Capítulo 33

7.7K 568 43
                                    

   Haymitch gruñe en frustración, golpeando el costado de mi silla con la mano. La cafeína lo volvió irritable, y no está tomando bien los contratiempos.

—Espera —Lo calla Chaff, levantando la mano.

   La cámara enfoca una mancha de sangre sobre una gran roca, y enfoca de nuevo a Katniss, que obviamente la vio. Se mueve en esa dirección con renovada seguridad, siguiendo el rastro de piedras ensangrentadas. Pasa justo junto a Peeta, y dejo salir un pequeño gritito.

—¡Peeta! ¡Peeta! —Lo llama, medio susurrando cuando está a veinte metros de él.

—Está detrás de ti, Katniss —Digo, sosteniendo el puente de mi nariz entre mi pulgar e índice en frustración.

   Rindiéndose después de un rato, ella empieza a bajar por el arroyo de nuevo, obviamente perdida de dónde puede llegar a estar él. Me toma por sorpresa escuchar la voz de Peeta emergiendo del barro.

—¿Estás aquí para rematarme, Preciosa? —Pregunta él, apenas audible.

   Katniss gira rápidamente, mirando en cada dirección, buscando el origen de la voz.

—¿Peeta? —Susurra, incrédula—. ¿Dónde estás? ¿Peeta? —En su apuro por encontrar la fuente de la voz, casi lo aplasta bajo su pie.

—Bueno, no me pises.

   Esa afirmación sería graciosa si no fuese tan asombroso encontrarlo en una condición tal que puede hablar. Su voz la sobresalta y da un salto hacia atrás. Mira al suelo, desconcertada, mientras intenta encontrarlo.

   Él abre sus claros ojos azules y deja escapar una risa ante el grito apagado de Katniss. Su camuflaje es fantástico. Se mimetiza perfectamente, y a menos que sepas que él está ahí, nunca lo verías.

—Cierra tus ojos de nuevo —Ordena la cazadora, y Peeta lo hace, desapareciendo en el lodo—. Supongo que todas esas horas decorando pasteles valieron la pena.

—Sí, glaseado. La defensa final de los moribundos.

—No te morirás —insiste ella. Bien, pienso. Supongo que ella lo salvará, me lo traerá devuelta.

—¿Quién lo dice?

—Yo lo digo. Estamos en el mismo equipo ahora, sabes.

   Él abre los ojos de nuevo para observar a Katniss

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

   Él abre los ojos de nuevo para observar a Katniss.

—Eso escuché. Muy amable de tu parte venir a buscar lo que queda de mí.

   Escucho la cansada acusación en su voz, firmemente dirigida a Haymitch. Lo fulmino con la mirada y culpablemente bebe un trago mientras Katniss le pasa su botella de agua a Peeta.

   Discuten las heridas de Peeta y qué harán al respecto. Katniss toma la rotunda decisión de moverlo hacia el riachuelo y lavarlo. Considerando el estado de sus signos vitales eso es más fácilmente dicho que hecho. Ella trabaja en sacarlo de su escondite, que parece decidido a mantener a Peeta atrapado. Él grita de dolor, y miro nerviosamente a la pantalla central de nuevo para asegurarme que los Profesionales están bien lejos.

   Eventualmente Katniss lo arrastra a la orilla del riachuelo y procede a lavarlo. Él está cubierto en barro, pero cuando Katniss lentamente consigue limpiarlo obtenemos un buen vistazo de sus heridas. Algunas picaduras, unos moretones, una quemadura. Nada muy malo. Ciertamente nada que haría brillar tu pantalla en rojo. Ella arregla su mitad superior, y le da un par de pastillas para la fiebre cortesía del tributo muerto del Distrito 1.

—Traga éstas —Le pide Katniss. Lo piensa por un momento, y comenta—. Debes tener hambre.

—En realidad no. Es raro, hace días que no tengo hambre —Responde el rubio—. Desde que me terminé los panes de pez de Phira.

   Frunzo el ceño. Esto definitivamente no es bueno. Peeta probablemente no tuvo una comida decente desde el primer par de días de los Juegos, mis panes los terminó hace dos días y no querer comer a pesar de eso me hace pensar que algo debe estar críticamente mal con él. Katniss intenta meter algo de comida dentro de él a pesar de su reluctancia, pero tiene poca suerte.

—¿Qué crees que sea, Haymitch? —Pregunta Finnick, justo en la oreja del mentor.

   Casi se cae de la silla ante la sorpresa. Ha estado tan absorto que no notó lo cerca que está, yo tampoco lo había hecho. Sus brazos están cruzados sobre la parte superior de mi respaldar. Despreocupado, él ni siquiera parpadea cuando el viejo salta. 

—Odair, ¿te mataría no sobresaltarme así? —Ladra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Odair, ¿te mataría no sobresaltarme así? —Ladra.

—Anotado —Responde secamente, aún esperando una respuesta.

—¿Qué soy, un doctor? —Le pregunta, levantando las cejas.

   Finn no lo deja tranquilo, sin embargo, y se queda parado ahí, esperando su respuesta, al igual que yo. Suspira, bajando sus cejas, y cediendo. El joven de cabello cobrizo masajea levemente mis hombros, con el fin de que mis músculos se relajen.

—Si tuviese que suponer, diría que es una fea infección. No es sorprendente en estas condiciones.

   Estar tirado en un charco de barro por días no es exactamente el epítome de la vida limpia. Cualquier cantidad de cosas podrían estar mal con él. No puedo tranquilizarme ahora, creo que cada vez comienzo a perder la cabeza más y más.

—Debe ser una mala —Comenta él.

   Lo miro de reojo. Él luce... ¿preocupado? ¿Por Katniss y Peeta? Me ha ayudado en todo, pero nunca lo había notado de esta manera hacia otros tributos que no sean los del 4. Cabe decir que es la primera vez que soy mentora del Distrito 12, generalmente mueren antes de mis primeros tributos.

—Seh, bueno, no hay una maldita cosa que pueda hacer al respecto ahora mismo, ¿no? Necesito saber con qué estoy tratando antes de poder hacer nada útil.

   Cuando Katniss le quita los pantalones, empezamos a hacernos una idea. La herida es definitivamente profunda. Está innegablemente infectada e hinchada, con sangre y pus manando de ella. No es algo bonito de mirar, pero está tan cubierta de mugre que aún no podemos obtener un vistazo claro.

—Bastante horrible, ¿eh? —Comenta Peeta, observando la apenas oculta mortificación de Katniss.

   ¿Qué, justo ahora elige actuar como niña? Para una chica que mata animales salvajes a diario y arroja nidos de rastrevíspula sobre las cabezas de sus enemigos mientras están durmiendo, creerías que ella sería un poco menos aprensiva cuando se trate de sangre. ¡Creía que ella no le tenía asco a estas cosas, su madre es enfermera!

   Ella responde (nada convincentemente) que no es lo peor que ha visto, y empieza a limpiarla. Cuanto más la limpia, más mortal parece la infección. Katniss sugiere darle algo de aire, y se ocupa de revisar los contenidos del botiquín del tributo del distrito 1. Intenta arreglar la herida del costado de la pierna de él, luciendo lista para vomitar al momento que el pus salga.

—¿Katniss? —Pregunta Peeta, y la cámara cierra el plano sobre él. Él mueve los labios, pero sin articular sonido, diciendo—. ¿Qué hay de ese beso?

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora