El Pacto de los Pueblos Libres

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¡Lo conseguí! ¡Actualicé antes de lo que esperaba! De echo son las 00:30 de la noche, he acostado a mi hija, que ha tardado lo suyo en dormirse, y luego me he puesto con las correcciones. Ahora mismo estoy que me caigo de sueño...

Me voy a dormir ya y os dejo el nuevo capi. Espero que os guste tanto como a mi me gustó escribirlo. ¡"Thrandu" me tiene el corazón robao! XD

Agradezco cualquier comentario o crítica y, como siempre, ¡gracias por leer!

***

Amaneció, y todo apuntaba a que iba a ser uno de los días más calurosos de lo que llevaban del mes de junio.

Érewyn y Éowyn habían escogido para vestirse unos sencillos y ligeros vestidos de algodón. El de Érewyn de color blanco, mangas cortas y escote redondo, y el de Éowyn de color azul, media manga y escote cerrado.

A pesar de la frescura de los tejidos, las norteñas no se estaban adaptando nada bien al calor.

En Rohan también hacía mucho calor a aquellas alturas del año pero nada en comparación con las temperaturas extremas de Gondor.

- Estoy seguro de que si cascamos un huevo ahí, se freirá. - Masculló Éomer, señalando la superficie de la balaustrada de piedra en la que ya azotaba un sol de justicia a aquellas horas de la mañana.

- Apuesto lo mismo. - Murmuró Érewyn.

- No seáis exagerados. El sol siempre es augurio de sucesos positivos. No deberíais recibir tan enfurruñados un día como el de hoy. Este sol de justicia es una señal, estoy segura.

Éomer y Érewyn se miraron, ambos con expresión lastimera. Éowyn era la que mejor se aclimataba a las temperaturas calurosas, pero en el invierno, solía vagar siempre en las estancias en las que el hogar crepitaba con fuerza. Huía del frío.

Ellos dos, en cambio, eran criaturas que se derretían con mucha facilidad. Éomer había evitado vestirse con su elegante casaca, reservada especialmente para aquel día, y su torso se cubría con una fina camisa de color hueso, y mangas largas pero anchas. Y aún así, parecía que le sobraba todo. Llevaba las sienes empapadas en sudor.

- Como sea. Espero que en esa torre corra algo de aire fresco, porque creo que me moriré si no es así. Será el reinado más corto de un rey en Rohan...

Éowyn rodó los ojos y se adelantó a ellos, apresurando el paso. Odiaba cuando los dos se ponían de acuerdo en el negativismo. Eran como almas en pena cuando empezaba el verano...

Los tres hermanos subieron la escalinata que ascendía hasta la Torre de Ecthelion, y una vez dentro, comprobaron, aliviados, que el calor no conseguía vencer aquellos gruesos muros de piedra.

Aunque la penumbra lo cubría casi todo, entraba algo de luz por unas pequeñas ventanas, y ésta iluminaba una gran mesa colocada estratégicamente en el centro del haz de luz.

En cuanto entró, Érewyn localizó a los sirvientes, que ya estaban preparados en los flancos de la sala, casi invisibles, con jarras llenas de agua fresca. Se acercó a uno de ellos y le susurró algunas palabras lastimeras. El sirviente escondió una sonrisa y le sirvió una copa de agua fresca que Érewyn vació en un santiamén.

- Sois demasiado delicados los rohirrim. - Dijo una voz inconfundible desde la zona de sombras.

- Y los elfos demasiado pretenciosos. - Respondió Érewyn sin molestarse a mirar hacia allí.

- Estás preciosa. - Susurró la voz, justo encima de su oreja, y Érewyn dio un respingo tal, que la copa casi cayó al suelo. El camarero tuvo más reflejos y la atrapó discretamente.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora