Capítulo 53

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   Mutaciones, no cabe duda. Parecen lobos enormes, uno incluso aterriza de un salto sobre las patas traseras y se queda sobre ellas. Entonces le puedo echar un buen vistazo a las uñas: diez centímetros y afiladas como cuchillas. Todos tienen un grueso pelaje, algunos de pelo liso y suave, y otros rizado; los colores varían del negro azabache a algo que sólo podría describirse como rubio. Rápidamente lo entiendo, son los tributos caídos tratando de asesinar a los que quedan vivos. 

   Cato ha salido pitando hacia la Cornucopia, así que Katniss lo sigue sin planteárselo

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   Cato ha salido pitando hacia la Cornucopia, así que Katniss lo sigue sin planteárselo. Peeta está unos catorce metros por detrás de ella, cojeando lo más deprisa que puede; los mutos lo están alcanzando. 

   Snow lo prometió, dijo que no lo iban a dejar morir... Espero que cumpla con su la palabra, si no es así, las cosas irán muy mal por mi parte. Me convertiría en la próxima Johanna Mason.

   La castaña empieza a trepar, a escalar la Cornucopia con pies y manos. El metal debe estar tan caliente que le salen ampollas en las manos.

   Cato está tumbado de lado en lo alto del cuerno, unos seis metros por encima del suelo, jadeando para recuperar el aliento mientras se asoma al borde, sintiendo arcadas

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   Cato está tumbado de lado en lo alto del cuerno, unos seis metros por encima del suelo, jadeando para recuperar el aliento mientras se asoma al borde, sintiendo arcadas. 

   Peeta empieza a subir con dificultad, no sólo por culpa de la pierna, sino del cuchillo que lleva en la mano, que lo suelte, ¡Que lo suelte!

   La chica en llamas dispara una flecha que le da en el cuello al primer muto que pone las patas sobre el metal. Al morir, la criatura se estremece y hiere a varios de sus compañeros, perfecto. Mi mejor amigo llega a sus pies, así que lo toma del brazo y lo sube. Cato está esperando arriba, pero sigue tirado en el suelo, con retortijones y, al parecer, más preocupado por los mutos que por ellos. 

   Entonces, uno de ellos, un muto de buen tamaño con sedosos rizos de vello rubio, toma carrerilla y salta sobre el cuerno. Aterriza a tres metros escasos de ellos y estira los rosados labios para enseñarles los dientes. Se queda ahí un momento y, en ese preciso instante, es cuando Katniss comienza a asimilarlo, ve el collar con el número 1 grabado con joyas y entiende toda esta horrible situación: Es Glimmer.

—Es Glimmer, muchachos —Puedo oír los insultos que sueltan los Profesionales—. Esto es muy sádico.

   Deja escapar un chillido y le cuesta sostener la flecha en su sitio, aunque termina dándole en el cuello.  El animal se retuerce y cae al suelo con un golpe sordo.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora