Adiós a Edoras

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Dedicado a Compulsive_Reader
Gracias por tener siempre un pedacito de tu tiempo para esta historia.

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—Va a ser difícil el regreso... Siempre voy a tener buenos recuerdos de esta tierra y sus gentes.

—Nosotros también te vamos a extrañar, Gimli —respondió Érewyn. Observaba al enano mientras éste acababa de alistar las pocas pertenencias que poseía y que siempre llevaba encima, para partir con el resto de huéspedes de Edoras—. Pero recuerda que ésta siempre será tu casa, y que las Cavernas Centelleantes aguardan a que los enanos descubran sus secretos.

Gimli sonrió afablemente y dedicó una mirada cariñosa a la joven.

—Aún no entiendo cómo tu hermano ha sido capaz de desprenderse de tal maravilla en favor nuestro... Aunque tras escuchar las palabras que dirigió al pueblo en la ceremonia de Coronación puedo entender que Éomer no les da valor a los tesoros —comentó el enano, pensativo.

—Te equivocas —replicó Érewyn—, que sea un poco bruto no quita que Éomer no sepa ver el justo valor de las cosas. Para él los tesoros de Edoras son posesiones del pueblo: pertenecen a todos. Y el pueblo tiene derecho a sacar partido de ellos si la situación lo requiere. Así lo entiende él. Además, ¿qué otro valor pueden tener el oro y las joyas si no el de permitir a la gente vivir más holgadamente? A fin de cuentas, el oro no se come, Gimli.

El enano negó con la cabeza al oír tan sencillo argumento y resopló.

—Estáis hechos de la misma pasta...

Érewyn rió, pero no dijo nada más.

Gimli siguió guardando en su zurrón algunas pertenencias, bajo la mirada despistada de la rohir.

Era cierto, ella y Éomer se parecían mucho más de lo que los ojos permitían apreciar. Ambos lo habían visto claro, el uso de parte del tesoro de Scatha para asegurar el porvenir de Rohan era la solución de los problemas a corto y largo plazo.

Ese había sido el Símbolo de la Coronación de Éomer, y la gente lo había entendido como la salvación que su Rey les tenía reservada, tal y como él había previsto. El pueblo estaba ahora tranquilo, sabiéndose en manos de un Rey que, ante todo, miraba por la seguridad de los habitantes. Tenía a la totalidad de la población en el bolsillo además de al ejército. Sólo algunos miembros del consejo de Edoras y el Tesorero Real se habían mostrado disconformes, pero ante el soporte arrollador del pueblo a Éomer, no habían osado a decir ni "mu". Nadie se había opuesto al criterio del joven Rey.

Gracias a las joyas tendrían grano y habría nuevas incorporaciones en las filas del ejército. Éomer instauró un sueldo mínimo incluso a los cadetes, de forma que podían contribuir con la economía familiar estando en el ejército, algo que hasta ahora no era posible. Los únicos sueldos que se habían pagado hasta el momento en el ejército de Rohan eran los de los mandos. Los soldados rasos no habían cobrado jamás ni una sola moneda.

Se enviarían, además, mensajeros a los hombres del Bosque y a los Drúadan, amigos y aliados fieles, para comunicar que, si había entre ellos quien quisiera unirse a las filas de Rohan, eran bienvenidos y serían recompensados.

Además, Éomer había retirado la obligación de pagar tributos a aquellos cuyas cosechas habían sido dañadas por los Balchoth, de modo que quedaban exentas las familias modestas, y la cantidad de grano que aportaba cada familia al Rey venía dada en función de su cosecha. Se veían beneficiadas con esto las aldeas que lindaban con el Isen, en el Folde Oeste, y con el Anduin, en el Folde Este, cuyos campos se hallaban muy maltrechos tras la guerra contra Isengard y las incursiones de los Balchoth.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora