Capítulo 56

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   Es un alivio estar a solas con Finnick, sentir su brazo protector sobre la cintura y alejarnos de las cámaras, recorrer algunos pasillos y llegar a un ascensor que nos conduce al vestíbulo del Centro de Entrenamiento. Nadie más nos ve llegar al ascensor de los tributos. Se oye el eco de nuestras pisadas en el vacío. Ahora Cinna y Portia se están ocupando de Katniss y Peeta, mientras que Flavius, Venia y Octavia se han ofrecido para prepararnos a mi prometido y a mí. Hoy daremos la noticia de nuestro compromiso.

   Cuando subimos a la cuarta planta, observo mi anillo.

   Cuando subimos a la cuarta planta, observo mi anillo

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—Es una aguamarina —Hablo interesada—. Recuerdo cuando tu madre nos habló de este anillo.

   Sus ojos brillan por un momento y sonríe nostálgico. La extraña, al igual que a su padre.

— No pensé que lo recordaras, teníamos once años. Fue antes de que tus padres... —Deja la frase a la mitad, sabiendo que no me gusta hablar de esas personas en particular—. Estuvo como dos horas hablándonos de ella, tu estabas tan sumida en la historia.

—Dijo que esta piedra ha sido tradicionalmente el amuleto de la gente de mar, viajantes, marineros y pescadores. Dándoles protección frente a las tormentas y al océano enfurecido.

   Cuando comentó eso, no pude evitar admirar el poder de la piedra. Hice hoyos por todo el jardín del orfanato con tal de encontrar una de esas para entregársela a Finnick, cuando tuviera que ir a pescar con su padre. Aunque era solo una niña ingenua que creía que cavando un agujero de diez centímetros encontraría una piedra tan mágica como esa. Sólo quería darle una sorpresa a mi amigo.

 —Antes, se lo atribuía ya a las diosas del mar. En la Edad Media era muy apreciada como regalo entre dos personas que desean casarse, pues según la tradición "las almas de los esposos se funden eternamente en la aguamarina" —Se aclara la garganta mientras aminoramos los pasos hacia la entrada del departamento—. También se contaba que quien poseía un anillo de aguamarina, tenia sueños premonitorios con los cuales podría prevenir infortunios.

   ¿Habrá ella podido ver que yo iba a salir cosechada?

—Sus ojos irradiaban tanta felicidad que, por las noches, cuando estaba en el orfanato —Suspiro, alejando los recuerdos no deseados—, rogaba porque el futuro me regalase a alguien que cuando pensara en él me provoque la misma mirada que tu madre tenía hacia tu padre.

—¿Y has encontrado a esa persona?

—Ya la había encontrado desde hace mucho. Siempre estuve enamorada del pequeño niño con cabellos cobrizos y ojos igual al mar que jugaba conmigo todas las mañanas y no le importaba despertarse más temprano que los otros niños para hacerlo —Tomo sus manos entre las mías y le sonrío—. Técnicamente nos criamos juntos, Finnick, era imposible no enamorarme de ti.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora