28: Picnic invernal y apodos

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P I C N I C I N V E R N A L
& A P O D O S
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Llevé el panecillo a mi boca, permitiéndole a mis papilas gustativas saborear el dulce sabor a chocolate y disfrutarlo con magnánimo placer. Al instante en que acabé con este, tomé otros dos más y los guardé, junto con unas galletas y bocadillos en la canasta que tenía sobre la encimera de la cocina.

Al hacer un pequeño repaso mental y cerciorarme de que llevaba todo, decidí irme. Suponía que Gastón ya me estaría esperando, pues habíamos quedado a las 16:00 en el parque para hacer un improvisado picnic. -Sí, improvisado. Lo habíamos planeado esa mañana. - Iríamos solo los dos, ya que Luna y Matteo declinaron la invitación argumentando que nosotros seguro habíamos planeado algo para que al final fuera una cita entre ellos, cosa totalmente falsa, pues los invitamos porque queríamos pasar tiempo con nuestros amigos.

Sin embargo, no le tomamos importancia y decidimos hacer nuestra propia cita.

Caminé al parque embelesada en la naturaleza y en el frío que se colaba por la sudadera que traía puesta. - La cual pertenecía a Gastón - El invierno había decidido hacer acto de presencia, y mi distracción era mayormente los árboles adornados con capas de nieve sobre ellos.

Miré por todos lados en busca del pelinegro que tanto me gustaba, cruzando los brazos para lograr algo de calor. Al instante que giré mi cabeza, una rosa roja obstruyó mi visión, ocasionando una gran sonrisa en mi rostro y que dejara mi cuerpo hacía la dirección de donde provenía.

Con una sonrisa dividiendo su cara, Gastón me entregó la rosa mientras dejaba un dulce beso en mis labios pálidos por el frío.

- Solo a vos se te ocurre hacer un picnic en invierno. - Habló Gastón caminando a mi lado.

- Lo siento. - Con mi mejor cara de cachorrito con un mohín adornándolo me disculpé - Quería disfrutar el frío al aire libre.

- Todo con tal de complacer a mi chica. - Se encogió de hombros - Además, sabés que cuando usas esa carita, lográs que haga lo que sea.

Sonreí enternecida aumentando el paso, en busca del mejor sitio para ubicarnos.

Un gran y frondoso árbol con vista al lago llamó por completo mi atención, caminé hasta allí y extendí en el césped la gran tela que traía en la cesta, mientras que los alrededores eran adornados por nieve. De una vez tomé asiento y palmeé el suelo a mi lado, indicándole a Gastón que se sentara junto a mí. Al instante estaba a mi lado sacando de la cesta los dulces y bocadillos que había llevado, mientras yo, buscaba en mi bolso una manta para nosotros arroparnos con ella.

- Nunca en mi vida, pensé en hacer un picnic en pleno invierno. - Dijo Gastón, admirando el lago frente a nosotros.

Mentalmente calculé cuan fría podía estar el agua del mismo, y sin mucha complicación, llegué a la conclusión que fácil y rápido se podría morir por hipotermia allí dentro.

- Siempre hay una primera vez para todo. - Contesté simplemente, aún absorta en mis cálculos.

- Así dicen. - Él se encogió de hombros y dirigió su mirada sobre nosotros, dejándola fija en una rama del árbol. - Mirá - Extendió su brazo en dirección a lo que miraba, señalando un pequeño nido con pequeños pájaros acurrucados dentro. - Deben tener frío.

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