Capítulo 55

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   Cuando Haymitch, Effie y yo subimos al tejado del Centro de Entrenamientos, no puedo dejar de darle vueltas al anillo que Finnick me dio. No puede tener más significado para los dos cuando fue de su madre. Recuerdo el día en el que ella se lo dio, haciéndole jurar que se lo iba a entregar a la mujer que más amara en esta vida. Es increíble lo que me complace ser esa mujer, la prometida de Odair.

   Bajan a nuestros tributos, sin embargo, están dormidos, los han tranquilizado. Uno de los doctores me explica que Katniss Everdeen se volvió loca cuando Peeta se desmayó y comenzó a destrozar todo a su paso. Bueno, yo no tendría otra reacción distinta.

—Nos toca esperar, Haymitch.

—Así es, hija, así es.

—Así es, hija, así es

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   Luego de haber hablado con el Presidente Snow por llamada, me permite entrar en la habitación donde mi panadero se encuentra sedado. Al hacerlo, todo el techo brilla con una suave luz amarilla, solo está la cama; ni puertas, ni ventanas a la vista y sé que han colocado un sillón a mi disposición. El aire huele a algo fuerte y antiséptico. Del brazo derecho le salen varios tubos que se meten en la pared que tiene sobre su cabeza.

   Me acerco hasta él y tomo una de sus manos entre las mías, está despertando. Decido no hablar, no quiero agitarlo. Sólo pequeñas lágrimas surcan mi cara, los dos hemos sufrido tanto...

   Sin fijarse en la persona a su lado, intenta sentarse, pero la correa de sujeción le rodea la cintura y sólo le deja levantarse unos centímetros. Mira a todos lados, preso en pánico hasta que fija su vista en mí. Al verme se calma y deja de forcejear.

   Su cuello está muy tenso, por lo cual le arreglo las almohadas. Mientras lo hago, se atreve a preguntarme algo.

—¿Ha sobrevivido Katniss?

   Me giro para tomar la bandeja que contiene un cuenco de caldo claro, una pequeña ración de compota de manzana y un vaso de agua.

   Yo asiento y, cuando le pongo una cuchara en la mano, se la aprieto a modo de decir que estoy apoyándolo.

    «¿Ya está?», se ve en su mirada, enfurruñado.

— No te apresures, tigre —Sonrío al no creer que está frente a mí—. Apenas podrás comerte la mitad.

  Normalmente pasan unos días entre el final de la competición y la presentación del vencedor, de modo que puedan volver a convertir a un tributo muerto de hambre, herido y destrozado en una persona. Cinna y Portia andarán por aquí, creando sus vestuarios para las apariciones públicas. Haymitch y Effie estarán disponiendo el banquete para los patrocinadores y revisando las preguntas de las últimas entrevistas. Cosa que también es mi trabajo pero ahora mismo estoy aquí. En casa, en el Distrito 12, estarán inmersos en el caos de organizar las celebraciones de bienvenida para Peeta y para ella, sobre todo porque las últimas fueron hace casi treinta años.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora