1. Edoras

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Capítulo 1. Edoras

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La llanura parecía brillar bajo el sol de primavera. Los pastos, verdes y jugosos alimentaban a los caballos que, dócilmente, pastaban en las inmediaciones de los pueblos.

Corrían tiempos de paz, pero siempre debían estar preparados para lo que pudiera pasar. Tras la última reunión del Concilio Blanco parecía que las tinieblas comenzaban a abandonar el Bosque Oscuro, aunque desde Dol Guldur, lugar marcado para siempre por el mal, criaturas siniestras habían comenzado a sembrar el caos en la tranquila tierra de Rohan.

Por suerte, vasto era el ejército del rey Théoden y sobradamente poderoso para hacerse cargo y expulsar la oscuridad hasta más allá de las lindes de Fangorn o Lórien, donde los habitantes de los bosques se encargaban de ellos. Aunque unos pocos conseguían regresar al Bosque Oscuro, donde se ocultaban y volvían a hacerse fuertes.

Un pequeño destacamento volvía a la ciudad llevando reportes de los puestos de vigilancia. El estandarte de los rohirrim que ondeaba al viento, suave tela verde con un caballo blanco, mostraba la fortaleza del pueblo de los jinetes e imponía respeto a las criaturas que lo observaban. El paso de los caballos era tranquilo, pausado. Théodred y Éomer encabezaban el grupo, con sus armaduras intactas y prácticamente tan brillantes como cuando salieron de Edoras.

Pese a la aparente confianza, un halo sombrío se cernía sobre los soldados que marchaban en silencio, sin las acostumbradas arengas batalliles que solían acompañar la vuelta a casa. 

Algo había diferente en Rohan. Lo podían oler en el aire. Las inmediaciones de los bosques ya no eran un lugar seguro y desde Fangorn llegaban extraños y perturbadores sonidos. 

Y mientras volvían a casa una sombra les veía acercarse. Agazapada en la ventana más alta del Castillo Dorado, les había visto desde hacía horas, en la lejanía. Y al divisar a Éomer y Théodred la sombra se incorporó y desapareció por la escalera más cercana.

 Y al divisar a Éomer y Théodred la sombra se incorporó y desapareció por la escalera más cercana

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—Me refiero a los nuevos enemigos —decía Théodred. Los dos primos conversaban mientras se acercaban al castillo. Ya habían atravesado la puerta de Edoras y cabalgaban al paso, mirando distraídamente los quehaceres de los habitantes de la ciudad.

—¿A qué nuevos enemigos te refieres? —contestó Éomer.

Llegados al pie de la larga escalera, ambos bajaron de los caballos y tendieron las riendas a los mozos que se apresuraron en poner las bestias a la sombra en el establo.

Théodred no contestaba y Éomer le miró intrigado. El rostro de su primo transmitía intranquilidad. Parecía estar meditando las palabras correctas con las que expresarse.

—Durante la batalla... sólo por un segundo... —murmuró Théodred, con la mirada perdida—. Me pareció ver un ser enorme... Parecido a un orco pero el doble de grande, y fuerte... Luego desapareció en el bosque.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora