Capítulo 15

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   Peeta está físicamente herido, irá a la arena con una gran herida, pero es lo bastante listo como para arreglárselas, por un rato. Tiene un don con las palabras que me hace pensar que podría convencer a los Profesionales a hacerlo parte del grupo. Según me contó su estrategia.

   Después de ver la repetición de las entrevistas, es tiempo de que mis tributos se vayan a la cama. Si es que pueden dormir. Espero que puedan, porque ésta es posiblemente la última noche de sueño tranquilo por un largo tiempo. De hecho, mis noches de sueño tranquilo terminaron hace dos días, ya que anoche Finnick tuvo que ejercer su trabajo. Lo que ciertamente me dejó sin la capacidad de pegar un ojo y hoy es mi primer noche como prostituta.

   Según una carta que un avox me envió, en una hora una limusina me estará esperando en planta baja, debo ir vestida así como estoy -a petición del cliente- y satisfacerlo una noche entera.

   Finnick, Sarah, Tom, Zinedine y yo ya hemos terminado de cenar. Mis tributos están aterrados, lo puedo ver en sus pequeños ojos. Me cruzo de brazos y los miro, se me llenan los ojos de lágrimas al pensar dónde estarán mañana a la mañana.

—¿Un último consejo? —Pregunta Sarah.

—Cuando suene el gong, corran por sus vidas

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—Cuando suene el gong, corran por sus vidas. Ninguno de los dos está para el baño de sangre en la Cornucopia. Sólo lárguense, pongan tanta distancia como puedan entre ustedes y los demás, y encuentren una fuente de agua. ¿Entendido?

   Los tributos pueden arreglárselas sin comida por un tiempo bastante largo, pero sin agua podrían estar muertos en días. Observé a suficientes chicos morir para saber que es una clara posibilidad, y cruzo mis dedos por que haya agua disponible.

—¿Y después de eso? —Pregunta Tom en voz baja.

—Sobrevivan —Les responde Finnick, gravemente.

   Es el mejor consejo que puede darles. Ellos asienten y se van a la cama. Aunque Sarah está del lado de los profesionales, y Tom me ha jurado que no correrá hacia la Cornucopia.

   Cuando se van me quedo mirando fijamente a la pared, sabiendo que el sueño no vendrá tan fácilmente como me gustaría.

   Que comiencen los Juegos.

   Que comience mi plan.

   Me levanto al ver que ya ha pasado una hora, suspiro nerviosa. Las piernas me tiemblan y Finn no deja de mirarme preocupado.

—Debo irme, es mi hora —Le aseguro, aunque fue más para mi misma. Él se preocupa más y se levanta, pegándose a mi—. Tengo una sola duda... ¿Cuánto pagó tu primer cliente para gozar de tu compañía?

   Frunce levemente el ceño, mientras me toma de las caderas para que no caiga. Se ha dado cuenta de que en cualquier momento mis piernas pueden fallar y caeré al suelo.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora