La batalla afuera de la caverna había concluido. Eglaron daba las últimas órdenes en el campo de batalla frente al desfiladero por el que hacía una hora que no salía ningún enemigo, y se disponía a recibir también el parte de información acerca de los límites del bosque, en el Este, y de las Estancias. Con el Rey dentro de la guarida de los orcos el heredero era quien había quedado al cargo de todo, y Eglaron cumplía con su deber sin mostrar señal alguna de cansancio.
Érewyn recibió los primeros rayos del sol observando al príncipe. Eglaron llevaba su armadura ligera de color verdoso apenas manchada de alguna salpicadura de sangre. Era como si no hubiera combatido en absoluto, o como si hubiera sido capaz de evitar que la sangre de los orcos mancillara sus protecciones.
Vio a los demás guerreros que hablaban con él rendirle sus respetos antes de marchar para cumplir las órdenes del heredero de Thranduil, y entonces la joven se armó de valor y se acercó a él antes de que se dispusiera a ocuparse de otros menesteres.
—¡Eglaron! Ehh... Mi señor —adecuó su tono de voz al darse cuenta de que había gritado y carraspeó. Eglaron caminó hacia ella con una sonrisa franca plasmada en los labios.
—¿Qué se le ofrece a nuestra princesa guerrera?
Érewyn retorció un extremo de su jubón de cuero antes de responder.
—Quiero entrar... en la cueva.
Al contrario de lo que Érewyn había esperado por parte del heredero de Thranduil, Eglaron no se deshizo de su sonrisa. Al contrario: ésta adquirió la suavidad de la ternura.
—Lo sé, Érewyn. Pero está muy oscuro allí abajo. Una caverna no es igual que un campo de batalla abierto. La sensación al estar ahí es claustrofóbica y aterradora.
—Pero... Eglaron... —insistió. Pero finalmente guardó silencio. Aunque desesperaba por ver a Legolas, lo cierto era que por más esfuerzos que Érewyn llevara a cabo ninguno sería decisivo para acelerar que su príncipe volviera sano y salvo. Nadie mejor que el mismo Rey para sacarle de allí, eso lo tenía muy presente. Y tampoco se creía con derecho a pedir que lo trajeran de vuelta. Era al hermano de Legolas a quien se estaba dirigiendo. Pedir esfuerzos extras estaba completamente fuera de lugar—. Ojalá tengan todos mucho cuidado allí abajo —concluyó.
Eglaron continuó sonriendo con dulzura.
—No os preocupéis. Le traerán de vuelta —aseguró él como si hubiera adivinado sus pensamientos.
Y dicho esto se encaminó hacia el desfiladero y desapareció por él.
Érewyn se quedó atrás hasta que la silueta del príncipe se perdió en la vaguada y volteó suspirando.
A su alrededor, por todas partes, los elfos se ocupaban de sus muertos. Ella queria hacer más por todos ellos, deseaba sentirse útil para aquel pueblo luchador y entregado, pero le parecía invasivo ofrecer su ayuda para retirar cadáveres. Los elfos sentían las muertes de sus congéneres como si fueran sus hermanos de sangre, y les lloraban mientras los levantaban del campo de batalla. No era para menos, muchos se conocían desde niños y desde hacía miles de años.
No, definitivamente, y viéndola desde el respeto que le significaba, aquella no era una tarea idónea para ella.
Oteó por el lugar de la batalla, ahora embarrado y cubierto de nieve sucia, y no tardó en localizar a Gamelin y a Rissien, que se habían ofrecido para amontonar los cadáveres de los orcos en una pestilente pira a la que más tarde prenderían fuego.
Pero Érewyn no poseía la fuerza suficiente como para mover semejantes moles, de modo que tampoco podía hacer nada por ayudarles.
Y los caballos ya habían sido convenientemente atendidos.
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La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)
Fanfiction(Legolas x OC) Todo el mundo tiene derecho a escoger su propio destino. Érewyn es la hermana menor de Éowyn y Éomer, y es un auténtico espíritu de la llanura de Rohan, con muchas ambiciones y un pasado misterioso por descubrir. El azar y la guerra c...