Los tragaluces, inteligentemente perforados en las paredes de las Estancias del Rey Elfo, permitían a los rayos del sol llegar hasta el interior rocoso de la colina, en forma de haces de luz que iluminaban de forma parcial determinadas zonas de la Biblioteca Real y mantenían en penumbra otras.
Curiosamente, las zonas de trabajo se concentraban alrededor de tales fuentes de luz, y las estanterías que contenían innumerables libros y pergaminos, se hallaban en zonas más oscuras. Era bien sabido que la luz deterioraba el papel y los elfos aplicaban ese conocimiento para conservar sus libros.
Bajo la influencia de uno de aquellos haces de luz, sentada frente a un escritorio de madera oscura y acabado elegante, pergamino delante y pluma preparada en su mano vendada aún, se hallaba Érewyn. Con la mirada perdida a través de la lucerna que hacía las veces de ventana y que poco dejaba entrever del jardín secreto que albergaba el corazón del hogar de Thranduil, oía la voz grave de Rûdhon hablándole de la estirpe de Finwë .
—Lady Érewyn... ¡Lady Érewyn!
Ella reaccionó, al fin, mediante un respingo y un parpadeo rápido, al llamado de Rûdhon.
—Disculpadme, maestro... Me distraje —musitó, encogiéndose en su asiento y posando la mirada en las escasas anotaciones de su pergamino. La dureza del rostro de Rûdhon era difícil de enfrentar durante largo rato.
—Mi señora... —masculló el Consejero de Thranduil, con tono de cansancio—. Tan sólo dos semanas y media impartiéndoos conocimientos han bastado para reparar en que enseñaros algo útil es tan fácil como adiestrar a una piedra a cantar.
Ella frunció el ceño. El enrevesado y elegante insulto de Rûdhon la había dejado sin respuesta posible. Y sólo se había distraído una vez aquel día.
¿Qué podía hacer ella? Su maestro hablaba en un tono tan monótono que todo cuanto explicaba le resultaba casi imposible de diferenciar. Todos los nombres de reyes elfos sonaban igual de sus labios, y la mente de Érewyn era, a esas alturas, un batiburrillo de gestas, reinados y conspiraciones que no alcanzaban ni a una quincuagésima parte de la historia de los Sindar en Arda. Pero, obviamente, eso no podía decírselo.
Suspiró y se enderezó en su asiento, la pluma dando gráciles vueltas entre sus dedos nerviosos. Rûdhon le recordaba demasiado a su última institutriz.
—Retiráos por hoy —ordenó el estricto elfo—. No creo que logremos avanzar mucho en la media hora que resta si no os encontráis con buen ánimo para estudiar. Además esa mano vuestra aún no está en condiciones óptimas para escribir. Vuestra caligrafía es horrorosa.
—Pero...
—Mi señora —la silenció Rûdhon—. Retiráos.
Érewyn apretó los labios sin osar replicarle. Debía comportarse como una dama educada y respetar el criterio de Rûdhon, aunque eso significara aceptar el menosprecio a sus propias razones y a su estado de ánimo.
Se levantó de la butaca, procurando que las patas de ésta no hicieran ruido contra el suelo pulido de piedra. Enrolló con pulcritud sus pergaminos y llevó sus útiles de escritura hasta el armario correspondiente de la biblioteca. Por último, se echó a los hombros su cálido chal de lana gondoriano, realizó una reverencia de cortesía y, con sus nulas anotaciones bajo el brazo, Érewyn salió de la enorme biblioteca.
A continuación comenzó la clase de Arte. La princesa de Rohan tenía esperanzas de que fuera más agradable que la de Historia; siempre le resultaba más interesante el estudio de las pinturas existentes en el palacio del Rey Elfo que las gestas del pasado. Pero aquel día a Glaerphen, su maestro de esa materia, se le ocurrió hacerla leer en voz alta algunas estrofas de una antigua canción muy conocida y analizarlas. Y ahí Érewyn se vio perjudicada por su aún pobre nivel de Sindarin. Y la clase transcurrió entre los titubeos de ella y las correcciones, cada vez más desprovistas de paciencia, de su maestro.
ESTÁS LEYENDO
La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)
Fanfiction(Legolas x OC) Todo el mundo tiene derecho a escoger su propio destino. Érewyn es la hermana menor de Éowyn y Éomer, y es un auténtico espíritu de la llanura de Rohan, con muchas ambiciones y un pasado misterioso por descubrir. El azar y la guerra c...