El ataque a las Estancias (Parte II)

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—¡ROHIRRIM!

Aquel grito de guerra que tantas veces había escuchado dar a su hermano abandonó sus pulmones de forma automática, sin pensar. Si en aquel momento se trataba realmente de un grito de guerra o más bien de una llamada de socorro, Érewyn lo desconocía.

Se agazapó al tiempo que la bestia daba la última zancada hacia ella, y soltó la mano de Thanion para poder hacer un rápido movimiento hacia delante con la daga. La tentativa alcanzó la pata del huargo extendida hacia ellos y éste rugió y le dirigió una peligrosa dentellada que la rohir logró esquivar a tiempo.

De una violenta patada en las fauces ya cerradas lo hizo retroceder erizando el lomo, ganando así algo de tiempo antes de que se abalanzara de nuevo hacia ella. No había sido una táctica muy elegante por su parte pero, en aquel momento, cualquier recurso era bueno, sobretodo si ayudaba a mantenerse con vida.

—¡Quédate detrás, no te separes de mí! —exclamó por encima de su hombro.

Las bestias no cesaban en su ataque, tal parecía que una vez decidían el momento de acometer se arrojaban sobre sus presas sin vuelta atrás.

Le rechazó de nuevo con una cuchillada que cortó el aire y lo vio gruñir y dudar por primera vez.

Había lucha también en el bosque. Érewyn oía perfectamente los rugidos de más bestias como aquellas, ocultas en la espesura, y gritos en sindarin. Oía las flechas élficas silbar y, de vez en cuando, el impacto de las dagas contra las escurridizas alimañas.

Aprovechando el momento de titubeo del huargo, miró atrás brevemente y encontró a Thanion agazapado muy cerca de ella. «¡Bien, Thanion!», pensó. Desconocía si era a causa de la parálisis que el miedo le producía o bien si se debía a la fe ciega que le profesaba, pero el niño estaba haciendo exactamente lo que Érewyn le ordenaba, y esto facilitaba las cosas. Era una tarea ardua luchar para proteger la propia vida y la de otra persona si aquella se dejaba llevar por el pánico.

Pero otro huargo se acercó desde el flanco izquierdo y Érewyn se vio de repente con problemas para mantener alejadas a las dos criaturas con una sola daga.

Entonces uno de los elfos se deshizo de la alimaña contra la que él había estado luchando y se interpuso entre ellos y el nuevo enemigo al tiempo que éste corría hacia allí. Y, aunque no logró herirlo con la lanza debido a lo rápido que se movía, lo derribó y consiguió darle tiempo a Érewyn para que retrocediera hasta un lugar más resguardado.

Pero aquel guardia no tuvo más remedio que encargarse de otro más que ya dirigía sus fauces y sus garras hacia él, de modo que Érewyn se halló de inmediato a solas ante el peligro, de nuevo. Y las mandíbulas chasqueaban con cada detellada que daban al aire.

La rohir aprovechó la ocasión y, antes de recibir de nuevo el asedio del huargo que parecía haberse obcecado con ella, logró posicionarse entre éste y el cobijo del bosque contrario a la dirección de la que venían las bestias, siempre manteniendo a Thanion a cubierto con su propio cuerpo. Aunque desconocía si aquella vegetación albergaba más horrores.

—¡Aagh! —uno de los elfos centinelas fue herido por las garras de uno de los animales, y otro de ellos se benefició de esto para lanzarse a su cuello como si se tratara de una presa.

Horrorizada, Érewyn vió cómo los dientes desgarraban la yugular del pobre elfo, que cayó inerte al suelo en segundos.

Ahora tan sólo estaban ella y el otro elfo para plantar cara a las cuatro criaturas que les asediaban.

En un gesto rápido recuperó la gruesa capa del suelo y la enrolló en su brazo izquierdo, improvisando así un escudo para aquellas fauces.

Era especialmente difícil herirlos, se movían con la velocidad y la agilidad de un reptil. Y les rodeaban como si supieran exactamente el modo adecuado de hacerlo para cortarles cualquier punto de retirada. Cualquiera que hubiera tenido la mala fortuna de contemplarlos habría pensado que eran capaces de seguir una estrategia como si poseyeran algún tipo de raciocinio básico.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora