Espere a que los bellos durmientes se alistaran para ir a clases mientras revisaba una y otra vez mis notas para la repetición del examen de física, había salido muy mal en el anterior.
Salieron y bajamos para irnos en el metro, no paraba de ojear varias veces la nota, mientras que Flash insistía en que le dijera feliz día.
--Feliz día.-dije tranquilamente.
--¡DIOS MÍO QUE BELLA!-chillo abrazándome. Rodee los ojos, y lo empuje un poco más allá.
--No me toques.-dije tratando de ser diva.
--Ni mi tiquis.-dijo él imitándome, y Peter se carcajeó.
Al llegar a la escuela todo estaba decorado con corazones y cupidos nalgones, era un fastidio. Muchas chicas gritaban por los regalos que le daban, y llevaban globos en forma de corazones rojos, rosas y blancos.
Llegue a mi casillero, y me quedé mirando a Flash con una ceja levantada. Tenía entre sus brazos una gran caja en forma de óvalo.
--Lo siento tanto... Pero es que no podía dejarte sin darte nada hoy. Te amo, mi niña.
Suspiré.
--No me puedo enojar contigo.-dije. Lo abrace.--A ver qué es.
Tome la gran caja roja en mis manos y la abrí.
--Flash no...-exclamé. Mis ojos brillaron al ver el hermoso regalo.--No debiste.
Volví a abrazarlo fuerte.
--No creí que te gustaría.-dijo.
--Está hermoso, me encanta.--Volví a abrazarlo fuerte.
--Siempre haz estado conmigo M.J, creo que te mereces más que eso, así que hoy, vamos a ir a cenar, y no pizza, iremos a un restaurante así que te quiero lista a las siete. Y no puedes decir que no.
Suspiré.
--Está bien.
--Ve más hermosa de lo normal ¿vale?-preguntó.
--Está bien.
Horas más tarde, después de explicarle a Flash que no iríamos a casa si no que haríamos algo personal, Peter y yo nos marchamos para comprarle flores y globos a Gwen.
Después fuimos al cementerio y las dejamos, nos sentamos un rato.
--Me gustan esas rosas.-dije.--Están hermosas.
Eran de color rosa pastel, prácticamente perfectas.
--Gracias Peter...-susurre.
--¿Gracias por qué?-preguntó.
--Sabes de qué hablo, Flash no trabaja solo, su cabecita rubia no da para pensarlo mucho, tú lo ayudaste.-dije.
--Solo lo acompañe.-dijo mirando al suelo.
--Igual gracias, fue muy bonito lo que hiciste por mí.--acariciaba la caja en mis piernas.
--Solo olvidado. Vámonos ya, tienes que arreglarte para esta noche.-dijo levantándose.
--¿Estás seguro?-pregunté.
--Si, Vámonos, te compraré un helado.-dijo.
--Ustedes quieren engordarme.-dije riendo. Me levante y salimos del cementerio, y quedamos caminando un rato. Compramos unos helados en forma de corazón, por qué todo en este día era en forma de corazón.
--¡El tuyo tiene crema adentro!-chille.--El tuyo es de bombom, no se vale.
--Tu pediste chocolate.-se excusó el.--¿Quieres el mío?
--No, igual ya me acabe el otro.-dije.
--No hay problema, no quiero más.-dijo el, rei.
--Cómetelo.-dije. Mire mi reloj.--¿Quieres ir al cine? Aún tengo tiempo. Apenas son las 4.
El asintió, y entramos al cine a ver una película tan mala, que terminamos hablando en el cine sin prestarle atención a la película, y a los demás no les molesto por qué se besaban con sus parejas.
--Gracias por ser mi san Valentín.-dijo Peter, yo sonreí y le desordene el cabello castaño.
--No es nada ¿no vamos? Es que no soporto tanta estupidez.-dije hablando de la película.--¿Quién querría ver esto? Esta horrible.
El rió, y nos fuimos del cine.
--¿Puedo decirte algo?-preguntó el seriamente, caminando con sus manos dentro de sus bolsillos, me volteé y lo mire directo a los ojos.
--Claro, dime.-dije. Parecía que el solo se había quedado mirándome como idiota sin saber qué decir.
No podía negar que cuando hacía esas caras de niño bueno, mataba a cualquier chica que estuviera cerca, sin importar que fuera yo, o la mismísima Bárbara Palvin, él era un encanto.
--Tendré una cita.-dijo.--Hoy.
--¿Qué?-dije sorprendida, y había algo que me molesto también, pero no sé que.--¿Por qué? O mejor dicho ¿con quién?
--Te dije que no te alterarás.-dijo el.
Lo mire frunciendo el ceño y la boca abierta de la incredulidad.