Capítulo 3

695 31 1
                                    

Mamá está viendo la tele en el salón, con Natalia recostada sobre sus piernas y mis dos hermanos peleándose por la consola sin prestar atención al programa que están emitiendo. Es una escena normal en casa, pero no puedo evitar sonreír al verlos juntos. Me aclaro la garganta para llamar su atención.

—¿Y bien?— pregunto, posando con una mano en la cintura y una pierna un poco adelantada.

Mamá me mira complacida. Víctor y Diego me observan con los ojos abiertos, pero no dicen nada.

—Preciosa, cariño. Estas realmente deslumbrante esta noche. ¿Va a venir Miguel a recogerte?—pregunta con una cálida sonrisa. Al hacerlo, los ojos se le estrechan y se le forman unas pequeñas arrugas a los lados. Parece mayor de lo que es, pero sigue conservando un aspecto regio y una voz imponente, capaz de hacerse respetar ante el mismísimo rey.

—Princesas...—murmura mi hermana pequeña con los ojos cerrados. D be de estar en su mundo infantil lleno de estrellas y animales.

Mamá la tapa más con la manta que siempre tenemos doblada en uno d los reposabrazos del sofá, y le acaricia la cabeza mientras espera mi respuesta.

—Si, debe de estar al llegar— contesto rápidamente.

Ella no sospecha que Miguel y yo hemos estado escondiendo nuestra relación durante tanto tiempo, así que tampoco sabe por qué este día es tan importante para mí, aparte de por mi cumpleaños. Eso la defraudaría enormemente.

Víctor gruñe algo por lo bajo y le quita la consola a Diego, aprovechó que este está completamente absorto en la conversación que mamá y yo estamos teniendo. Me acerco a él y le revuelvo el pelo, y luego repito el mismo gesto con Víctor.

—¡Quita! Es molesto— se queja Víctor y, acto seguido, se retira con las mejillas sonrojadas —Estad muy fea y muy rara—dice sin levantar la cabeza del juego.

Diego mira a Víctor y luego me mira a mi, así un par de veces más.

—A mí me gusta, parece una chica—me defiende mi hermano pequeño.

—¡Gracias, Diego! Cuando seas mayor, vas a ser todo un donjuán. No como este—señaló a Víctor y lo vuelvo a despeinar—, que se va a convertir en un tipo solitario, frío y excéntrico al que solo le interesaran las matemáticas y matar zombis.

Víctor levanta porfis la vista. A pesar de sus quince años, intenta actuar como el hombre mayor de la casa, así que no le gusta en absoluto que salga con Miguel. De algún modo, ha llegado a la conclusión de que no es suficiente para mí.

—Eres una pesada—contesta sacándome la lengua.

Mamá le da un coscorrón por detrás.

—¡Eh! No le hables así a tu hermana, Víctor—le reprende, sin llegar a enfadarse. Mi hermano tensa la mandíbula y se marcha del salón para encerrarse en su cuarto. Nunca se atrevería a levantarle la voz a nuestra madre— No le hagas caso, lleva así todo el día.—Suspira.

Se le nota agotada así que me pongo a su lado y comienzo a masajearle los hombros con leves presiones.

—No te preocupes, estoy inmunizada— bromeo, y en susurros le comentó con aire divertido—: creo que está algo cabreado por las clases. Parece que hay una chica que ha sacado mejor nota que él en el último examen.

Mi madre se vuelve sorprendida.

—¿Hay una chica?—Se ríe a carcajadas—Ahora entiendo.

—¿Qué chica?—pregunta Diego, que ya no parece interesado en el juego, a pesar de que Víctor no se lo ha llevado con él.

Mamá y yo nos miramos.

—Ninguna, cariño—contesta rápida mi madre y luego se agacha tanto como puede con Natalia en medio—¿Has terminado ya de hacer tus deberes?

Diego traga saliva y se levanta.

—Si, me voy a dormir— dice despidiéndose demasiado apresurado, no sin antes darnos un beso de buenas noches a cada una.

Me muerdo la lengua, pero estoy segura de que va directo a pedirle ayuda a Víctor para acabar los deberes antes de meterse en la cama. Aunque dudo que Víctor ceda tan fácilmente.

—Nuestros niños se están haciendo mayores—comenta mamá agarrándome de una de las manos— Pero tú ta te has hecho toda una mujer. ¡Mírate! Hacía tiempo que no te veía tan guapa.— de pronto su semblante se nubla—Me cuesta creer que hayas crecido tan bien con unos padres como nosotros...

La abrazo por la espalda para impedir que siga. No quiero que se haga daño recordando los tiempos en que éramos una familia completa. Ese es un tema tabú en nuestra casa. Justo en ese momento llaman a la puerta. De inmediato me incorporo y voy a abrir.

—Beca—me saluda Miguel, y se acerca para darme un suave beso en la mejilla. Se ha vuelto a cambiar de ropa, optando por un estilo más a la moda para salir a la discoteca donde hemos quedado a tomar unas copas—¡Estás increíble!—me adula soltando un silbido sexy—¡Feliz Cumpleaños!

¡Gracias! ¡Tú también estás fantástico!—respondo al instante, apartándome para dejarlo entrar.

—¡Hola, Clara!— dice acercándose a mi madre para besarla— Cada día te veo más joven u guapa.

Mi madre se cubre la boca con la mano libre y se ríe, halagada.

—¡Qué pillo eres, hijo! Pero aunque sé que no es verdad, te perdono por tus buenas intenciones.—Lo mira con adoración. Sé que Miguel le encanta.—Esta mañana he visto a tu madre en el supermercado, ella sí está estupenda.

—¡Gracias! Estoy seguro de que le gustara saberlo—asiente.

—¿Has cenado ya? Porque si no, tenemos tortilla de patata recién hecha en la cocina.

—¡Vaya!, suena realmente bien, pero hoy vengo lleno. Mi madre me ha cebado a ensaladilla rusa. Está asistiendo a clases de cocina desde la otra semana, así que no para de preparar platos nuevos a todas horas. Explica Miguel con voz cansada mientras se pasa una mano por el estomago con rapidez, aunque yo sé que no habla en serio. Le gusta consentir a su madre en todo.

Les hecho una última mirada y aprovechó que están entretenidos para ir a coger mi bolso y una gabardina, que ya está algo gastada por el uso, para protegerme del frío. No me ha pasado desapercibida la nariz enrojecida de Miguel. Cuando estoy buscando el móvil, suena el aviso de un nuevo mensaje.

«El Plan Hot Dog ya está en marcha. ¡Nos vemos! Tq muxo. Marta.»

Mariposas en tu EstómagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora