—De verdad se me están volviendo una molestia en el zapato chicos, seria muy triste de mi parte matarlos pero... es que de verdad, esto no puede salir de aquí... así que tengo que decirles adi...
Y no me di cuenta de que nos apuntaba con ambas armas que tenía en sus manos a los dos, mi boca comenzó a temblar, ahora si me morí por culpa de este guevon.
Que no dejaba de grabar.
Y antes de que ella terminara de hablar, salió volando de una patada que Spiderman le había metido en la cara.
Y el sudor comenzó a bajar por mi espalda rápidamente, ¡SIIII!
Se escuchó un disparo.
¡Noooo!
Y a pesar de estar en contra de todo instinto suicida salí corriendo del otro lado del contenedor para ver a quien le habían disparado, pero solo encontré a un hombre desconocido con un tiro en el pecho y un maletín.
—¡Ennio!-chille, y el vino corriendo detrás de mí y gritó como niña cuando vio al hombre.—¡Apúrate! Debemos ayudarlo.
Pero el imbecil estaba en shock. ¡Que buen compañero me gasto!
Trate de ayudar al hombre a levantarse mientras que le decía a Ennio que moviera el culo, al final si me ayudó y yo tomé el maletín y subimos al hombre al auto.
Conduje tan rápido que tuve que sacarme la máscara para poder respirar, y el sudor caía por mi cabello.
—¿Como está?
—¡Ahh! ¡Se está durmiendo!-y ahí iba otro grito de niña.
Le di más rápido al acelerador sin importarme las multas, y de repente escuche como Ennio le hacía preguntas, al principio no le prestaba atención, pensaba que era solo para que el hombre no se desmayara pero... le estaba preguntando cosas sobre lo qué pasó ahí.
No pierde tiempo el muy cabron.
Llegamos al hospital más cercano, casi chocando tres autos y llevándome un repartidor de pizzas por delante, pero todo bien.
Se llevaron al hombre al ver nuestra insistencia, y pasamos ahí horas esperando que nos dijeran qué pasó.
Murió.
Nos comenzaron a hacer preguntas de cómo lo habías encontrado y eso, dijimos que escuchamos un disparo mientras caminábamos por el barrio chino, y que después lo vimos en un callejón y lo trajimos de una vez. Lo sé, no es la gran mentira, pero no queríamos que creyeran que fuimos nosotros.
—Vamos voy a dejarte en tu casa...
—No puedo creer que se haya muerto.-susurro Ennio, subiéndose en la parte de atrás.—Y aquí está su sangre y todo...
¡Ay no me jodas!
—Y su maletín, tal vez aquí haya algo sobre quién era o una pista de lo que estaba pasando entre ellos así que deb... ¡SANTA MADRE DE LAS GALLETAS!-gritó, casi haciéndome chocar.
—¿QUE?-dije parándome para voltearme a verlo, sus ojos brillaban y su boca le llevaba a la mandíbula. Giro el maletín y... puros diamantes. —¡Esconde eso!-chille asustada.—¡Ahora!
Más tarde estaba en casa esperando a Peter, con el maletín sobre la mesa y pensando lo que había dicho Ennio.
"¡Vamos a quedárnoslo! Con tal el dueño está muerto y además, ¿Quien va a saberlo?"
Y yo tuve que explicarle que primero, ¿que haríamos con unos diamantes que seguro son robados? Y además, si la gata negra estaba involucrada en eso.... lo más seguro es que los esté buscando, más bien... nos este buscando. Para matarnos y quedarse con estos diamantes de mierda, y una sombra me hizo gritar y girarme.
Era Peter pasando por la ventana, todo sudado y con rasguños de esa gata barata por todo su cuerpo, corrí hacia él para verlo más de cerca.
—¡Ay Peter!
—¿Que hacías ahí Mary Jane?-chilló él revisándome a mi de la misma manera que yo a él.
—¿Como sabes que era yo?
—Mi cielo, ¿Que otra loca usaría una máscara de Miguel Ángel?-dijo riéndose cansado.—Y además, vi el auto. ¿Sabes lo peligroso que fue?
Asentí avergonzada y cuando él por fin me soltó fui a buscar para curarle esas heridas de mierda que le había echo esa loca con complejo de gato, lo obligue a sentarse en una de las butacas de la mesa de la cocina y comienzo a curarlo, y varias veces chilla.
—¿Por que tú ropa tiene sangre?-susurro. Acariciando mi cintura.
—Tratamos de salvar al hombre, pero murió... y además...
—¡El maletín!-chilló Peter cuando lo vio sobre el sofá.—¿Que hace esto aquí?-dijo tomándolo en manos.—¡Mary Jane que hace esto aqui!-repitió.
—No confiaba en Ennio y lo traje para acá... no sabemos qué hacer.-dije con voz afligida, por favor siéntete estás muy mal.
—Ya no me duele, esto me preocupa más.