Ganadora a mejor personaje literario en los HWStory Awards.
Del nombre griego Σαπφειρη (Sappheire), que fue de Griego σαπφειρος (sappheiros) significado "zafiro" o "lapislázuli" (en última instancia se deriva de la palabra hebrea סַפִּיר (sappi...
Reconozco al instante el tipo de petardo que Gale me disparó. Es el que me hace salir de la fase licántropa, obligándome a ser humana otra vez. Suelto un grito en agonía ya que el ácido que provee esa bala comienza a quemar todo mi sistema en dos escasos segundos. Caigo con mi cuerpo desnudo convulsionando. Finnick grita cosas ininteligibles a mi lado a medida que levanta mi ahora frágil cuerpo y me estrecha entre sus brazos hasta que el dolor se disipe. Johanna en un ataque de furia le pega un puñetazo al castaño a lo que observo a gente llevarse a Peeta y a Katniss.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando el ácido cesa y Haymitch tira una manta para tapar mi desnudez, le lanzo una mirada asesina al que ha disparado y mascullo con el ceño fruncido.
—Si querían que salga de la forma lobuna me lo hubiesen pedido —intento calmar mis respiraciones y arrullo entre mis palmas el rostro del destrozado Finnick.
Toma mis mejillas entre sus heridas manos y sus labios se estampan con los míos en un beso lleno de desesperación. Miedo, castigos, gritos se disipan en un momento a lo que abro mi boca para adentrar mi lengua en la boca de Finn. Luchamos, las lágrimas caen de mis ojos y cuando nos separamos, lloro desconsoladamente en su hombro.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Sabes el dolor que le provoca este maldito petardo? —pregunta Johanna con furia en sus ojos, mirando a Hawthorne—. Es como si te bañaran en ácido que come toda tu estúpida carne, grandísimo idiota.
Plutarch se acerca hacia mí junto a un lloroso Haymitch, huelo algo y comienzo a levantarme al igual que Finnick, quien toma mi mano fuertemente con la de él.
—Llevas tiempo sobrio —él asiente y mi pecho se estampa contra el de él, fundiéndonos en un gran abrazo en el cual mis sollozos son incontrolables—. ¡Lo siento! ¡Cambiaron algunos recuerdos y me hicieron vivir que ante tu borrachera, me golpearas hasta la muerte!
—Sh... —él acaricia mi espalda de arriba a abajo—. Ya todo ha pasado, lograrás superarlo, pequeña. Después de todo, eso es lo que haces.
Sonrío de costado y Finn, a mi izquierda, saca algo de su bolsillo. Son varias cosas, a decir verdad. Lo miro con una ceja enarcada hasta que las reconozco. Mi collar del diente de tiburón, mi anillo de compromiso de la aguamarina y mi alianza de oro. Llevo mi mano a mi cuello y me quito su collar de la concha de mar y lo paso por su cabeza.