46: Kashi; un motivo de práctica

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K A S H I:
U N  M O T I V O 
D E  P R A C T I C A
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Me quedé en blanco, simplemente eso pasó.

En realidad lo único que se filtraba en mi mente era la misma frase una y otra vez, haciendo eco en los más recónditos sitios de mi cerebro.

Desde que mi papá se había mudado a Miami por trabajo, no lo había pasado tan mal como creí que lo pasaría. Y no me malentiendan, obviamente lo extrañaba de una manera increíble, pero también entendía que era una responsabilidad que debía cumplir, además de que parte de su felicidad era creando videojuegos; y si él era feliz, yo lo era igualmente.

También el hecho de que estuviera frente a mí en ese preciso instante, me hacía indiscutiblemente feliz. No obstante, que me soltara esa bomba tan de repente, pareció hacer que en mi cerebro hubiera un pequeño corto circuito, o que colapsara de una manera que me dejara sin ningún tipo de información; totalmente en blanco.

Algo que hace un montón de tiempo no me pasaba. Me quedé sin nada que decir.

— ¿Q–qué? — Alcancé decir cuando, por un breve momento, logré reaccionar.

Mi papá pareció notar el tipo de manifestación que había hecho, pues al momento que iba a seguir con mi impreciso balbuceo, alzó las manos en alto buscando que me calmara, mientras que por su rostro pasaba desde la confusión hasta el entendimiento.

— Oh, no, Nina. No es lo que crees. — Colocó sus manos en mis hombros, para después soltar una leve risa. — Yo lo único que quiero es que pasés tus vacaciones conmigo, eso es todo. — Explicó.

Al escuchar su aclaración, instantáneamente solté el aire que estaba conteniendo,  mi ritmo cardiaco se normalizó y mi mente volvió a funcionar como comúnmente lo hacía, reaccionando rápidamente ante sus palabras y a la oferta que me había hecho.

— ¿Las vacaciones?

— No creas que no me gustaría que vivieras conmigo en algún momento, me encantaría de hecho. Pero entiendo que toda tu vida está aquí, y no puedo simplemente alejarte de todo. — Resumió su punto de vista. — Así que sí, solo vacaciones.

Asentí al tiempo que miraba de nuevo los boletos en mis manos, leyendo claramente el destino que tenían impresos en ellos.

Miami.

— La fecha, tanto de ida, como de vuelta, están en fecha libre, así que solo tenés que elegirlas. —Fue explicando, señalando los papeles en mis manos.

— Hay dos pasajes. — Eso no pude evitar notarlo, y la curiosidad se instaló en mí. — ¿Uno es para vos? — Pregunté.

Él lo pensó por un momento, asegurándose de estar preparado para decir lo que sea que iba a decir a continuación.

— De hecho, no. El otro es para la persona de tu preferencia. Puedes llevar a quien quieras.

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Mis manos se movían ágilmente en caricias sobre la pancita de mi nueva mascota, mientras que sus dulces ladridos, pese a que no eran lo suficientemente fuertes, aún se podían escuchar más altos que el sonido de la música. Mis amigos y demás personas  que se encontraban en la pista de patinaje, miraban tiernamente en su dirección, esbozando una sonrisa y entrecerrando los ojos impresionados por mi obsequio.

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora