Capítulo 1 [2]

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*Cuatro meses después de la boda*

*Finnick PoV*

Mi Phira aún está media dormida cuando salimos y se acurruca en mi pecho para seguir durmiendo mientras caminamos hacia la playa.

-Despierta, pequeña sirena. Las truchas ya están despiertas -Le susurro al oído. Ella abre un ojo y me mira molesta.

-Es demasiado temprano, deberían volver a la cama -Se queja y vuelve a desaparecer en mi pecho, su cabello rubio lo único visible de su cabeza. Me río levemente al recordar la primera vez que fuimos a pescar con nuestros padres. Sólo teníamos 5 años y cuando mi padre le dijo eso, ella le respondió exactamente lo mismo.

Los primeros peces que aprendimos a pescar fueron truchas. Los pescadores siempre las buscan, fingiendo que han sido atrapadas accidentalmente en las redes, para asegurar pescado fresco en la mesa. La carne de trucha es muy sabrosa, pero al estar tan llena de espinas su popularidad con la gente de Capitolio es inexistente. Así, cuando los agentes de paz revisan los botines del día cada mañana, las truchas quedan para el pescador, quien es libre de cambiarlas por algo más o llevarlas para el almuerzo de su familia.
Recuerdo haberme quejado yo también con mi padre, pero él siempre insistió que a las truchas había que buscarlas temprano en la mañana.

Después de tanto tiempo aquí, por primera vez salimos a pescar en bote. Hemos usado tridente y redes, cosa que han sido muy divertidas. No hay que exceptuar que se ve malditamente sexy con el arma entre las manos. Mañana es su cumpleaños y quiero pescar algo especial para la gran celebración.

-Las aguas están más quietas, princesa, y llenas de peces porque aún no han llegado los demás pescadores para ahuyentarlos.

-Cuando yo pescaba en el Lago todos los peces del lugar eran solo para mí, la gente del 12 le tiene terror al bosque.

Para cuando llegamos al bote, ella ya se ha despertado y mira con interés el saco de lombrices que usaremos de cebo. Ya le he recordado como bobinar el sedal, por lo que en cuanto le pido que lo haga, pega un saltito de felicidad y se sienta con la caña entre sus flameantes piernas, colocando toda su atención en el sedal y el carrete. Sus manos se mueven con experticia, lleva años haciendo esto.

Mi padre siempre decía "la pesca es como la poesía: hay que nacer pescador."

Con el equipo listo y arriba del bote, empujo el bote hacia el océano justo cuando los primeros rayos del sol asoman por el horizonte. Ella observa los colores embelesada, pero en cuanto me siento a su lado me sonríe con alegría. Siento mi corazón hincharse de un sentimiento embriagador y poderoso cuando me da un rápido besito en los labios.

La observo mirar la seda perderse en el agua y recuerdo la felicidad que sentí cuando aceptó casarse conmigo, la cual se triplicó al verla frente mío en el altar.

Ya está claro cuando la caña de mi amada esposa se mueve. La tomamos juntos cuando ella sorpresivamente me pide ayuda, dejando que el pez se mueva libremente por unos momentos antes de acercarlo y sacarlo del agua:

-Hay que dejarlo que se canse primero.

Asiente indignada al escuchar esas palabras, aunque a la vez visiblemente emocionada de haber pescado algo tan grande. Pese a que no nos estamos resistiendo al movimiento, puedo sentir que es un pez enorme. Acerco la red al borde, mientras empezamos a manejarlo hacia el bote. Saphira sujeta la caña mientras yo lo envuelvo con la red. Es gigante, mide alrededor de un metro y parece pesar bastante.

-Un salmón -Susurramos sorprendidos al ver al animal de cuerpo rollizo, cabeza punteada y de piel gruesa cubierta de escamas. Su color es pardo oscuro en el lomo, blanco en el vientre, azulenco de reflejos irisados y algunas manchas negras en los costados.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora