Capítulo 34

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   Ella se ríe, algo entre el disgusto y la vergüenza. Bueno, por lo menos no rechazó la propuesta. Desde luego, limpiar pus de la herida de tu amado no es exactamente la situación más romántica. Creo que el Capitolio entenderá su reluctancia. Si yo fuera Katniss, creo que primero haría lo posible para curarlo y luego lloraría un mar entero en los pies de Peeta.

—¿Algo está mal?

—Yo... yo no soy buena en esto. No soy mi madre. No tengo idea de lo que estoy haciendo y odio el pus. ¡Puaj! —Ella vacía la botella de agua sobre la herida, dejando escapar un sonido de disgusto antes de aplicar una capa fresca de hojas.

—¿Cómo haces para cazar? — Me estoy preguntando lo mismo, Peeta.

—Confía en mí. Matar cosas es mucho más fácil que esto. Aunque, por lo que sé, podría estar matándote.

—¿Puedes apurarte un poco?

—No. Cállate y come tus peras.

   Continúa aplicando hojas a la herida, y el pus chorrea sin pausa. Luce un poquito mejor, y la hinchazón se redujo. Cuando Katniss se quita de adelante para dejar al sol iluminarla bien y la examina, podemos echarle un buen vistazo a la lesión. Es definitivamente profunda. Hasta el hueso, lo que lo hace aún más susceptible a infecciones mortales.

   Nada más puede hacerse por ahora, y Katniss lo envuelve en algunas vendas estériles del botiquín. Ella observa su trabajo por un momento, mordiéndose el labio.

—Aquí —Le dice, alcanzándole la mochilita de Rue—, cúbrete y te lavo los calzoncillos.

   Primero le tiene miedo a la sangre, y ahora la desnudez la aterra. Inocente, casta pequeña Katniss, incapaz de posar sus ojos en el cuerpo de su amante. Sólo espero que le dé a la audiencia algo que sugiera que se siente atraída por él.

   Que se muerda un labio al ver su cuerpo, o algo, maldita sea

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   Que se muerda un labio al ver su cuerpo, o algo, maldita sea.

—Oh, no me importa si me ves —Peeta se encoge de hombros, tomando la mochila de las manos de la castaña.

   Él siempre queriendo aprovechar el momento, hasta con fiebre bromea.

—Eres como el resto de mi familia —Se queja ella, soltando la mochila—. Me preocupo, ¿sí?

   Peeta está sentado ahí, sonriendo por algo mientras Katniss lava la mugre de sus calzoncillos.

—Sabes... —Dice él después de un minuto—. Eres un poco aprensiva para ser una cazadora tan letal. Ojalá te hubiese dejado darle esa ducha a Haymitch, después de todo.

   Miro a la pantalla, recordando la última noche que dormí con Peeta. Él me comentó lo ocurrido. A todo esto, Katniss arruga la nariz en disgusto.

—Estaba borracho y los chicos me ayudaron — El viejo le cuenta a nadie en particular, sabiendo que hay una muda pregunta en el aire.

—Aahh, el Ritual Anual del Distrito 12 de Iniciación de los Novatos. Limpiar el vómito del borracho Señor Abernathy —Dice Finnick, asintiendo cómplice con falsa gravedad—. Me extraña que no lo haya limpiado Phira. O quizás ella debe ser la que los limpia en el Distrito 12.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora