Capítulo 30

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   Una brusca sacudida hace que me despierte al instante, con la mano en el pecho. Johanna comienza a burlarse de mi, dejándose recostar en la cama por las carcajadas. Sus senos desnudos se mueven  lentamente debido a los espasmos de su fuerte risa. Siento la necesidad de ahogarla con una de las almohadas.

   Al parecer, nos quedamos dormidas en el momento en el cual Seneca se quedó satisfecho por nuestra labor y decidió irse, asegurando que la promesa que nos había hecho, se cumpliría

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   Al parecer, nos quedamos dormidas en el momento en el cual Seneca se quedó satisfecho por nuestra labor y decidió irse, asegurando que la promesa que nos había hecho, se cumpliría. Peeta y Katniss tendrán la posibilidad de salir vivos. Mi cuerpo desnudo se siente extraño ante el roce de las sábanas de seda, no acostumbro a dormir sin nada de ropa.

—Johanna —La llamo en un murmuro. Ella levanta su mirada y se limpia una lágrima salvaje, prestándome atención—, gracias por haber hecho esto por mi, lo aprecio mucho.

   Ella no tenía por qué acostarse con Seneca, sus tributos han muerto. Sin embargo, decidió ayudarme por encima de todo y estaré eternamente agradecida por eso.

—Oye, enamorada, sabes que te quiero y haría cualquier cosa por ti —Me regala una pequeña sonrisa la cual le devuelvo una el doble de grande—. ¿Lo ves? Esa sonrisa me ha llevado a ayudarte, eres una de las pocas personas que me sacan una verdadera carcajada. Haría lo que fuese para nunca dejar de ver esa expresión en ti.

   Las palabras que acaba de expresarme han sido muy bonitas, no muy propias de Johanna Mason. Realmente me ha animado el día.

—Eres una gran amiga —Salto a sus brazos estrechándola fuertemente sin ninguna vergüenza al apretar su cuerpo desnudo junto al mío. Después de lo que vi ayer, ya me he acostumbrado—. Te quiero.

—¡Me empalagas con tu cursilería, Saphira! —Me aparta levemente y pega un salto fuera de la cama, levantándose—. ¡Son las nueve de la mañana, hemos dormido más de cinco horas! Vamos, toma una ducha rápida y vístete, tu pescado se debe estar preocupando.

   Le hago caso y en menos de un minuto ya estoy bajo la lluvia artificial. Repentinamente, no puedo evitar sonreír abiertamente, ha llamado a Finnick "mi pescado".

   Caminamos por los pasillos con energías renovadas. Las cinco cortas horas que he descansado, han hecho que mi mente se revitalize y ahora esté al 100% de su potencia. Ahora si puedo concentrarme en los Juegos. Llegamos al pasillo donde al fondo se encuentra la Sala del 12, emprendo camino hacia éste y mi castaña amiga se despide con la excusa que tiene cosas que hacer.

    Al apoyar mi mano en el pomo, una persona sale de la habitación, me atropella y me envuelve en sus brazos, depositando un besito en mi cuello.

—Lo siento —Es lo único que puedo decirle—, Johanna y yo nos quedamos durmiendo.

—¿Las trató bien? —Cuestiona con su demandante voz, comenzando a investigarme levantando mis brazos en busca de marcas. Yo asiento frenéticamente, depositando un pequeño beso en sus labios—. Estaba preocupado.

—Ahora estoy aquí, contigo. Así que por favor, dime las noticias.

   Me comenta que Haymitch le envió pan a Katniss, pero que éste estaba muy borracho como para hacerlo y él mismo terminó apretando el botón.

—Lleva más de catorce horas así, durmiendo —Se queja Effie, con el asentimiento de Finnick—.Tiene que despertarse y hacer algo.

   Beetee y Chaff están muy sumidos en el sueño, pero según me da a entender Finnick, se durmieron hace una hora.
   Me decido por despertar al viejo, debemos ayudar a nuestros tributos. Effie se ofrece y se acerca hacia él, inclinándose levemente.

—Haymitch —Lo llama ella con calma.

   Él no responde, por lo que ella apoya un zapato contra su hombro, empujándolo. Considerando la puntera abierta y los tacos de trece centímetros que están clavándose en su espalda, abre un ojo legañoso, parpadeando profusamente cuando le da la luz.

—¿Qué? —Pregunta con voz amortiguada por la mejilla que tiene aplastada contra el piso.

Nadie le responde, y refunfuña mientras nosotros lo miramos desde arriba. Se empuja a mí mismo a una posición sentada una vez que deduce que no empezaremos a hablar hasta que se levante.

—Honestamente, a menos que alguien esté mutilado, muerto o muriéndose, me vuelvo a dormir.

—Bueno, dormiste todo un día, y Effie y yo llegamos a la conclusión que necesitas levantarte y hacer algo útil —Respondo yo con los brazos cruzados.

   Ya ha dormido mucho tiempo, tiene que volver a la vida. Espero que no diga que yo me largué y nunca regresé, porque no tengo ningún argumento para defenderme, volví horas más tarde.

—Y yo estoy de acuerdo con ellos —Añade Finnick, levantando una mano.

—¿Quién te preguntó a ti? —Bufa malhumorado—. Genial, al niño bonito del Distrito 4 no le quedan tributos, de manera que decidió que debería unirse al club y decirme qué hacer con los míos.

—¡Modales! —Lo reprende una asaltada Effie.

—¿Quisiera entrometerse alguien más? —Cuestiona enojado, tratando de levantarse del piso. Se frota el codo debido al golpe que se dio cuando el tacón de la capitolina lo estampó al suelo. Effie le alcanza un paquete de hielo, y él lo coloca en su brazo.

—Bueno, Beeteee y Chaff están dormidos, de manera que tendrás que esperar para preguntarles —Replica Finnick, empujando la silla hacia él con el pie—. Aunque creo que estarían de acuerdo con nosotros.

Agarrándose firmemente de la silla, se incorpora y se sienta.

—Bien. Entonces, ¿Qué me perdí?

—Le enviaste a Katniss pan del Distrito 11 —Dice Effie.

—Seh.

   Así que eso fue lo que le envió a Katniss. Me pregunto cuánto nos costó ese pan, y si le hubiésemos podido dar un mejor uso. Si lo hubiésemos usado en Peeta.
   Pero era del Distrito 11, así que también los patrocinadores de Chaff tuvieron que ver en esto. Tal vez ellos hubiesen gastado el dinero en Thresh si no hubiese sido por Katniss dándole sus respetos a Rue.

—Katniss pasó la noche en un árbol —Dice Chaff, levantándose de la cama.

—Seh —Respondemos Hay-Hay y yo, sin sorpresas por ahí.

—Ella fue a cazar —Sigue Effie, con obvio desagrado. Aparentemente a ella no le gusta la sangre. O quizás ella no crea que las chicas deban estar disparándoles palos puntiagudos a alimañas. Espero que no haya visto mis Juegos.

—Seh.

—Ella encendió un fuego y cocinó algo de comida —Termina Finnick, con cierta disculpa en su mirada, eso no me lo ha dicho.

—Se–¿qué? —Preguntamos los dos a la vez, atropellándonos con las palabras.



¡Estúpido mi Saphianna idiotaaaa!

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora