si en cualquier momento fuera a romperse entre sus brazos. Confiaba plenamente en Aragorn, pero los minutos que permaneció en perfecta calma, casi le hicieron gritar, desesperado. Finalmente, la voz de Aragorn resonó, tranquila, de nuevo.

— Sólo está dormida, Éomer, no temas, ningún mal la afecta. — el rohirrim contrajo el rostro en una mueca de dolor y suspiró, aliviado. — Está muy cansada. — continuó Aragorn, remarcando especialmente la palabra "muy". — Las dos necesitan dormir. Pide que las trasladen a las Casas de Curación. Están en el sexto nivel. Allí podrán descansar mejor. — El montaraz posó su mano en la frente de la joven. — Érewyn no tiene heridas abiertas pero mucho me temo que tiene bastantes golpes y hematomas... su cojera no es casual... — El rohirrim tomó a su hermana pequeña en brazos como si no pesara nada y la llevó hasta el altar, donde la tumbó al lado de Éowyn, ante la atenta mirada de Legolas.

— Se tiró del caballo. — dijo el elfo. Éomer siguió observando a sus hermanas sin decir palabra. Parecían dos maiar, dos espíritus de la antigüedad que acababan de regresar del mismo infierno. Legolas chasqueó la lengua y se pasó una mano por el cabello. — ¿Cómo ha podido pasar algo así? ¿Cómo es que nadie las vio? ¡Han cruzado Rohan y Gondor! ¡Maldita sea! ¡Han recorrido a caballo cientos de millas!

— Sólo míralas, Legolas. Parecen auténticos guerreros. — Respondió Aragorn. — Nadie podía sospechar que las dos Damas de Rohan se ocultaban tras esos yelmos. ¿Quién podría pensar algo así? — Éomer acarició la rubia sien de Éowyn observando atentamente la serenidad que mostraba su rostro. Legolas seguía sin comprender.

— Deberían estar en el Sagrario, esperando noticias... o incluso huyendo al norte.

— De cualquier modo, Maestro Elfo, — la grave voz de Éomer detuvo los argumentos de Legolas, — escucharos así, en sueños intranquilos, no ayudará a mis hermanas lo más mínimo. — Éomer se giró y miró con dureza a Legolas. El elfo aguantó su mirada sin replicar. El rohirrim tenía razón. Le habían podido los nervios y el miedo. — Retiraos ahora, mi señor. — pidió Éomer, centrándose de nuevo en los rostros de sus hermanas. — Permitamos que descansen. Yo mismo os llamaré cuando Érewyn despierte. Ambos oiremos su versión de lo ocurrido esta vez.

***

Las Casas de Curación era el lugar de Minas Tirith donde se atendía a los enfermos y a los heridos en la batalla. Se encontraba cerca de la Ciudadela en el Sexto Círculo de la Ciudad, casi lindando con el muro Sur. Estaba rodeada de jardines y de un prado arbolado.

Aragorn se dirigió hacia allí tras reconocer a las princesas y a Merry. El hobbit no necesitó demasiada cantidad de hierba Athelas, sus heridas eran muy superficiales. Aragorn había podido utilizar las que había preparado para Éowyn, ya que la infusión aún estaba caliente y ya no disponía de más. Merry se quejaba de un fuerte pinchazo en el brazo derecho, y de entumecimiento general de las articulaciones. En ningún momento llegó a perder el conocimiento, aunque sí había delirado. Eran síntomas de haber estado muy cerca de la magia oscura de Sauron. De hecho, el montaraz se había sorprendido al escuchar brevemente que el hobbit había herido al Nâzgul en la pierna para evitar que hiciera daño a la Señora de Rohan.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora