6ª Parte - Capítulo 95

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—Rebeca, ¿dónde estás? —reclama la voz de Alex.

Su tono es duro y vibrante.

Una marea de sudor sube con energía por todo mi cuerpo y luego se me desliza igual que una enredadera de jardín por las piernas hasta los dedos de los pies, que tengo encogidos dentro de los zapatos con fuerza. La sensación se repite con mayor ímpetu tras cada latido de mi corazón, que parece que se me va a salir del pecho a este ritmo.

Los ojos de Sofía parpadean, tras lo que me miran expectantes. Parecen dos focos de luz cuya intensidad aumenta con cada segundo que pasa, o tal vez me recuerdan más a los de un animal hambriento en medio de la noche que va de caza.

Inquieta, veo que me hace un gesto impaciente con la barbilla, animándome a responder a Alex cuanto antes.

«¡Dios mío! ¿En qué lío acabo de meterme?», pienso, sintiéndome como un animalillo acorralado.

Por el rabillo del ojo noto que Sofía se apoya sobre una de las esquinas del escritorio de cristal y de hierro forjado de su despacho. Un par de folios en blanco se quedan pillados bajo su cuerpo y crujen al arrugarse. El sonido es bajo, pero mis sentidos se han multiplicado por el estrés y puedo captarlo con mucha intensidad.

Aprieto los dientes al sentir que las emociones reprimidas dentro de mí no me permiten ordenar los pensamientos con claridad, hasta el punto de que noto un dolor palpitante en la mandíbula.

Miles de imágenes de lo que sucederá a partir de ahora se amontonan en mi cerebro y se proyectan encadenadas las unas a las otras como una película en blanco y negro sin sonido.

Nada de lo que veo en ellas tiene un buen final.

Me trago el nudo de sentimientos descontrolados antes de responder.

—Alex... —murmuro con la voz entrecortada. No dejo de sudar.

Mi mente se queda repentinamente en blanco y me faltan las palabras para continuar lo que he empezado. La boca se me reseca por el manojo de nervios en el que me he convertido en pocos segundos.

No puedo decirle la verdad a Alex, pero tampoco creo que pueda mentirle.

Lo única opción que me queda es...

Mariposas en tu EstómagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora