Remdess recorría el corredor hacia el ala de huéspedes con una taza de té llevada en perfecto equilibrio sobre un plato. Se detuvo justo en frente de la puerta de las estancias de Érewyn y una voz a sus espaldas casi provocó que arrojara el té al piso.
—Buenos días, mi señora. Preciosa mañana la de hoy.
Remdess volteó de golpe. Había reconocido al instante la voz varonil y dulce de Rissien que se acercaba lentamente a ella enfrascado en la labor de abrocharse un botón del puño de su casaca.
—Por favor, os ruego que no hagáis eso —dijo ella.
—¿Perdón? —repuso él, pestañeando, sin comprender.
—Asustarme —aclaró Remm.
Rissien alzó las cejas y la miró, confundido. ¿Asustarla? Sólo le había deseado buenos días educadamente... Las doncellas del Reino de los Bosques eran especialmente susceptibles a los ruidos.
—Mil perdones —se disculpó, inclinándose ante ella. Remm rodó los ojos y regresó su atención a la puerta, dispuesta a llamar—. Lleváis las manos ocupadas. Permitid, yo lo haré.
Rissien se adelantó y alargó el brazo por encima de su hombro para golpear tres veces en la superficie de madera regia. Remm notó brevemente el roce de los cabellos del elfo sobre su propio rostro cuando éste se separó de nuevo, y bajó el mentón tratando de ocultar su sonrojo.
Aquel elfo, además de peculiar, no entendía nada acerca de guardar las distancias por decoro, continuamente invadía su espacio vital como si no sucediera nada. No habría imaginado nunca que las costumbres de los elfos de Lórien fueran tan distintas a las suyas.
—¡Adelante! —se oyó la voz de Érewyn.
Remm accionó el picaporte y empujó la puerta. En el interior de la estancia, Érewyn estaba ya vestida con una sencilla camisa blanca y larga, ajustada a su cuerpo mediante un cinturón negro y con la manga derecha enrollada por encima del grueso vendaje que inmovilizaba su mano. Llevaba bajo la prenda unos pantalones ceñidos y sus botas de montar. Las había limpiado lo mejor que había podido de polvo y barro.
—¿La ropa es de vuestro agrado, arwen en amin? Conociendo vuestros gustos pensé que estaríais más cómoda ataviada de esta guisa... ¡Oh! Lo siento.
La forma tan sincera de Remm de definir su vestimenta provocó la sonrisa de Érewyn.
—"De esta guisa" me siento perfectamente, gracias, Remm —dijo. Introdujo el resto de su rebanada de pan mal untada de confitura en su boca y masticó con deleite, mientras emitía un sonido de placer parecido a un gruñido y cerraba los ojos—. Mmnnhhh...
—Muy femenina... —apuntó Rissien. Y tomó asiento justo delante de Érewyn, quien se limitó a ignorarle.
Remdess dejó el té delante de la princesa y retrocedió un par de pasos.
Érewyn tragó el bocado y se puso a hurgar con una cuchara en el contenido restante del recipiente de confitura de frutas de bosque, pero con una sola mano operativa era difícil lograr el objetivo.
—Sujeta esto —pidió, concentrada. Rissien obedeció y aguantó el pequeño tarro mientras ella recogía con su cuchara hasta la última gota de dulce y se la llevaba a la boca.
La elfa alzó una ceja y sacudió la cabeza de lado a lado, y el gesto no pasó desapercibido para Érewyn.
—¿Qué? —dijo en tono retador—. Si se te ocurre algo mejor que hacer con los restos de mermelada, dímelo, por favor.
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La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)
Fanfiction(Legolas x OC) Todo el mundo tiene derecho a escoger su propio destino. Érewyn es la hermana menor de Éowyn y Éomer, y es un auténtico espíritu de la llanura de Rohan, con muchas ambiciones y un pasado misterioso por descubrir. El azar y la guerra c...