Capítulo 31

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   ¿Encendió un fuego? ¿Durante los Juegos? ¿Donde todos los restantes tributos hubiesen podido verla? Me imagino que Haymitch está a punto de lanzarse a despotricar sobre la estupidez de encender fuegos por la noche en la arena, pero Finnick se ríe de su expresión incrédula.

—No te preocupes. Los otros tributos están asustados de ella. O al menos, no quieren una confrontación en sus términos. Ninguno de ellos se atrevió a acercarse ni a una milla de su fuego.

   Giro mi silla y examino a Katniss mientras ella está sentada en el árbol, a pesar de que está rodeada de oscuridad. Parece estar bien. Físicamente, al menos. Si alguna vez sale de allí, tendrá cicatrices psicológicas con las que lidiar por el resto de su vida. Bueno, tal vez eso es una exageración, pero yo las he tenido por diez años y no parece como si fuesen a desvanecerse pronto. Adivino que encender ese fuego fue su modo de decir "vamos, vengan y traten de matarme". La muerte de Rue la debe haber golpeado duro. Sé que la muerte de los tributos que asesiné me volvió un poco imprudente.

   El himno suena, pero no aparecen caras en el cielo por encima de mi tributo.

—¿Peeta aún está vivo? —Pregunta el viejo miserablemente al mirar a su pantalla. Reprimo las ganas de decirle que mi panadero es muy fuerte y que puede soportar lo que sea.

—Síp —Dice Finnick alegremente—, a este ritmo, los sobrevivirá a todos.

   Bueno, al menos mi pececito está de mi lado.

   El himno termina, y nos reclinamos hacia atrás en nuestras sillas. Pero una noche aburrida no es lo que los organizadores de los Juegos tienen en mente, y hay una fanfarria de trompetas, señalando que Claudius está por hacer un anuncio.

   Ya siento mis nervios florecer, creo que ya sé lo que sigue. El viejo bebe un trago de la botella más cercana, antes de ponerla de nuevo en el suelo entre los dos.

   Oímos la voz de Claudius Templesmith.

—¡Felicitaciones a los seis restantes tributos de los Septuagésimos Cuartos Juegos del Hambre! Si no están sentados, quizás querrán sentarse —Él espera un momento, y al recorrer las pantallas con la vista, veo a Cato y Clove cambiar una mirada y deslizarse hasta el suelo, tensos.—. Es de mi más profundo placer anunciarles a todos, que ha habido un cambio en las reglas, con efecto inmediato. ¡Esta nueva regla declara que ambos tributos de un mismo distrito serán declarados ganadores, si son los últimos dos supervivientes!

   Todos miramos fijamente a la pantalla, mudos. Claudius repite el cambio de reglas, como si supiera que no entendimos lo que él acaba de decir. Al asimilarlo, mis manos empiezan a temblar. Mis tributos, ambos, pueden ganar esto. Ambos. Seneca ha cumplido su promesa, realmente lo hizo. ¡Johanna y yo hemos contribuido en eso!

—¡Peeta! —Katniss y Haymitch llaman al unísono.

   Effie está sollozando extasiada, Finnick está sonriendo ampliamente mientras me besa la frente, y Beetee aún está durmiendo en el rincón. Chaff luce completamente perplejo cuando nos giramos hacia él. Haymitch está riendo con una nota de locura. Yo, bueno, estoy pensando a creer que lo que Finnick me dijo ayer en la noche es verdad. Quizás el Capitolio puede concederme lo que yo quiera, o quizás estoy muy equivocada.

—¿Bueno? —Le pregunta el rubio impacientemente, cuando no da muestras de que vaya a hablar—. ¿Qué te parece?

—Me parece que es demasiado bueno para ser verdad —Dice en voz baja.

   De mala gana admito que puede tener razón, o no. No creo que Seneca traicione nuestro tratado de esa forma. Los organizadores de los Juegos no son exactamente conocidos por cambiar las reglas a mitad del juego, pero Seneca les ha dicho algo para convencerlos. Voy a hacer de cuenta que por una vez tienen corazón y que esto es real.

Saphira 《Finnick Odair》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora