Capítulo 13

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   Este mediodía paso cuatro horas enseñándole a Sarah cómo caminar en un par de tacos altos y sonreírle a las cámaras. Mientras que Finnick y Tom conversan sobre cómo él va a manejar esta entrevista.

   Apenas terminemos con ellos, Finn me indicará si es necesario que ayude a Tom con algo, si no es así, iré a ayudar a Haymitch con Peeta y Katniss mientras él se ocupa de Sarah.

   En algún punto el panadero tendrá que decirle a todo Panem que ella le gusta. Todo el punto de esto es hacerla parecer deseable. Ella no es lo bastante extrovertida, de modo que el trabajo de Peeta es darle un impulso en los ojos del público. En el horario de descanso -que son solo veinte minutos después de haber pasado cuatro horas encerrada conversando con Sarah- Ya puedo intercambiar palabras con mi mejor amigo. Esbozo una cara de aborrecimiento, provocando que me regale una de sus hermosas sonrisas. Oh dios, que nadie nunca pare de sonreír, mucho menos él. 

   Está en el sofá, estirado, no puedo evitar ponerme en cuclillas junto a su rostro

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   Está en el sofá, estirado, no puedo evitar ponerme en cuclillas junto a su rostro.

—Él lo hará muy bien —Acaricia un mechón de mi rubio cabello. Ya se le ha hecho una costumbre, tal como a mi acariciar el suyo—.   Ve a ayudar a Haymitch, me lo he cruzado hace un rato y no se lo veía nada feliz.

—Gracias, mi pececito —Le agradezco con un beso que fue destinado a su mejilla desde un principio, pero con mis prisas y él que se sorprendió un poco, terminó siendo en la comisura de sus labios, casi lo beso—.  ¡Nos vemos más tarde!

   Cuando llego, Haymitch y yo nos sentamos con Katniss a planificar cuál será el ángulo desde el que se presentará. Demostró ser una tributo modelo al tomar el lugar de su hermana, recibir un puntaje alto en el entrenamiento, y tener un aspecto radiante en su traje de fuego, pero en el Capitolio tus palabras son tan importantes como tus acciones. Le advierto que una gran entrevista puede hacer que los patrocinadores te quieran, y una mediocre puede hacerte fácil de olvidar. Ella me responde que no quiere caerle bien a nadie, que ya ha hecho muchas amistades, Cinna y yo.

   Intentamos cada acercamiento que se nos ocurre. Mi mano se acerca más y más a la petaca de Haymitch con cada intento fallido. Creo que por primera vez en mi vida necesito un trago.

   Eventualmente se las arregla de algún modo para virar de encantadora a hostil, y su cara está contorsionada en aborrecimiento mientras nos escupe las respuestas por entre los dientes apretados. No es exactamente el modo en que una radiante joven captura los corazones de la audiencia.

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Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora