Capítulo 38

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*Punto de vista de Saphira*

—Cuéntame una historia —Le pide Peeta a Katniss después de comer.

—¿Una historia? ¿Sobre qué? —Ella frunce el ceño, levantando la vista de su comida.

—Estrategia —Lo llama Haymitch con una sonrisa socarrona.

   Dice que Peeta intenta apreciar la estrategia estando enfermo, pálido y muriéndose dolorosamente de septicemia. Conseguir que Katniss le cuente una historia a la audiencia es una vez más una forma de hacerla quedar bien. Cabe decir que, lo hace lucir más como un equipo. Más como si estuviesen en una especie de inusual cita en lo salvaje, intercambiado anécdotas de infancia. Aunque dudo que el ojiazul quiera contar alguna historia, creo que la fiebre la modificaría convirtiendo su relato en algo realmente extraño. Una parte de mí sabe que esto no es estrategia, es algo más profundo. El deseo de conocer a Katniss Everdeen a fondo, lo que siempre deseó.

   Todos nos enteramos del día más feliz de la vida de Katniss: el día que le compró una cabra a su hermana, Prim. Ella dice que vendió un medallón de plata de su madre, y regateó con el Hombre de las Cabras por el animal herido para su hermana.

   Recuerdo ese día. Peeta y yo estábamos en la muchedumbre de gente que estaba discutiendo los méritos del trato y acerca de quién iba a sacar ventaja. Nosotros habíamos sido arrastrados a la discusión, de camino al Quemador a vender algo de mi pesca diaria y comprar algo de licor para Haymitch con las ganancias. No es que le hayamos prestado mucha atención en ese momento a quién estaba comprando la cabra. Siempre creí que ella se había llevado la peor parte del trato, y que la destrozada criatura moriría, pero resulta que de algún modo la cabra sobrevivió.

   Poco después de que la historia acabe, espero pacientemente porque Peeta cuente alguna de sus anécdotas. Tengo la esperanza de que cuente cuando le enseñé a nadar, o cuando me caí de un árbol porque una serpiente casi me clava sus colmillos. Sin embargo, no lo hace porque las trompetas suenan y se oye a Claudius Templesmith.

—Ya era hora —Murmuro con los nervios a tope. El banquete se ha tardado un día más de lo normal.

   Estaba empezando a preguntarme si Seneca estaba siquiera prestándome atención, si se acordaba de nuestro trato, en el cual tuve que acostarme con Johanna y él. Nunca pensé que mi amiga pudiera hacerme llegar a un orgasmo. Él los invita al banquete, ofreciendo a cada tributo algo que necesitan desesperadamente en la Cornucopia al alba, y les dice que las cosas estarán en mochilas con sus números de distrito. Los ítems para cada distrito se muestran en la pantalla de transmisión en vivo para la audiencia, listado para su conveniencia. Le echo un vistazo a la lista. Nadie necesita ir a la Cornucopia tanto como el Distrito 12. El contenido de la mochila marcada con un 12 son menos que inútiles para los demás, pero no tienen precio para nosotros.

—Para algunos de ustedes, ésta será su última oportunidad —Advierte él.

—Ni que lo digas —Suspira Haymitch. Yo lo ignoro, enfocando mi atención de regreso en mis tributos.

   Observo la expresión de Katniss. Ella sabe lo que les está esperando ahí. Su oportunidad de salvar a Peeta. La oportunidad que ella estuvo esperando. Él, sin embargo, parece estar en desacuerdo y la sujeta bruscamente por el hombro.

—No. No vas a arriesgar tu vida por mí.

 No vas a arriesgar tu vida por mí

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Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora