Capítulo 35

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   Todos deciden echarse una siesta, Finnick y yo montamos guardia. Él está sentado junto a mi en uno de los sillones, con mi cabeza apoyada en su hombro. Él juega con una pequeña cuerda, la cual hace diferentes nudos. Algunos de los cuales recuerdo. De a ratos me la presta y me reta a hacerlos, para enorgullecerse al ver que no me he olvidado de sus clases. Tranquilamente podría hacer una red, sin ayuda de nadie.

—Ya quiero que todo esto termine —Murmuro con pena cuando le devuelvo su cuerda.

—Ya verás que todo pasará rápido, cariño. Cuando menos te lo esperes, Peeta estará entre tus brazos.

   Ojalá sea así, porque es lo que más deseo ahora mismo. También siento la necesidad de ir al 4... Quiero ver a Mags, y a Annie, ella realmente quiere que conozca a su prometido. Sentir el agua salada en mis pies, la arena, pasar una tarde con Finnick, despreocupados. Sólo nosotros dos, pescando, nadando... Deseo un día tranquilo en mi alocada vida.

—Podría vol... —Mi frase se corta cuando veo a mi padre adoptivo sacudirse en la silla. Está sufriendo de sus aterradoras pesadillas.

   No lo dudamos dos veces y nos levantamos rápidamente a socorrerlo.

—¡Haymitch! ¡Haymitch, despiértate! ¡Salte de esto! —Finnick lo zarandea y se aleja, poniéndome un brazo como barrera. Me echa delicadamente hacia atrás, sabiendo que puede llegar a ser violento.

   Sus ojos se abren y se gira en su estado desorientado, manoteando en busca de un arma. Finn sujeta sus brazos, pero sus pies están libres y lo patea, ciegamente retrocediendo a un rincón y mirando alrededor sin ver nada. Ve una botella y la agarra, rompiéndola contra la mesa. Astillas tintinean contra el suelo y agita su nueva arma, retándonos a acercarnos. Ninguno avanza, pero la adrenalina aún fluye por mis venas y en cualquier momento saltaré encima suya.

  

   Odio estar de esta forma, agresiva, no me gusta para nada, demonios

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   Odio estar de esta forma, agresiva, no me gusta para nada, demonios.

—Cálmate —Le ordeno entre dientes.

   Gruñe sin palabras, advirtiéndonos que nos mantengamos alejados. Está desconcertado, no nos reconoce, maldito alcohol que lo transforma en una persona horrible. La sobriedad provoca que él tenga esas traumatizantes pesadillas. Comienza a cortar su brazo, el cual sangra al instante. El estúpido debe haber cortado una de sus venas. Toco uno de los botones en la pared que indica que los médicos están en camino. Ahora la cosa es tranquilizarlo.

—¡Algunos tranquilizantes serían buena idea ahora! —Exclama Finnick.

   Chaff se los pasa y le hago un gesto a mi pececito para que me tire la jeringa, soy la que más cerca está

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   Chaff se los pasa y le hago un gesto a mi pececito para que me tire la jeringa, soy la que más cerca está. Él lo hace y ágilmente pincho el cuello de Haymitch, dando traspiés para atrás.

   Mantiene su mano contra el sitio. El terror lo atrapa cuando siente la conciencia desvanecerse y comienza a deslizarse hacia el suelo, aflojando su agarre de la botella rota.

—¿Qué está pasando? ¿Voy a morir?

—No, no vas a morir — Le responde un malhumorado Chaff—. Conseguir que nos prohíban a todos tener botellas en el Cuartel de los Mentores y que tu hija no te hable nunca más, tal vez...

   El silencio comienza a aparecer cuando sus ojos finalmente se cierran. Me percato que todo mi cuerpo está lanzando pequeños espasmos. Finnick se acerca a mi y me rodea la cintura con uno de sus brazos. Reparte besos por toda mi cara, preguntando algunas cosas de las cuales soy impotente a responder. No puedo apartar la mirada del inconsciente Haymitch.

—Mi papá... —Arrastro las palabras como una niña traumatizada, es la primera vez que me refiero a Haymitch de esa forma. Eso es lo que es para mí, mi papi, mi padre, mi madre, mi figura paterna y materna a la vez. Quizás no es el padre ejemplar, pero me crió de la mejor forma que cualquiera podría haber deseado. Los dos caímos, nos levantamos y aprendimos juntos, a sobrevivir.

   Finnick y Chaff lo levantan y lo acuestan en la cama, estará un buen rato así. Los tranquilizantes han sido tan fuertes como para calmar a un tiburón.

—¡No soportaré ésta calamidad! —Exclama Effie, llena de histeria, mirando fijamente al inconsciente Haymitch sobre la cama—. Yo me largo de aquí, mira si este loco se despierta y nos apuñala a todos.

   Ella se escabulle rápidamente y en menos de un segundo, está fuera de la habitación. Es seguida por Beetee, el cual nos explica que intentará hacer que se calme. Nosotros no pudimos abrir la boca, yo estoy sin la fuerza como para hacerlo.

   Estos Juegos nos están cambiando, nos están volviendo unos maniáticos. Siento que toda la terapia que hice desde los trece años es tirada a la basura y vuelvo a ser una pequeña asesina.

 Siento que toda la terapia que hice desde los trece años es tirada a la basura y vuelvo a ser una pequeña asesina

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   La niña que asesinó a los siete tributos restantes con sus propias manos.

   Sacudo la cabeza, alejando todos los pensamientos que me embargan. No, ella solo quería sobrevivir. Hizo todo lo posible para que no sientan miedo, para que mueran rápido.

   Un serio y cruzado de brazos Finnick se acerca hasta mí. Acuna mi cara con sus grandes manos, depositando un besito en mi nariz. Sabe que estas cosas son muy estresantes para mí. Por momentos me gustaría ser la típica chica que le importa un pepino todo. La que es fuerte, la que enfrenta a todos, como Katniss.

—Creo que lo mejor sería que salgas a caminar un poco —Hago contacto visual con él y puedo ver su visible preocupación. No me gusta que esté así por mí. Quiero decirle que en unos minutos estaré bien, pero las palabras no salen—. Johanna está afuera, esperándote. Yo me quedaré cuidando al borracho loco, ¿de acuerdo?

   Lo estrecho entre mis brazos, sin darle la oportunidad de corresponderme. Me aparto y antes de cruzar la puerta, le regalo un beso en sus suaves labios que tan bien me hacen. Todo él me hace bien.

—Volveré rápido —Condiciono—. Tengo que apoyar a ese viejo.

— Tarda el tiempo que necesites, estaremos bien —Esboza una sonrisa sincera y yo trato de imitarla, con éxito—. Quizás incluso tengamos una charla de suegro a nuero.

   No puedo evitar soltar una risita, negando con la cabeza. Este hombre sí que sabe como traerme de vuelta a la tierra, a no ahogarme en mis profundos pensamientos.

   Finnick, no te alejes nunca de mí. 



Pidieron a Finnick y a Phira y aquí los tienen 7u7

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Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora