Capítulo 138

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—¿Cómo lo sabes? —pregunto todavía sin poder creerlo del todo.

—No pongas esa cara, Beca. Es del todo cierto. Tanto Laura como yo se lo oímos decir a Elisa el otro día en el Florida Night, y precisamente en los baños. La tonta de Jess estaba vomitando. ¡Joder, tía! Está embarazada y aun así tenía un pedo encima del tamaño de una catedral. ¡Está loca!

Suena furiosa. Me tenso, porque Marta nunca miente sobre algo tan serio.

—A estas alturas, su embarazo ya estará muy avanzado... —Niego con la cabeza—. No entiendo, Marta. ¿Estáis seguras las dos de que no la confundisteis con otra chica? —comento con tacto.

—Sabía que ibas a decirme eso, Beca, y le saqué una foto. Mira —dice, y me enseña la pantalla de su móvil. Frunzo una ceja en cuanto la veo, y reconozco a Jess. La imagen es de baja calidad, pero el exceso de pecas en su piel es inconfundible—. Le oímos decir a Elisa que su familia la ha dejado de lado y que quiere perder al niño —explica Marta—. El problema es que no es legal que aborte en estos momentos, así que está haciendo lo imposible para encontrar otros métodos. Si no lo consigue, dará al bebé en adopción.

El impacto de lo que acaba de revelarme se transforma en ira y perplejidad dentro de mí. Jess no solo está poniendo la vida del bebé en riesgo, sino también la suya propia.

—No obstante, ¿cómo puede ser que Carlos la dejara entrar en su estado en el Florida? —señalo.

—Por supuesto que él no sabía que ella estaba allí. Jess fue en su día libre. Como ves, lo tiene todo planeado. Incluso disimuló su pedazo de tripa de luchador de sumo. Tendrías que haberla visto cómo se pavoneaba a pasos de pingüino con el vestido que llevaba..., era un espectáculo digno de ver, Beca. Y ya no es una niña.

—Supongo que la vida no es lo suficientemente larga como para que la gente madure... —comento reflexiva.

Me remuevo incómoda y pienso en Carlos, en todo lo que ha sacrificado por Jess, y lo emocionado que está después de hacerse a la idea de que va a ser padre. Suelto un largo suspiro y miro a Marta con aire contenido. Su cara es todo un dilema, y entiendo por qué.

Ahora que sabe esto, ella debe albergar esperanzas.

—Puedes dejar de preocuparte por mí, Beca. Imagino lo que estás pensando en estos momentos, y no voy a hacerme falsas ilusiones. Las oportunidades son como aquello que encuentras en una tienda de ropa, que cuando lo abandonas y luego vuelves, ya no está. Y la verdad es que Carlos me perdió en cuanto escogió a Jess, independientemente de los motivos. —Hace una pausa—. Si al final regresa a mí, tal vez le dé una nueva oportunidad, no lo sé, pero ya nada será igual. Y, por supuesto, no voy a entrometerme en sus problemas ahora para salvarle el culo cuando me ha dejado hecha polvo. No voy a esperarlo más. Voy a vivir mi vida, Beca, y voy a dedicarme a disfrutarla cada minuto.

Sonrío satisfecha y, llevada por un impulso, me subo sobre la tapa del váter. Marta abre mucho los ojos.

—Loca, ¿qué estás haciendo? —pregunta sorprendida. Justo en ese momento, salto sobre ella y la rodeo con las cuatro extremidades antes de que pueda apartarse.

—Eres la mejor, Marta —chillo, y la abrazo con todas mis fuerzas.

Marta se echa a reír, pero tiene la cara ruborizada hasta la raíz del pelo de su corta melena azabache. Está conmovida.

—Sí, seguro que eso se lo dices a todas, embaucadora —rezonga de manera fingida.

Las dos nos sumimos en un repentino silencio y un segundo después estallamos en risas. Hacía tiempo que no hacíamos algo como esto, y nos sentimos bien.

Mariposas en tu EstómagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora