Cartas

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¡Hola a todos! ¡Regresé! XD

¡Siento muchísimo la espera! Este último mes y medio ha estado lleno de compromisos e imprevistos. He tenido tres cumpleaños y un aniversario en mi casa, así que fiestas, regalos y mucho estrés por doquier... En fin. Al menos la tranquilidad regresó al calor de mi hogar XD

Y con ella "La luz de Edoras".

Este es un capítulo lleno de melancolía, de detalles y descripciones, de vida cotidiana. De transición. Aunque espero que os guste, ¡me costó muchísimo escribirlo!

Y aunque os parezca corto, tengo el siguiente ya en revisión, y podré subirlo dentro de tres o cuatro días. De modo que esta vez la espera no será tan larguiiiiisima.

¡Os dejo ya con el capítulo!

¡Disfrutadlo!

***

.:: En Edoras ::.

Respiró profundamente antes de la ejecución.

Eso era para ella. A pesar del buen fin, no dejaba de estar arrebatándole la vida a un ser, que, aún siendo peligroso, era inocente. Un ser vivo más cuya peculiaridad para cazar suponía una alarma constante para los granjeros y sus familias, habituados a estar siempre en los campos.

Pero si con la muerte de aquel ejemplar podía asegurar la vida de unas cuantas personas, habría valido la pena el trance.

La sujetó firmemente por la cabeza y le dio un golpe seco con el filo de su daga. De un tajo cortó la médula espinal, y Érewyn supo que el pobre animal había dejado de sentir. Su muerte por lo menos sería indolora.

Arrugó el rostro y limpió la sangre del filo de la daga antes de guardarla de nuevo en su vaina. El reptil aún se movía cuando lo soltó en el suelo. Se incorporó y lo miró.

Las serpientes escupidoras no eran reptiles demasiado grandes, no era su tamaño lo que las hacía peligrosas. Sus madrigueras solían estar en zonas de hierba alta, como los campos de heno y los trigales maduros. Eso solía ser un problema en época de siega ya que, al final del verano las celosas madres y sus crías infestaban los campos, y las mordeduras accidentales solían dar muchos problemas. Pero lo peor de todo, lo que las hacía más peligrosas, era que tenían la capacidad de escupir su veneno a medio metro de distancia, con la intención de cegar a sus enemigos.

Una de las tareas que Érewyn se había autoasignado era la caza de serpientes venenosas.

Estaban a mediados de abril, en plena época de cría. Era el momento de cazar serpientes, ya que, con el celo, estos reptiles se volvían menos cuidadosos y se arriesgaban a salir a campo abierto con tal de encontrar una pareja. Y allí podían ser vistos.

Además, con el veneno que les extraía, Érewyn estaba fabricando antídotos mediante el proceso largo. De este modo, para cuando estuvieran en época de siega tendrían un buen arsenal de antídotos preparado para tratar las mordeduras.

Se limpió de sangre las manos en sus propios pantalones, aunque la mayor parte ya se había secado y producía un olor bastante desagradable.

Tomó a la serpiente muerta del extremo de la cola y la introdujo en una bolsa de piel curtida, en la que aguardaban otros dos ejemplares.

Con aquellos calculaba que podría fabricar un cuarto de litro de antídoto.

Cerró la bolsa anudando las correas y comenzó a caminar, alejándose de la zona de las madrigueras de serpiente.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora