Capítulo 10

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   Finnick y yo caminamos lentamente, sin querer llegar al pequeño "departamento" (como yo le llamo) hasta que él decide romper el silencio.

—No sabía que habías vuelto a cantar.

—No lo he hecho, solo fue una sola vez y ya. Los niños lo pidieron y no pude resistirme. Se me hizo muy difícil, mi voz ha cambiado bastante, ya no es la tonalidad de niña pequeña en los Juegos. Hasta la gente de la Veta dejó de hacer sus obligaciones para escucharme por unos segundos, fue demasiado fuerte, me recordó mucho a mis Juegos.

   Cruzamos el umbral de la puerta y nos sentamos en un sofá, es tan tarde, debería irme a dormir. O en todo caso, ir a recostarme, porque dudo que las pesadillas me dejen pegar un ojo.
Él me admira con sus ojos verde mar otra vez, de la misma forma que hizo cuando me vio en el andén. También cuando reparó su vista en mí hace un rato con mi vestido. ¿Será que me tiene lástima cada vez que me ve?

—Hubiese dado hasta mi último centavo para escucharte —Estira su brazo, dudando en tomar mis manos, pero finalmente lo hace—. Deberías volver al 4 después de los Juegos, Mags y yo te echamos mucho de menos. Incluso Annie, cada vez que cruzamos palabras me pregunta por ti.

   Su declaración me ha tomado desprevenida... ¿Volver al 4? Yo estoy bien en el 12, con mi padre, con los niños, la gente del Quemador. Cuando ayudo al padre de Peeta en la panadería, recibiendo halagos de su mujer, "la bruja" como le dice mi rubio amigo.

   Ella ha intentado casarme con cualquiera de sus tres hijos, hasta con el pequeño panadero. Claro que la vez que propuso la idea todos estábamos en la mesa cenando y no pudimos evitar estallar en carcajadas. ¿Peeta y yo casados? Aunque él sería el mejor marido del mundo, su corazón no me pertenece ni de cerca. Envidiaré a su mujer toda mi vida, el rubio la amará cada segundo, también será un gran padre, no lo dudo.

—Finnick, yo... podría ir a visitarlos, no creo poder quedarme —Murmuro bajando la barbilla. Sé que esa no es la respuesta que él esperaba—. No puedo dejar a Haymitch solo.

   Acaricio el dorso de su mano con mi pulgar y siento como mis ojos se llenan de lágrimas

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   Acaricio el dorso de su mano con mi pulgar y siento como mis ojos se llenan de lágrimas. Siento la necesidad de llorar en su pecho hasta que me quede seca. Él me suelta de las manos y las lleva a mis mejillas, obligándome a levantar la mirada. Puedo notar el cansancio y la preocupación en sus ojos por primera vez en el día.

—Entiende, Phira. No quiero que nos visites, quiero que vuelvas a casa. ¡Lo necesito! Las pesadillas no me dejan descansar, no duermo bien desde hace años y extrañamente en los días que duermo toda la noche es cuando estoy aquí en el Capitolio, contigo.

   Le diría que venga conmigo al Distrito 12, pero él no es un bicho de bosque, es un pez, así que me resisto a nombrarle mi idea.

—Sabes muy bien que yo no puedo dormir cuando la cosecha se acerca. Sin embargo, estando con Haymitch en el 12 me siento como en casa. No he pisado el Distrito 4 desde la vez que estuvimos juntos.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora