—¿QUE HACEN AQUÍ?-grito enojado, a lo que tuve que tragar saliva.
Peter estaba que explotaba detrás de ese traje de Spiderman.
—Investigando-dijo Ennio.—¿No es obvio?
Y mire como movía sus manos, y grababa disimuladamente con su teléfono.
—Váyanse a casa... de seguro tienen muchas cosas que hacer allá.-fue como un indirecta para mi.
Y ciertamente pensé en que no tenía nada que hacer, solo esperarlo, y no Peter no soy una pendeja que te va a esperar toda la noche. Y saben que, me daba igual; el mismo regaño que me iba a dar por estar aquí; me lo va a dar por andar investigando así que voy a seguir en esto.
—¿No entienden que tienen un bebé con ustedes y podrían hacerle daño?-dijo con los puños apretados.—Hay personas malas aquí, que no les importa si ustedes mueren o no...
Ps en parte en tenía razón, no podía arriesgar la vida de Normie solo por que yo quería.
—Váyanse a casa, ahora.-Dijo.
—Pero...-intente protestar.
—¡Ahora Mary Jane!-dijo enojado. Y se fue de un salto a toda velocidad.
Pasaron varios segundos después.
—Más tarde me vas a explicar si fue que tuviste una aventura con Spiderman o algo así cuando le hiciste la entrevista, por que realmente, ese hombre, es un posesivo contigo.-dijo riéndose.—Pero ahora a trabajar...
Salió del carro y yo igual, y fui directo a buscar a Normie y colgármelo en el pecho.
Ok, Mary Jane.
Si ves que solo están hablando te quedas, si ves que vas a pelear, corres con Normie lejos de ahí.
—¿Lista?
Asentí y comenzamos a correr.
—¿Y ellos?-pregunte señalando al auto verde esmeralda que se estaba estacionando cerca de nosotros.
—Yo los llame.
—¿No que no?-dije.
—Te dije que voy a demostrarle a esa estúpida universidad quien es el mejor.-dijo.—Ahora apúrate.
Tuvimos que escondernos detrás de unos árboles, cuando vimos a un hombre solo, era algo bajito, con el cabello oscuro y de piel blanca. Solo estaba sentado con un maletín, esperando.
Y me pregunte. ¿Donde mierda está la policia cuando se necesita? Así sea a caballo, esto es muy sospechoso.
Ennio comenzó a grabar y me hizo señas de que mantuviera el silencio.
Cuando un Kovu llegó como un leon entre los árboles, Ennio reprimió el grito en su garganta.
Pero no sirvió de mucho por que cuando Dex llegó jadeando y todo sudado, Normie pegó un grito de alegria.
Ay no puede ser.
Miramos asustados al hombre sentado, que al parecer se puso alerta, pero negó varias veces con la cabeza, como si hubiera pensando que escuchar un bebé gritando en medio de la noche en Central Park fuera una locura.
—¿Que le pasa a ese niño?-preguntó Ennio.
—Hey... chicos.. me está pellizcando la chichi.-dijo Dex en un susurro muy asustado, y miramos su camiseta.
Puta madre Pikachu, otra vez no tu hijo de puta.
—Que verg...
—shh...
Y nos quedamos viendo al hombre en la banca, miraba su reloj con insistencia.
—¡Por fin llegas!-exclamo a la nada.—Te he dicho que no tengo mucho tiempo, el señor Osborn...
—Llora ps.-era la gata negra con un tubo de algo brillante.
Vibranio.
—Aquí está su vibranio, doc, ahora ya no moleste.-dijo.
—Aquí está tu pago.-dijo pasándole el maletín a lo que ella se negó. El hombre se quedó asombrado al igual que todos.
—Ya tuve lo que quería, no necesito un pago.
—Como quieras, el señor Osborn se mantendrá en contacto contigo.
—Nos vemos Doc.-dijo ella sensualmente.
—Igual...-la gata saliendo saltando de ahí.-Pendeja...
Tuve que tapar mi boca para no reír.
—¿Que creen ustedes que esté pasando?-preguntó Dex que ahora llevaba a Normie en el pecho por que se había negado a entregar la chichi de Dex.
—Quien sabe...-susurre.—¿Pero a que se refería con eso de que ya tuvo lo que quería?
Kovu se encogió de hombros. A lo qué Ennio me hizo señas de que mantuviera silencio, íbamos caminando de regreso a los autos que parecían estar a kilómetros en medio de la oscuridad.
La verdad pensaba seriamente en que nos habíamos perdido, por que Ennio y Kovu peleaban por quien llevaba el mando en el equipo. Cuando escuchamos una rama romperse.
Corrimos como caballos desbocados sin sentido alguno; cuando de la nada, una fuerza sobre humana me tumba al suelo.
—¡Dex!-grite, y me jalaron del cabello para obligarme a pararme de nuevo. El pelirrojo regordete me miró asustado.—Sácalo de aquí.
—Nadie se mueva...-y escuche como le quitaban el seguro a un arma. Era ella, su cabello blanco caía por mi hombro.