El regreso de Legolas. Parte II: Mi remanso de calma

8.3K 424 231
                                    

Capítulo largo y dulzón para el fin de semana. Espero que os guste :)

..::::..

Érewyn despertó perezosamente al calor tímido del sol que entraba por la ventana. Ya estaba avanzada la mañana e incluso a esas horas del día la Caverna jamás dejaba de tener aquel frío abismal al que la rohir casi se había acostumbrado. Pero ese día, mientras se estiraba con los brazos por fuera de las mantas, aún no lo notaba. «Qué raro», pensó. ¿A qué se debería?

Extrañada, se sentó en la cama y se frotó los ojos sin demasiados miramientos. Al abrirlos comprobó el motivo: en la estancia refulgían incandescentes las ascuas de dos grandes braseros: uno en una esquina, junto a la mesa donde estaban ya preparados los cubiertos y platos para su desayuno; y otro junto a la tina llena de agua caliente, lista para que Érewyn disfrutara de un baño nada más iniciar el día. Pero a pesar de la amabilidad notoria de los elfos al alistar todo aquello y su consideración al lograrlo sin despertarla, donde estaba posicionado su asombro aquel día era en los dos braseros.

"¿Y esto?" se preguntaba. No recordaba haberlos visto cuando entró en su alcoba la noche anterior, aunque para cuando lo hizo no se hallaba ya demasiado despierta y anduvo despojándose de su armadura y su ropa con los ojos cerrados y a ciegas hasta llegar a su lecho, en el que se enterró y permaneció sin moverse hasta esa misma mañana.

Entonces sonrió al recordar la frase que el Rey pronunció de forma vaga en el Campamento:

"Haré traer braseros de Ciudad de Valle"

Suspiró, con aquello su alcoba parecía de verdad un hogar acogedor. Y se mentalizó a sí misma de que lo primero que debía hacer esa mañana después de vestirse y desayunar era acudir a darle las gracias al Rey por su consideración al hacer traer esos braseros para ella.

Con energías redobladas, Érewyn saltó de la cama y se despojó de su camisón largo para caminar descalza y desnuda hasta la tina a rebosar de agua humeante. Durante el recorrido se desperezó de nuevo y se rascó la cabeza de rizos enmarañados sin demasiada ceremonia. Un largo y gran bostezo acompañó a tan poco femenino ritual antes de sumergirse en el agua y cerrar los ojos de placer.

—Mmmmhh.... —gimió.

¿Cómo podía un simple baño despertar tales sensaciones? ¡Oh! Pero eso siempre le sucedía cuando disfrutaba de uno después de haber participado en una batalla. Sus músculos doloridos reaccionaban con inmenso agradecimiento generándole sensaciones capaces de dejarla en coma de goce. Pero en el Campamento tan sólo había podido disfrutar de un rápido "baño" en las heladas aguas del arroyo, bajo la atenta vigilancia de los alrededores por parte de Rissien, siempre de espaldas a ella e importunándola con su continua cháchara. Y ni el ambiente ni la temperatura del agua habían sido las óptimas para proporcionarle aquella sensación de placer.

—Por fin...

Y mientras estaba sumergida en la tina con la mente en blanco, Remdess hizo su entrada en la habitación seguida de dos doncellas elfas encargadas de atender a la Dama de Rohan. La rohir les sonrió desde su bañera de piedra.

—Buenos días, Remm. Me alegro mucho de volver a verte.

La elfa se acercó a ella sin titubear y estrechó una de las manos de Érewyn.

—Y yo a vos, mi Señora —murmuró y sonrió levemente la estricta elfa—. Los mensajeros del Rey nos mantuvieron informados acerca de vuestras andanzas en la frontera.

—Sí —dijo la joven—. Sucedieron muchas cosas...

—Y todo acabó bien —concluyó la elfa, sonriente. Érewyn sabía muy bien lo poco que le gustaba a Remm hablar de la guerra, de modo que el hecho de haberse tomado la molestia de mencionar sus "andanzas" podía tomarlo como un verdadero cumplido—. Sabed que os he traído un par de vestidos nuevos —dijo, cambiando el tema de conversación.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora