36. - Olvido

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La excesiva luz me encandiló, logrando que de inmediato cerrara los ojos de nuevo, y de igual forma, me cuestionara que hacía la luz encendida, yo nunca la dejaba así cuando me iba a dormir. En dado caso, la única luz que iluminaria sería la de la lamparita de noche, pero no alumbraría tanto como en ese momento.

Moví ligeramente mi cuerpo, y enseguida sentí la molestia en mis huesos que no me había dejado dormir, volví a la posición anterior abriendo y cerrando varias veces los ojos para acostumbrarme a la luz.

Y allí me di cuenta.

No estaba en mi habitación.

Y la excesiva luz no era de la lamparita.

¿Qué rayos hago en un hospital? Fue lo único que alcancé a preguntarme, mientras pitidos acelerados que provenían de quien-sabe-donde hacían eco por toda la habitación, aumentando mi fastidio cada vez más.

Miré a mi alrededor en busca de alguna pista que me dijera el motivo por el cual estaba ahí, en el proceso, me di cuenta que los pitidos acelerados provenían de una maquina al lado de mi cama, quería decir que el fastidioso sonido, era mi corazón latiendo desenfrenado.

En seguida, la puerta de la habitación se abrió, mostrando como mi mamá entraba con una sonrisa que aumentaba a medida que se acercaba.

— ¡Mi amor! — Vociferó mi mamá, con lágrimas amenazando en salir. — En serio me asustaste mi vida. No sé qué sería de mí sin ti. — Mi papá observaba todo desde la puerta, al instante en que lo miré fue a mi encuentro dándome un enorme abrazo. 

— Nina, no sabés el susto que nos diste. — Dijo, acurrucándome entre sus brazos.

— Voy a buscar al Doctor, y le avisaré a tus amigos que estás bien. — Dijo mamá, levantándose de su sitio y acercándose a la puerta.— Los pobres están preocupadísimos, llevan rato allí afuera, principalmente Gastón… Vieras como se puso el pobre.

¿Amigos? ¿Qué hace Gastón afuera?

Papá tomó una bocanada de aire, y me avisó que iría por un poco de agua.

Al cabo de algunos minutos el Doctor entró a la habitación, seguido de mis padres y un grupo de chicos. Reconocía a la mayoría de ellos, iban conmigo al Blake, y otros al Roller, pero había dos en especial que no se me hacían para nada conocidos, y a juzgar por su aspecto podía asegurar que estaban en algún tipo de fiesta.

Pero lo que más me confundía, era el motivo por el cual todos se encontraban allí. Santo cielo, ni siquiera sabía que hacía yo ahí.

Mi respiración se descontroló al sentir la fuerza descomunal que le invertían al abrazo, tomando en cuenta también, que eran dos personas las que me abrazaban, una de ellas era la chica desconocida y la otra muy extrañamente era Gastón.
La chica me dijo unas cuantas palabras de aliento, y me manifestó lo preocupada que había estado, sin embargo, a lo único que mi mente le prestó atención, fue a su acento y a las palabras desconocidas que usaba, confundiéndome aún más de lo que ya estaba.  

— Nina, estaba tan angustiado… — Me dijo Gastón tomando mis mejillas. La vergüenza se apoderó de todo mi semblante, mientras mi corazón comenzó a latir más de lo normal y los sonidos eran transmitidos por la maquina.

— ¿Cómo te sentís, Nina? — Preguntó el Doctor, asombrado por la velocidad en que iba mi corazón.

Claro que él no sabía la verdadera razón de su descontrol...

— B-bien. — Logré balbucear. No era buena expresándome cuando toda la atención recaía en mi, mucho menos con la presencia de cierto chico. — M-me duele un poco el c-cuerpo… — Desvié la mirada a mis brazos, descubriendo que tenía varios hematomas formados. Me helé, y mis ojos se aguaron. ¿Qué había pasado? — Doctor… ¿Qué me pasó? ¿Qué hago aquí? — Pregunté, totalmente exasperada y con cierta aprensión que me ocasionó ver mis brazos.

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora