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Sabía con seguridad que ella estaba en las Estancias, de modo que fue extraño oírla cantar en mitad de aquel sopor casi mortuorio, consciente, a pesar de su debilidad, de que lo último que había visto antes de cerrar los ojos fueron las frías paredes de una cueva.
Y su voz le trajo de vuelta, y cuando el dolor de su pierna le despertó del todo la vio a su lado, aguardando su retorno, víctima de quién sabe cuánto tormento.
Él apenas podía hablar, las frases que lograba formular era cortas. Intentó alzar una mano para tocar su mejilla, enroscar en sus dedos los adorables rizos castaños, o secar gentilmente las lágrimas que brotaban de aquellos ojos verdes tan amados tornándolos vidriosos. Pero todo esfuerzo era en vano: sus extremidades no le obedecían y al final los párpados le pesaron tanto que no pudo mantenerlos abiertos más tiempo.
Todo se volvió negro para él por segunda vez, pero en esa ocasión la oscuridad fue clemente y le permitió dormir sin sueños, sin preocupaciones, sin ser consciente de cuánto tiempo había permanecido atrapado en el más total vacío que ya no era tan sobrecogedor tras haber visto fugazmente el rostro de su amor.
¿Qué había sucedido después de que matara a Tornstabber? Poco era lo que podía recordar: el cadáver yaciente de su adversario, sus propias fuerzas abandonando su cuerpo, Landaer interponiéndose entre él y los orcos que invadían el corredor... Y después de eso había soñado con ella... ¿O no?
No, la vio a su lado, Érewyn lloraba y le susurraba frases amables para inducirle al sueño, y la había escuchado cantar, pondría la mano en el fuego.
Horas después el mundo a su alrededor cobró vida otra vez y el sonido se abrió paso en la nada de su mente. Legolas comenzó a moverse pero su fuerza era aún inexistente y algo tan simple como alzar la cabeza era para él una gesta inenarrable.
Tenía los labios resecos, la lengua pegada al paladar, áspera y seca, y creyó que, por más que lo intentara, ningún sonido iba a salir de aquella garganta suya, de modo que optó por abrir primero un ojo para ver dónde diantres estaba él y para ver si Érewyn estaba en verdad a su lado.
El techo era de tela, la luz era la justa para que no le molestara y algún que otro rayo de sol atravesaba la amplia estancia. Escuchó la brisa y oyó el trinar de un pájaro. Pero por encima de todo, sintió una presencia a su lado, y lo que creyó el sonido de la brisa era su voz tarareando una melodía lenta y suave como una canción de cuna.
Tragó. La garganta le dolía y cerró aquel ojo. Respiró profundamente y entonces la melodía se detuvo.
—Buenos días, mi amor.
Movió el rostro hacia la voz y vio a Érewyn inclinarse sobre él para posar un dulce beso en sus labios.
—Mel nîn... —su voz sonó rota.
La buscó tanteando a ciegas con las manos y esta vez sí, la halló. Las enterró en la calidez de su cabello, recogido a medias y abrió ambos ojos.
—Mel nîn... ¿No te soñé?
—No —respondió ella, y dejó escapar una tímida risa—. Pero has dormido una noche y un día enteros, Legolas. Tómatelo con calma hoy.
Ni para refutar tenía energías. Legolas asintió obedientemente, pero trató de incorporarse. Una primera inspección general de sí mismo le permitió comprobar que, uno: estaba tumbado en una superficie acolchada y cómoda, en lo que parecía una tienda de tela como las que usaban en los campamentos base; dos: llevaba vendados el hombro y el muslo y este último le provocaba pinchazos agudos y desagradables; y tres: se mareaba.
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La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)
Fanfiction(Legolas x OC) Todo el mundo tiene derecho a escoger su propio destino. Érewyn es la hermana menor de Éowyn y Éomer, y es un auténtico espíritu de la llanura de Rohan, con muchas ambiciones y un pasado misterioso por descubrir. El azar y la guerra c...