Deseos cumplidos

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La compañía viajó durante cuatro días a través de la nueva ruta abierta en el Este de Rhovanion. El camino recorría la linde del bosque de Norte a Sur, y rara vez se adentraba en la espesura. De ese modo evitaban los peligros que aún moraban por aquellos lares a la vez que mantenían la vigilancia sobre las tierras de los salvajes al Sur del Celduin.

Pero a pesar de estar flanqueados por peligros reales, los integrantes de aquel gran grupo no sufrieron imprevisto alguno ni sorpresa indeseada. Tan sólo se cruzaron con algún pequeño destacamento de hombres del bosque que les saludaron sin gran ceremonia, y también con una caravana de mercaderes rohirrim quienes, al reconocer a Érewyn, se deshicieron en cortesías con ella.

Aparte de aquellos encuentros, nada cabía destacar, tan sólo tranquilidad.

—¿No es maravilloso?—suspiraba Rissien durante un descanso de la vigilancia durante el que cabalgaba con el grupo central del que formaba parte su prima—. El mundo entero parece diferente, este bosque, estos árboles, el sol... Todo es distinto a como fue antes de marcharme.

Érewyn sonreía con la mirada. Su primo transmitía positivismo a cualquiera que tuviera la fortuna de hablar con él.

—Ese es un hermoso sentimiento —reconoció, sonriendo divertida ante la expresión de éxtasis que lucía Rissien en el rostro.

—Hace tanto tiempo que no pisas este lugar que la nostalgia te invade, Rissien —replicó Remm, no obstante. La practicidad la dominaba en cualquier ámbito. Pero al ver la cara de su Señora se apresuró a añadir—, pero es un hermoso sentimiento.

—No, Remm —negó él—. Te equivocas por completo. No es por nostalgia que me siento así...

Observó brevemente los ojos claros de la elfa bajo la sobria capucha, el tiempo justo hasta que ella apartó la mirada, avergonzada. Las pestañas de Remm parecían abanicos cada vez que pestañeaba, un gesto que solía convertirse en habitual cada vez que las palabras vagas de Rissien la descolocaban.

Y él amplió aún más la sonrisa al pensar: "es porque tú estás aquí". Pero esa verdad se la guardó para disfrutarla en su mente.

Ella, que no tenía modo de saber lo que se ocultaba tras aquella sonrisa de satisfacción y esa frase sin acabar, regresó su atención al camino y decidió no pensar más de lo debido. Con Rissien las conversaciones casi siempre quedaban truncadas y ya se había acostumbrado.

Desde el grupo de vanguardia, Legolas ordenó el alto y el grupo al completo se detuvo instantáneamente.

—¿Qué sucede? —preguntó Érewyn, alzándose sobre los estribos para tratar de atisbar a su esposo.

Le vio descender del caballo y dejarlo al cuidado de uno de sus subordinados antes de acercarse a la espesura.

—Comenzaba a pensar que no nos iban a interceptar antes de abandonar la frontera de Lórien —murmuró Rissien, gratamente sorprendido.

Y no fue su frase sino lo que ocurrió a continuación lo que respondió la pregunta de la rohir. Rissien las abandonó para dirigirse hacia el lugar donde Legolas se había detenido al tiempo que, desde la parte más profunda del bosque, hacía su aparición un grupo de guardias de Lórien.

Vestidos todos de verde oscuro y portando arcos y dagas, los centinelas del bosque se despojaron de sus capuchas al reconocer a Legolas y le presentaron sus respetos.

Mae govannen heru en amin —dijo el capitán, dirigiéndose al Príncipe con el puño sobre el corazón.

Saesa omentien lle —respondió él.

La Luz de Edoras (El Señor De Los Anillos - Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora