Capítulo 10. Entre Isengard y la Montaña (II)
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La oscuridad de la noche ocultaba el avance del ejército de Rohan. Desde el norte y sin apenas descanso Éomer dirigía a sus tropas al encuentro de Théoden. Las nuevas que el Peregrino Gris les había llevado les había puesto en marcha casi de inmediato.
Más de dos mil jinetes de Rohan le seguían con devoción. Los mejores, los más fuertes y experimentados. La élite. Los que no habían dudado en condenarse al destierro junto a su comandante con tal de seguir luchando por Rohan, por sus familias, a pesar de que, aparentemente, no era la voluntad de su rey.
Éomer detuvo a su caballo. Un objeto brillante llamó su atención en la oscuridad, a través de la lluvia. Bajó del caballo mientras sus huestes seguían avanzando. En el suelo, medio enterrado en el barro había visto algo que le era muy familiar. Se agachó a recogerlo al tiempo que se sacaba el yelmo, y su rostro se tiñó de preocupación.
Sombragris le alcanzó y Gandalf detuvo su avance. Rápidamente saltó del caballo y se situó junto a Éomer. En sus manos había una daga, perfecta para una mujer. Tenía la empuñadura de plata y un caballo grabado en ella.
—Esta daga es de mi hermana pequeña. Yo mismo la mandé fabricar para ella hace años. Dudo mucho que la haya perdido en un descuido... —Gandalf guardó silencio. Conocía bien a Érewyn y sabía que era poco probable que la hubiera perdido. Si estaba allí era porque la había tenido que usar de improvisto y no había tenido tiempo de buscarla. Seguramente había tenido que abandonar el lugar rápidamente—. ¿Les habrán emboscado?
—Es imposible ahora encontrar huellas o pistas de lo que ha podido pasar —dijo el mago, viendo que Éomer comenzaba a mirar a su alrededor ávidamente—. Lo más sensato es continuar. Y en todo caso avivemos la marcha. Hay que llegar al amanecer y aún falta un buen trecho.
El mariscal entendió las palabras de Gandalf y siguió su consejo sin vacilar. Guardó la daga de Érewyn en su propio cinto y subió de nuevo a su caballo.
—¡Rohirrim! —gritó—. ¡Galopad!
***
—Están ganando terreno. ¡Preparáos para la retirada!
El rey Théoden daba instrucciones mientras observaba preocupado el avance de las tropas de Saruman sobre las suyas propias. La caída del muro significó un antes y un después en el transcurso de la batalla, pero ¿quién iba a imaginar que el mago descubriría el punto flaco de Cuernavilla? Ni siquiera Helm Mano Martillo había sido afectado por esa debilidad en el muro cuando defendió la fortaleza contra los dunlendinos en el 2758.
Oscuras eran las artes que había usado Saruman para descubrir y para destruir aquel punto, y Théoden comenzaba a pensar que Gandalf tenía razón y el corazón del hasta entonces Mago Blanco había sido absorbido por la oscuridad de Mordor.
Y si el poder de Mordor apoyaba aquel ejército de Uruk Hai, escasas eran las posibilidades que tenían de salir victoriosos.
—¡La puerta! ¡Reforzad la puerta! —ordenó Gamelin. Por la rampa que subía hasta el portón un numeroso grupo de orcos corría protegiéndose con escudos y portando lo que parecía un gigantesco ariete.
—Asegúrate de que las caballerizas están a salvo. Podrían entrar también por allí —dijo Théoden a Háma. El rey salió de la fortaleza y se unió a sus tropas en la defensa de la puerta, que ya comenzaba a romperse por las embestidas de los orcos.
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La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)
Fanfiction(Legolas x OC) Todo el mundo tiene derecho a escoger su propio destino. Érewyn es la hermana menor de Éowyn y Éomer, y es un auténtico espíritu de la llanura de Rohan, con muchas ambiciones y un pasado misterioso por descubrir. El azar y la guerra c...