Capítulo 57

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   Un rugido ensordecedor hace vibrar el metal por el cual los vencedores subirán. Entonces veo a Peeta a pocos metros de mí. Katniss, al verlo, da unos tres pasos y se lanza en sus brazos. Se endereza y se abrazan mientras la audiencia se vuelve loca. Él la besa y yo no puedo dejar de pensar en que ella tiene que seguir con su actuación, más que nada afuera de la Arena.

   Después de diez minutos así, Caesar Flickerman le da un golpecito en el hombro para poder seguir con el espectáculo, pero Peeta lo aparta sin mirarlo siquiera. El público pierde la cabeza. Lo sepa o no, Peeta, como siempre, sabe cómo manejar a la audiencia.

   Al final, Haymitch los interrumpe y les da un empujón cariñoso hacia el sillón de los vencedores. Lo normal es que sea un solo sillón muy recargado desde el que el tributo ganador observa la película de los mejores momentos de los juegos, pero, como son dos, los Vigilantes han puesto un lujoso sofá de terciopelo rojo. Los dos se acurrucan dándole un perfecto estado de ternura e inocencia a todos los presentes.

   Caesar Flickerman hace algunos chistes y pasa al espectáculo. Durará exactamente tres horas y es de visión obligatoria para todo Panem.

   La primera hora o así se centra en los sucesos anteriores al estadio: la cosecha, el paseo en carro por el Capitolio, las clasificaciones del entrenamiento y las entrevistas. Una banda sonora animada hace que parezca el doble de horrible porque, claro, casi todos los que aparecen en pantalla están muertos.

   Una vez en el campo de batalla se ofrece una detallada cobertura del baño de sangre y después, básicamente, los realizadores alternan imágenes de los tributos muriendo e imágenes nuestras. Sobre todo, imágenes de Peeta, en realidad, porque está claro que él lleva el peso del romance sobre los hombros. Enseñan la muerte de Rue al completo, la lanza, el intento de rescate fallido, la flecha en el cuello del chico del Distrito 1, el último aliento de Rue en sus brazos y la canción. Noto que omiten la parte en la que la cubrí de flores. Claro, porque hasta eso apesta a rebelión.

   Las cosas mejoran para ella cuando anuncian que los dos tributos del mismo distrito pueden sobrevivir, y grita el nombre de Peeta y se tapa la boca. Si hasta el momento se había mostrado indiferente con él, a partir de ahí lo compensa al buscarlo, devolverle la salud con sus atenciones, ir al banquete a por la medicina y dispensar sus besos con mucha generosidad.

   Entonces llega el momento de las bayas. Oigo que el público pide silencio: no quieren perderse nada. Me siento llena de gratitud hacia los realizadores cuando veo que no acaban con el anuncio de la victoria, sino con Katniss aporreando la puerta de cristal del aerodeslizador, gritando el nombre de Peeta cuando se desmaya.

   En términos de supervivencia, es su mejor momento de toda la noche.

   Incluso muestran imágenes mías cuando anuncian a los vencedores y lloro de la felicidad, cuando grito histérica a la pantalla en el momento en el que Peeta pierde la consciencia después de haberse camuflado y cuando suelto lágrimas ante mis tributos caídos.

   Vuelve a sonar el himno y nos levantamos cuando el presidente Snow en persona sale a escena, seguido de una niñita con el cojín que sostiene la corona. Sin embargo, sólo hay una corona, y se nota la perplejidad de la multitud, hasta que el presidente Snow la gira y la divide en dos. La primera mitad la coloca sobre la frente de Peeta con una sonrisa y la segunda lo hace sobre la frente de la castaña, regalándole una fría mirada que me da a entender que todo está muy mal entre ellos. Se da la media vuelta y me observa, aclarándose la garganta, ya es hora.

—Me alegra anunciar el casamiento de nuestra Diosa, Saphira Abernathy con el vencedor, Finnick Odair —Sonríe abiertamente que para ser sincera, me produce náuseas—. Quien diría que tan hermosa pareja tardaría tanto para anunciar su tan preciado amor.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora