Namárië!

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La humedad proveniente del Anduin sumada a la baja temperatura, levantaba una espesa niebla que cubría como un velo tenebroso la baldía tierra del este del Páramo. La brisa nocturna jugueteaba con sus formas y la hacía flotar en fantasmagórica apariencia, sacándola del curso del río y ocultando el volumen de las escasas arboledas que se repartían aquí y allá, cerca del Fuerte.

La calma de la madrugada era traicionera; varios intentos de ataque había sufrido la fortificación desde el término de la Guerra del Anillo. Afortunadamente no habían pasado de meros intentos, escaramuzas al pie de la empalizada con el acero de las espadas cantando como una lúgubre canción de cuna.

Era trascendental mantener los ojos bien abiertos a esas horas, cuando el sueño hacía bajar la guardia. Todos lo sabían: atacantes y defensores, y estos últimos utilizaban sus mejores bazas para evitar sorpresas. Y esas bazas eran los miembros con la visión más aguda del Fuerte y con el sueño más difícil.

En la Torre Este, comunicada con la pasarela superior de la empalizada en la que patrullaban los guardias de turno, una silueta se hallaba inmóvil, la vista clavada en la niebla del Páramo y más allá, escudriñando el límite de éste: el Anduin, que apenas se divisaba entre la espesa bruma. Algo había llamado su atención en aquel lugar, algo que se movía con sigilo aprovechando la poca visibilidad. Pero los ojos de aquel vigía eran expertos y la niebla cambiante delataba los movimientos de aquello que aún no identificaba.

Los ojos azules se entornaron aún más. Guardaba la calma, no era menester hacer saltar la alarma por un coyote, pero su cautela no disminuyó un ápice. Su experiencia tras cientos de noches vigilando la periferia noroeste de Edoras le había dotado de un don especial para distinguir las amenazas reales de las falsas alarmas.

Pero el tiempo había pasado desde aquellas noches de vigilia en las que había aprovechado también para dejar vagar su mente entre aspiraciones y fantasías. De aquel muchacho joven y vivaz poco quedaba en el guerrero distante que vigilaba el Páramo con perseverancia.

Y es que, ante la persistente niebla, en la torre de la empalizada, se alzaba Alheim, imponente, con el rostro cruzado por cicatrices y los ojos carentes de la expresión amable y la luminosidad que lucieran años atrás.

Había pasado más de un año desde que tomara el control del Fuerte del Páramo como Mariscal del Folde Este, y en ese tiempo, Alheim había aprendido a dejar su mente en blanco cuando la situación lo requería. Ya no dejaba vagar sus pensamientos en posibles aspiraciones. Ya no pensaba en ella.

Y lo lograba tanto si la situación era calma como si se batía en feroz lucha sobre el enfangado suelo de las Tierras Pardas, más allá de las fronteras de Rohan.

Mantenía a Érewyn lejos de sus recuerdos cuando se transformaba en el guerrero despiadado que con tanto ahínco había cortado el paso a las hordas Balchoth que habían intentado entrar en Rohan en una tentativa tras otra.

También lo hacía cuando montaba guardia cual soldado raso en la cima de la torre del vigía, al extremo más oriental de la muralla que rodeaba la pequeña ciudadela que existía en el Fuerte, tal como hacía esa noche.

Pero cuando sus obligaciones le concedían una tregua, o bien cuando el viejo y experimentado Marhari, su segundo al mando, le urgía a guardar un necesario descanso, entonces su mente salía de aquel estadío de inactividad y Alheim tenía que lidiar con la imagen tormentosa de unos ojos verdes como el pasto de la llanura, expresivos y hermosos, y con una risa que azotaba su mente de igual modo que si en verdad la estuviera escuchando, y con cientos, miles de recuerdos de su infancia, de su adolescencia, de su juventud. De promesas realizadas y no cumplidas. De infinidad de confidencias intercambiadas, de sueños, de deseos. Y aquellos que asaltaban su razón no eran recuerdos felices para él, a pesar de la paz de otros tiempos y la nostalgia que evocaban; a él esa paz no le invadía.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora