La esencia del bosque

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Finalmente las vacaciones se terminaron. Regresó la rutina y con ella, mi adorada historia "La luz de Edoras". 

Traigo ideas nuevas, situaciones chispeantes y muchas ganas de escribir. Lo cierto es que necesitaba este parón, me ha venido muy bien el descanso para recobrar fuerzas.

¡Muchas gracias a todos por la espera, los votos y los mensajes cargados de energía que me habéis enviado! ¡Os adoro!

Sin más, os dejo con el capítulo. 

¡Gracias por leer!

¡Disfrutadlo!


***

— No te esperaba en mis aposentos tan temprano, ionneg... O tan tarde, según se mire — suspiró Thranduil.

Legolas aguardaba la respuesta de su padre a la información que acababa de darle hacía sólo unos instantes. El único movimiento detectable en las estancias silenciosas del Rey Elfo era el de las vaporosas cortinas flotando a merced de la brisa en la madrugada.

Thranduil, con calma, se sirvió un poco de vino en una copa de fino cristal, algo ahumado, blanquecino y con elegantes grabados en su translúcida superficie.

El decantador rellenado con los caldos de Dorwinion, tan apreciados por el Rey Elfo, hizo un agudo sonido al ser devuelto al lugar que había estado ocupando, en preferencia, sobre una oscura cómoda.

El néctar dio vueltas en la copa y Thranduil se deleitó con su aroma, pensativo, antes de dirigirse a su hijo de nuevo.

— Y, ¿es posible que nuestra querida Dama de Edoras comience a sentir algún tipo de interés o curiosidad por los grandes bosques?

La pregunta pilló desprevenido a Legolas. No esperaba que su progenitor le fuera a salir con esas. Mantuvo la compostura y respondió de la forma más sincera que pudo.

— Lo desconozco, aunque creo que sería maravilloso. Yo la he invitado para conocer la belleza de Ithilien.

Los ojos de hielo del rey le buscaron durante el silencio que Legolas forzó, y el príncipe los enfrentó un instante antes de continuar.

— Su padre fue un gran guerrero de los bosques. Ella jamás tuvo la dicha de experimentar la felicidad que el bosque nos regala. Quiero ser yo el afortunado que se lo muestre por primera vez.

Thranduil alzó sus cejas y sonrió forzadamente.

— Tus palabras te honran — otorgó el rey. Sus pasos se movieron hacia Legolas mientras la mirada inquisitiva no abandonaba el rostro de su hijo —. Pero no cometas estupideces, ionneg — le advirtió, acariciando su mentón con el dedo índice. Legolas negó rápidamente. Sabía perfectamente a qué se refería su padre.

— Yo no soy Eglaron, Adar — le recordó —. Y el honor de Érewyn está por encima de todo. Nada malo ocurrirá, te lo prometo. — Thranduil sonrió de nuevo.

— Lo sé.

El Rey Elfo caminó a paso lento, y al pasar junto a Legolas posó su mano sobre el hombro izquierdo de su hijo, cubierto ya con las protecciones de piel que formaban parte de su atuendo predilecto, y con las correas de su inseparable carcaj.

— Pero, permíteme añadir un pequeño detalle a esta, tan inusual comitiva.

Obedeciendo una breve e imperceptible mirada, Tulion permitió el paso a los aposentos de su Rey a cuatro miembros de la guardia real de Eryn Lasgalen, ataviados con la armadura reglamentaria, yelmo incluído, y portando sus armas: arco, flechas y dagas.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora