Capítulo 2

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Aprieto la mano de Miguel. Apenas logro contener mi entusiasmo. Y tampoco puedo esperar para ver la cara de sorpresa que pondrán los demás cuando se los digamos en unas horas

—¿Qué tal mis dos princesas? ¿Ya  habéis terminado? — pregunta él bastante animado. Eso me da esperanza sobre lo de ir más lejos con él hoy. Marta aprovecha que no la está mirando para simular que come una hamburguesa, lo que me provoca un ataque de tos —¿ Estás bien?— se interesa amablemente —¿Mejor?— insiste de nuevo, pasándome un mechón detrás de la oreja con suavidad.

En respuesta, asiento tímidamente con la cabeza evitando mirar a mi mejor amiga. Adoro su ingenuidad.

Me fijo en que Miguel se ha dejado la barba de dos días, aunque la lleva cuidadosamente recortada, y el pelo lo luce rapado experto en la zona superior, que tiene peinada hacia un lado con un look que roza la perfección. Pero sobre todo me llama la atención las cinco bolsas de diferentes marcas que carga en una de las manos. Él también debe de estar nervioso por lo que vamos a hacer, o tal vez, simplemente, quiere estar impecable para mi cumpleaños. ¡Dios mío, es tan dulce!

—Más o menos. ¿Qué te parece lo que llevo puesto?—Doy un paso atrás y espero ansiosa su reacción.

—Estas encantadora y maravillosa, cariño. Como siempre.

Me lanza un cumplido sacando el dedo pulgar hacia arriba. Y aunque su tono es alegre y sincero, de algún modo no le siento llena con sus palabras. Esperaba que, siendo la primera vez que me ve arreglada, se mostrara más...

—Gracias, tú también estás muy guapo. Me encanta tu nuevo corte de pelo—digo automáticamente, y le plantó un rápido beso en sus labios para dejar constancia de ello.

Siento que se pone tenso, pero no se retira, aunque tampoco llega a profundizar más.

Marta se pone en medio de los dos y me empuja hacia los probadores.

—¡S.O.S!  El novio ha visto a la novia antes de pasar por el altar y, si lo que Beca me ha dicho que va a ocurrir esta noche es cierto—recalca intencionadamente— será mejor que salgas de inmediato de los probadores y te lleves contigo la mala suerte, principito.—Hace una pausa y me guiña un ojo— Bueno, a no ser que quieras disfrutar de la noche de bodas por adelantado en uno de ellos— bromea, y se hecha a reír, sin ningún reparo— Prometo vigilar que nadie os abra la cortina— asegura con un mohín inocente.

—¿Rebeca te ha dicho lo que va a suceder hoy?—pregunta Miguel, haciendo caso omiso de la propuesta con una sonrisa forzada.

Lo observo preocupada, no quiero que se arrepienta. Pero me ha llamado Rebeca, y solo me llama así cuando está pensando demasiado sobre algo que lo inquieta.

—Entonces es cierto...¡Felicidades a los dos!—dice Marta en un tono demasiado efusivo y dándonos un abrazo a ambos. La miro con una advertencia silenciosa cuando se aparta, pero a ella parece no importarle—Aunque ¿no crees que ya te has retrasado un poco en anunciarlo?¿No será que...?

—!Marta!— replicó incómoda.

Mi amiga no vuelve a insistir y cierra la boca, dejando en el ambiente un aire tenso. Miguel parece tener que coger una llamada y se marcha, de modo que nos quedamos solas las dos. De repente, Marta se muestra demasiado interesada en mirar si móvil, fingiendo que no sabe que estoy molesta, así que terminó de cambiarme y salgo a pagar, pero mi amiga se adelanta y me echa de la cola dándome un empujón en el culo.

—Te lo advertí — me recuerda sacándome la lengua al tiempo que le entrega el carné de identidad junto con la tarjeta de crédito a la dependienta— Hoy pago yo.

Me cubro la mitad de la cara avergonzada, sé que quiere ablandarme. Ella me tira de un brazo y acerca su boca a mi oído con gesto conspirador.

—¿No te parece demasiado rata que tu novio ni siquiera se haya acercado a la caja después de todo lo que ha comprado para el solito?

Me muerdo el labio. Me está cansando su insistencia. Por mucho que Miguel no le caiga bien, no veo por qué ir tiene que aprovechar cada oportunidad para criticarlo a sus espaldas.

—Él siempre compra así. Además, con su dinero puede hacer lo que quiera, y yo no necesito nada— justificó, pero noto que voy perdiendo la voz— El sabe que yo lo prefiero de ese modo— continuo.

—Escucha, yo creo que Miguel piensa  que te tiene muy segura. Deberías probar a hacerlo sentir en peligro.— Se aclara la garganta y me mira muy convencida, con aire de experta en chicos—¿Te acuerdas del tío con el que me enrollé de fiesta la semana pasada? Se llama Carlos y tiene y tiene una chocolatina tremenda. Pero sobretodo tiene un tatuaje en el...—Se pasa la lengua por los labios de forma lasciva, así que le doy un manotazo para que vaya directa al punto— Le mandaré ahora mismo un mensaje para que se traiga a sus amigos y...

—Ni se te ocurra— le ruego entre dientes. Miguel nos está observando desde la salida.

—Tu déjalo en mis manos y hazme caso por una vez en tu vida— me ordena. Y a continuación añade, arrugando el ceño—: Al menos, has de tener un seguro en caso de que se eche atrás. ¿O quieres terminar siendo una novia secreta para el resto de tu vida? ¿No crees que durante todo este tiempo ha podido estar viéndose con otra tía de igual forma que contigo? Quizá esa es la excusa que os pone a todas mientras...

—Marta— le cortó en seco.

—Confía en mí —me pide en tono suplicante, mientras coge una de mis manos y deposita en ella la bolsa con la ropa — Todo va a salir bien.

«Todo va a salir bien», me repito una y otra vez cuando nos reunimos con Miguel y salimos al estacionamiento donde ha aparcado su coche, un Toyota Yaris de segunda mano. «Todo va a salir bien»

Mariposas en tu EstómagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora