25: Circunstancias Entretenidas

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——————— •••• ——————— C I R C U N S T A N C I A S
  E N T R E T E N I D A S

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Una pregunta que hacía eco en mi mente, su mirada taladraba cada espacio de mi ser, y ante la lentitud con que lo procesaba, Gastón pareció tensarse, mientras sus ojos mostraban cierto dolor al ver que no contestaba.

— Sí, por supuesto. — Dije al fin. Una sonrisa apareció en los labios de Alexa, y se apresuró en darle mi respuesta, al que creí era su esposo, a través del Celular. Gastón me miraba sereno, con una sonrisa que no le llegaba a los ojos.

Y fue ahí, gracias a su mirada, que me pregunté si habría hecho bien en decir que sí, quizás Gastón no quería presentarme a su familia, y en ese momento se encontraba entre la espada y la pared al tener que hacerlo, prácticamente, por obligación al tener que cumplir con sus padres.

Al volver su madre, dejó de lado su falsa sonrisa para darle un abrazo y despedirse a gusto.

— Me tengo que ir. — Le dijo Alexa a Gastón, mientras este asiente con, ahora sí, una verdadera sonrisa. — Nina, fue un placer conocerte. Nos veremos esta noche. — Asentí retraída, divagando en que hubiese sido mejor inventar alguna excusa en vez de aceptar dichosa invitación, que quizás, me trajera inconvenientes con Gastón.

— El placer fue mío. — Pensé si ya era muy tarde para decir que tenía una cena con mi mamá y lo había olvidado, sin embargo, me di cuenta que, en efecto, ya no había vuelta atrás. — Nos vemos esta noche.

Alexa se retiró con su brillante sonrisa por el largo pasillo, lo único que se escuchaba entre todo el incómodo silencio, eran los repiqueteos de sus tacones. Mientras, Gastón y yo observábamos impávidos su figura alejarse, cómo se hacía más pequeña debido a la distancia y el sonido que generaban sus tacones disminuía, hasta que, dicho sonido no se escuchaba y su figura, no se veía.

Suspiró.

— Bien. Vamos a clase. — ¿Eso era lo único que me iba a decir? ¿No me iba a reprochar que aceptara la invitación? No, por supuesto que no, pensé. Gastón no era así, por mucho que quizás le molestara la idea, no me iba a hacer sentir mal diciéndomelo.

El silencio que había era perturbador, nuestros pasos era lo único que aligeraba toda la afonía.

De pronto no lo resistí, mis pasos se fueron deteniendo, mi mirada cayó al suelo, y mi corazón se comprimió fuertemente.

— ¿Te molestó que aceptara la invitación? — Pregunté sin poder contenerme.

Se detuvo en seco e inmediatamente volteó su cuerpo hasta quedar frente a mi.

— ¿Que? — La incredulidad con que lo dijo, me descolocó. ¿No le había molestado? — ¿Por qué pensás eso?

— No has dicho nada desde que se fue tu mamá. — Murmuré cabizbaja.

— No. No me molestó que aceptaras la invitación. — Aclaró, haciendo que me sintiera mejor por un instante, sin embargo, la aprensión no se fue por completo, pues aún poseía la misma mirada. — Es más, ni siquiera estoy molesto.

— ¿Entonces?

— Me siento un poco dolido. Eso es todo. — Mis dudas aumentaron, y más preguntas se empezaron a formular en mi cabeza.

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora