E X T R A XIX

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Yo sacaba todos mis libros y vaciaba el locker mientras escuchaba a Martín hablar y hablar sin parar. Y es que desde esa mañana todo era sobre el nuevo chismorreo del College, de un chico engañando a su novia en una de las fiestas de navidad de su hermandad.

- Te lo prometo, Nina. Estoy un 99 punto 9 por ciento seguro. – Eso él lo hacía seguido, el copiar mi forma de hablar y expresarme solo para burlarse. Por eso rodé los ojos al tiempo que cerraba el casillero con fuerza.

- ¿Así como te aseguraste de ver a Gastón besarse con otra? – Devolví. Ahora fue su turno de rodar los ojos.

- Ya te dije que fue un error... No eran ellos dos, y ya dije que lo sentía.

Sí, hablamos de ese pequeño error que ocasionó una gran discusión entre Gastón y yo, razón por la cual mi novio, al enterarse que fue Martín quien dijo eso, en seguida fue a ponerle los puntos en claro al chico. Yo por supuesto que llegué tras él para evitar cualquier drama que pudiese ocurrir. Al fin que decidí olvidar cualquier inconveniente y Martín se hizo buen amigo mío, Gastón solo se limitaba a saludarlo con un asentimiento de cabeza mientras tenía que soportar verlo en la mayoría de sus clases, pues cursaban la misma carrera.

- Pues por ese pequeño error estuvimos a punto de terminar. – Volví a rebatir, esta vez con una pequeña sonrisa burlona adornando mi rostro. Obviamente yo no lo decía enserio, solo lo hacía para molestarle e incomodarle un poco, y es que el chico en serio se apenó por lo que hizo, él había asegurado que no era su intención causar ninguna discordia entre mi novio y yo, aparte de que hizo memoria hasta recordar que entre las personas que vio besarse no había estado Gastón.

- Lo sé, y vuelvo a repetir que lo siento mucho.

Sonriendo, le resté importancia al tema, y es que en realidad si no hubiese sido por eso yo no me hubiese percatado del tipo de persona que era Danna, pero para Gastón ella seguía siendo una buena chica, y eso me ponía los pelos de punta. La chica se hacía la pobrecita que había cometido un error el día de la cena, sin embargo a mí nadie me quitaba la idea de la cabeza que la rubia actuó con alevosía.

Mi novio me esperaba en el estacionamiento de la facultad de economía, recostado a su auto y con la vista pegada al celular, su visión estaba obstruida por sus lentes de sol que le hacían ver guapísimo. La inquietud de mi amigo al acercarnos a Gastón me causaba gracia, aún recordando lo pálido que se había puesto cuando mi novio fue a reclamarle y en segundos nos convertimos en la atracción principal del pasillo. Y es que habían hecho enojar al gran Gastón Périda, el chico más conocido de la facultad, y al parecer nadie se podía perder eso.

Rodé los ojos ante el recuerdo.

Cuando Gastón alzó la vista me encontró sonriéndole, al tiempo que me acercaba tentativamente hasta saludarle con un pequeño beso en los labios, él me respondió gustoso.

- Ey... ¿Cómo estás? – Inquirió con una sonrisa, una de sus manos en mi cintura y la otra apartando el cabello de mi hombro.

Iba a contestarle y aumentar mi sonrisa, pero mi acción se detuvo en cuanto noté a otra persona en los puestos de atrás del auto; rubia, ojos verdes e inglesa.

¿Qué hacía Danna allí?

Y cómo si tuviera la capacidad de leer mi mente, o al menos las expresiones de mi rostro, mi novio me observó tentativo, temiendo mi reacción ante lo que ocurría.

- ¿No hay ningún problema que la llevemos a su casa? – fue esa la pregunta que logró bloquearme por completo.

Si bien la mayoría de las cosas eran suyas y podía hacer lo que quisiera con ellas, Gastón prefería que fuera yo quien tomara las decisiones diariamente. Y estaba bastante claro que esa no era excepción, pretendiendo que fuera yo quien tomara la decisión final. ¿Pero qué podía hacer yo? Ya ella estaba cómodamente en el interior del auto, no podía simplemente pedirle que se bajara porque me incomodaba estar cerca de ella. No lo haría, porque eso sería demostrarle que me afectaba y yo era mucho más que eso. No obstante, aún seguía molestándome un poco, y yo sabía lo buena persona que solía ser Gastón... Pero es que a veces se pasaba de bueno y no podía ver que los demás se aprovechaban de ello.

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora