En el Morannon, vacío ya de enemigos, Gandalf daba algunas órdenes a Merry y a Pippin antes de llamar a Gwaihir. Se marchaba al Monte del Destino. Estaba decidido a encontrar a Frodo y Sam costara lo que costara.
Merry y Pippin obedecieron enseguida y comenzaron a buscar supervivientes entre los soldados que yacían por doquier. Iba a ser una tarea dura.
Entretanto, Éomer había reclutado unos cuantos jinetes para reunir los caballos de su ejército. Esperaba que hubiesen podido escapar a tiempo de las garras de orientales y orcos. Los caballos tenían un sexto sentido que les guiaba cuando la situación era desesperada y el peligro se cernía sobre ellos, de modo que Éomer esperaba encontrarlos bastante lejos de las Ered Lithui.
Su idea era reunirlos y enviar con ellos de vuelta a Minas Tirith a los heridos que necesitaran atención médica urgente.
La parte más dura le tocaba al príncipe Imrahil y a los pocos sanadores que habían viajado con la compañía. Eran quienes atendían a los heridos más graves y decidían cuánto tiempo les quedaba de vida. La posición de algunos era señalizada clavando sus espadas junto a ellos, para facilitar su desalojo cuando los caballos hubieran regresado. Otros simplemente le dedicaban al príncipe las últimas palabras. En su recorrido por el Morannon, Imrahil escuchó multitud de últimos pensamientos, tristes y dolorosos, todos dedicados a sus seres queridos, a sus tierras o a la gloria conseguida en la batalla.
Eran muertos victoriosos, pero muertos al fin y al cabo, la parte más cruda de cualquier guerra ganada o perdida.
Mientras tanto, Aragorn, Gimli y Legolas atendían a los heridos leves.
Todos debían actuar con rapidez. De su celeridad dependía la supervivencia o no de algunos heridos. Las heridas podían infectarse en el camino de vuelta si no se daban prisa en sacarles de allí.
Éomer regresó no mucho más tarde con buena parte de los caballos. El resto de sus jinetes buscaba a los demás. Como buen señor de los caballos, Éomer era experto en conducirlos y la manada obedecía sin rechistar, siguiendo el trazado que él iba marcando.
Fauk obedecía a su jinete, liderando la manada, feliz. Estaba empapado en sudor. Éomer lo había encontrado no muy lejos de allí, en dirección a Dagorlad, y cuando el caballo había trotado contento hacia él en respuesta al característico silbido del rohirrim para llamarlo, Éomer había sonreído de oreja a oreja y había corrido hacia él como un loco. Jamás se había alegrado tanto de ver a su caballo. Le perdonó instantáneamente su huída a Lossarnach durante la batalla del Pelennor.
Al llegar al Morannon, Éomer se bajó del caballo, buscó en su alforja un pedazo de tela más o menos limpio y se presionó la clavícula con él. La herida del Pelennor se había vuelto a abrir, aunque ya había dejado de sangrar. Magullado y sucio, el Rey de Rohan podía estar contento, aquella había sido, con diferencia, la batalla más cruenta que había luchado en su vida y en la que había salido menos mal herido.
Mientras montaban a los supervivientes en los caballos, Aragorn se apresuró a atender al joven que le había salvado la vida. Le había encontrado con medio cuerpo sepultado bajo el cadáver de un enorme Uruk Hai. Entre él y Gimli habían apartado casi con desprecio al orco para liberar al joven. El hedor de la horrenda criatura era suficiente para mantener en coma a cualquiera.
El muchacho tenía un feo golpe en la cabeza que no paraba de sangrar y Aragorn trató de limpiarle la herida lo mejor que pudo con agua limpia de su propio odre.
El montaraz volcó el contenido de su zurrón y rescató un par de hojas de Athelas secas. Las restregó entre sus manos e hizo que Alheim aspirara el aroma.
En pocos segundos el chico recuperó el conocimiento, quejándose por el dolor de cabeza.
– ¿Cuántos dedos ves, muchacho? – Preguntó enseguida Aragorn, mostrándole dos dedos de su mano derecha. El chico trató de enfocar la visión y procesar la pregunta, aún con la cabeza embotada por la conmoción.
ESTÁS LEYENDO
La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)
Fanfiction(Legolas x OC) Todo el mundo tiene derecho a escoger su propio destino. Érewyn es la hermana menor de Éowyn y Éomer, y es un auténtico espíritu de la llanura de Rohan, con muchas ambiciones y un pasado misterioso por descubrir. El azar y la guerra c...