22: Invierno de sentimientos.

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I N V I E R N O
D E
S E N T I M I E N T O S
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Sentada en la entrada del Blake y con mis ojos pegados al libro en mis manos, escuchaba el sonido de los pájaros cantando dulcemente.

Era una linda mañana de Lunes, el invierno se aproximaba y no podía estar más emocionada. Y es que, me encantaba el invierno. El frío que se colaba en todas partes, tomar chocolate caliente mientras leía algún libro y las maravillosas mañanas con un desayuno recién hecho que comía frente a la chimenea.

Tenía muy buenos recuerdos de cuando era niña, siempre iba con mis padres a algún viaje de invierno que planificaban junto al resto de la familia, me encantaba pasar tiempo con mis primos, jugar con ellos en la nieve mientras los adultos charlaban, y asimismo, observar el bello entorno que nos rodeaba, con la nieve cubriendo las cimas de las montañas y cayendo de copo en copo sobre los árboles. No obstante, a pasar el tiempo, las relaciones con mis primos fue cambiando, ya no hablábamos tanto como antes y de a poco nos íbamos alejando, principalmente yo. Y la razón era que siempre había tenido malas experiencias en el jardín de niños, suponía que había sido eso lo que ocasionó que me volviera cada vez más introvertida y tímida, me hacían creer que a nadie le importaría mi opinión y crecí con esa ideología de mi misma, sintiendo que no era bienvenida, llevándome a tomar mis libros como un refugio.

Todo eso ocasionó que de a poco me fuera alejando de mi familia y demás personas, llegando a tal punto de no tener amigos en el Blake y ni siquiera en el Roller.

Hasta que llegó Luna.

A pesar de que seguía siendo igual de insegura y con mis mismos miedos, Luna había cambiado un poco de mí, logrando que al menos considerara las oportunidades que me ofrecía el mundo.

Todos esos recuerdos me traía el invierno, y aunque habían también cosas feas prefería quedarme con las buenas, con las buenas memorias en mi mente que hacían que mi corazón latiera fuertemente y, de igual manera, sonriera sin ese escudo que siempre tenía para protegerme.

— Nina ¿Estás bien? — Escuché que preguntaron.

Asentí, sin dar la cara.

— No parece. ¿Estás segura?

Inconscientemente tenía lágrimas brotando de mis ojos, sin embargo no lo supe hasta que Gastón pasó sus pulgares por mi rostro limpiando cada una de ellas, mientras sostenía mi cara entre sus manos.

No eran lágrimas malas, simplemente era nostalgia. Nostalgia de saber que aquel tiempo en que nada me afectaba ya no volvería, nostalgia porque dejé que mis inseguridades me alejaran de todos aquellos buenos momentos que pasaba y llenaban mi corazón de regocijo.

No eran lágrimas malas, no. Al menos no todas.

Volví a asentir, esta vez mirándolo un poco.

— Solo estaba pensando. — Aseguré.

— Esta bien. Hagamos como que te creo. — Medio sonrió, aún sosteniendo mi cara entre sus manos. — Si no me querés contar, te entiendo. — Dijo, decepción ocupando su semblante, pero lo que más dominaba allí era preocupación. — Pero quiero que sepas que estaré aquí para todo lo que necesités. Y, si decidís contarme porqué estás así, seré todo oídos ¿De acuerdo?

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora